Cuando
el cine se hace sentir
A
diferencia del anterior, este año vino cargado. Por
fuera de los estrenos del cine dominante y comercial, que suele
llegarnos inmediatamente y sin demoras, las películas que por lo
general valen más la pena suelen estrenarse con años de retraso, y
por eso, el azar de la distribución puede llevar a combinaciones
cualitativas inesperadas. Lo cierto es que este 2012 fue
especialmente bueno en cuanto a carteleras, por lo que hacer un
recuento significa hablar de una treintena de películas
sobresalientes.
En su
conjunto, las películas estrenadas en Cinemateca 18 se destacan como
varias de las mejores del año, y hubo una seguidilla que no pudo
haber sorprendido más: la argentina El
estudiante es de las imprescindibles, y
vale la pena verla al menos para saber de qué lado de la polémica
situarse -en Brecha tiene tantos defensores como detractores- Tilva
Ros, del serbio Nikola Lezaic es un
brillante cuadro social de adolescentes autodestructivos, situados en
un pueblo-agujero llamado Bor. La entrañable animación Arrugas
es de las mejores aproximaciones a la enfermedad de alzheimer
que se hayan filmado, y El molino y la
cruz un imponente fresco sobre la
infame ocupación española a la región de Flandes. Con Los
amores imaginarios, el canadiense
Xavier Dolan exploró con acierto un par de amores fous,
Declaración de guerra
es una sentida lucha de un par de padres contra el cáncer de su
hijo, Mi padre Baryshnikov
nos acercó a un adolescente moscovita durante la perestroika y con
Poesía para el alma se
llegó por fin a conocer al maestro surcoreano Lee Chang-dong, cuya
obra era olímpicamente ignorada a nivel local.
Otro
gran descubrimiento fue el del maestro iraní Asghar Farhadi, que se
impuso como para compensar la ausencia del recluido Jafar Panahí, y
su película La separación fue
la votada como mejor del año según la encuesta de Cinemateca. Si
seguimos hablando de cineastas de primer nivel, los hermanos Dardenne
volvieron a brillar con la excelente El
niño de la bicicleta, Aki Kaurismaki
cautivó a muchos con El puerto, y
Scorsese hizo lo propio con La invención
de Hugo. De las cenizas resurgió el
polaco Jerzy Skolimowski y entregó una impactante lucha por la
supervivencia en un entorno hostil con Essential
Killing. El turco Nuri Bilge Ceilán se
impuso una vez más con la dramática Tres
monos, y el muy maldito Gaspar Noé
logró un despliegue lisérgico con Enter
the void. Polanski y Woody Allen
recuerdan que aún cuando son menores son divertidos, respectivamente
con Un Dios salvaje
y A Roma con amor.
El Río
de la Plata mejor que nunca: Uruguay, después de un año anterior
nefasto dio lo mejor de sí: Flacas
Vacas, La
demora, Tres,
El ingeniero,
El casamiento, El almanaque.
Aunque desiguales, son todos títulos importantes y significativos
para nuestro historial cinematográfico. Argentina, además de
lucirse con El estudiante,
se impuso también con Las acacias,
Los salvajes
y Cerro Bayo,
demostrando seguir siendo uno de los países más sólidos
cinematográficamente hablando. Hubo entretenimientos yankis: Pixar
mantiene el nivel al que nos tiene acostumbrados con Valiente,
Spielberg
trajo su divertida visión de Las
aventuras de Tintín; ParaNorman
es terror inteligente y para niños y
Brad Bird se confirma como uno de los más importantes cineastas de
acción de la actualidad, con su Misión
Imposible 4.
Y no
se termina el listado aún: si se busca un cine más serio, El topo es un realmente atípico y sobresaliente ejercicio cinematográfico que pisa el género al mismo tiempo que escapa de él, Shame
de Steve McQueen es una sorprendente aproximación a la vida de un
adicto empedernido al sexo, y 360 de
Fernando Meirelles uno de esos cuadros corales internacionales que
ilustran parte de la vida moderna en las urbes. Este año no debería
haber quejas, se pudo elegir, y las hubo para todos los gustos.
Publicado en Brecha el 21/12/2012