miércoles, 17 de abril de 2019

Crowdfunding Biografía César Troncoso


César Troncoso es el más exitoso (y uno de los más queridos) actores uruguayos, y ha participado en varios de los más importantes títulos de la producción cinematográfica nacional de los últimos quince años (El viaje hacia el marEl baño del papaFlacas vacasAninaMal día para pescarZanahoria y muchos otros títulos), así como en importantes películas argentinas y brasileñas. Es por eso que me dispuse a escribir una biografía y un recorrido a través de su obra cinematográfica. Para ello lancé esta campaña de crowdfunding
El libro, que será publicado por Casa editorial Hum con el apoyo del ICAU (Instituto de Cine y Audiovisual del Uruguay), supone principalmente una recopilación de anécdotas presenciales, así como un recorrido a través de sus películas. La idea es el rescate de situaciones irrepetibles, que serían olvidadas en caso de no ser registradas y que suponen valiosos apuntes para la historia cinematográfica reciente de Uruguay, Brasil y Argentina.     
El dinero obtenido irá volcado a los costos de producción de este libro (aún no cubiertos) y a un tiraje mayor al pautado originalmente. Se agradece la colaboración de quien desee apoyar este proyecto. Participando pueden asegurarse un libro a menor precio. 

Aquí una vez más el link a la iniciativa:  https://www.idea.me/proyectos/68359/biografia-cesar-troncoso
Si pueden compartirlo, genial, y si además colaboran, pues maravilloso, les estaré enormemente agradecido. 

jueves, 11 de abril de 2019

La misma sangre (Miguel Cohan, 2019)

Herencia maldita 



Está claro que al director Miguel Cohan lo que le interesan son los thrillers. Tanto en Sin retorno (2010) y Betibú (2014) como en la miniserie La fragilidad de los cuerpos (2017) ha mantenido un registro en el que el suspenso se da la mano con el policial, siempre con esas atractivas singularidades, alejadas del mainstream, que caracterizan al cine de género en nuestras latitudes. Pero sus relatos, además de ser efectivos en sus atmósferas y contar con narrativas sólidas, parecen contrabandear ciertas inquietudes personales. Eso es lo notable de esta película: además de cumplir con el objetivo de entretener, cuenta con apuntes que la vuelven mucho más que un simple thriller
Una familia de clase media alta judía se ve sacudida con la muerte accidental de la abuela. El ambiente es de luto, pero el comportamiento del viudo (Oscar Martínez, notable como siempre) y ciertos extraños indicios provocan las sospechas de su yerno médico (Diego Velázquez), quien intuye que su suegro incidió en los acontecimientos que provocaron el deceso. Pero la película, alejada del policial clásico, incorpora un notable corte narrativo con un salto temporal hacia atrás, por el cual el sospechoso pasa a ser el protagonista, unos días antes del accidente. 
La historia es sobria, seria, realista y con tintes sumamente graves. Un pesimismo rasante impregna toda la anécdota, y el rostro de Oscar Martínez oscila entre el nerviosismo y la llana desesperación, en un recorrido en el que los astros parecen alinearse en su contra. Si bien el desenlace no escapa demasiado de lo esperable, es notable cómo en pequeños detalles la película expone sus puntos cruciales: un sutil y veloz plano detalle de ciertos expedientes acumulados en una oficina pública supone una inteligente sugerencia de los daños que suele acarrear la burocracia estatal, y algunas escenas finales llaman a una reflexión profunda sobre ciertas herencias aciagas, sugeridas desde el título. 
Así, La misma sangre explora la temática de la culpa –asociándola directamente con el judaísmo–, pero por sobre todo, y en estrecha relación con ella, ese deseo humano subyacente e inconfesable de hacer sufrir al prójimo. Es muy interesante cómo se expone este sentir: en las muertes más o menos accidentales que se presentan a lo largo del metraje, un personaje desea el castigo, el dolor y hasta la muerte del damnificado en cuestión. Es sorprendente la forma en que el director y coguionista Miguel Cohan (el libreto fue escrito junto con su hermana Ana Cohan) vincula tales sentimientos con la enseñanza religiosa y una herencia ancestral que, según sugiere, también se reproduce en las generaciones venideras. Las escenas de entierros, en las que el énfasis está puesto en el tradicional rasgado de vestiduras y el perdón, se ven como auténticas hipocresías luego de presenciar los cuestionables comportamientos de los personajes.

Publicado en Brecha el 5/4/2019

jueves, 4 de abril de 2019

Nosotros (Us, Jordan Peele, 2019)

La mitad oscura


“Érase una vez una niña, y la niña tenía una sombra. Las dos estaban conectadas, atadas una a la otra. Si la niña comía, la comida que se le daba era cálida y sabrosa. Pero cuando la sombra tenía hambre, debía comer conejo crudo y sangriento. En Navidad, la niña recibía juguetes maravillosos, suaves y tiernos. Pero los juguetes de la sombra eran tan filosos y fríos que le lastimaban los dedos cada vez que intentaba jugar con ellos…” El texto del discurso de la doppelgänger, una suerte de gemela maldita de la protagonista, cerca de la mitad de la película, hiela la sangre hasta al más curtido. Hay mucho de perturbador en la idea de que la diversión de una persona suponga el infierno para otra, y esta película explota notablemente esta “fantasía” que, en el mundo en el que vivimos, no deja de tener cierta pertinencia y hasta fundamento. La mirada desencajada de la actriz Lupita Nyong’o, así como su voz rasposa y entrecortada profiriendo estas palabras, es de lo más inquietante que ha dado el cine de terror en los últimos años. 
Pero la película, brillante hasta el momento, no volverá a lograr otro clímax al nivel de esa escena. De hecho, Nosotros es perfectamente escalofriante hasta ese punto, pero todo parecería desbarrancarse, poco después. Es especialmente molesto el humor que el director Jordan Peele decide incorporar a partir de ese momento, con referencias absurdas que atentan contra el realismo logrado. Por ejemplo, el padre de la familia principal decide citar la película Mi pobre angelito luego de un primer enfrentamiento, como si luego de circunstancias capaces de shockear y traumatizar a todos los presentes hubiese cabida para esta clase de bromas. Otra gran incongruencia es que, según los caprichos del libretista, las “sombras” malignas son fuertes o débiles, capaces de asesinar implacablemente o terriblemente torpes. De esta manera, una de ellas es eliminada por el golpe que le asesta un niño, y otras parecen casi invencibles; una familia vecina es masacrada por ellos en segundos, mientras que a la familia principal le “regalan” tiempo para defenderse y hasta idear estrategias de contraataque. 
El desenlace es doblemente malo (siguen spoilers), con un enfrentamiento final que cae en la sobreexplicación y el giro “ingenioso”. Lo primero es prácticamente un lugar común: el villano decide ponerse a hablar sin parar justo en el momento de la contienda cuerpo a cuerpo, sin sentido práctico ni finalidad clara. Lo segundo es una vuelta de tuerca final que no sólo es innecesaria, sino que provee además otro cúmulo de incongruencias a la historia. Hay veces que es mucho mejor el sinsentido ominoso a la explicación racional, y en este caso esta lleva a que se comprendan aún menos ciertos puntos esenciales de la anécdota (incluyendo la existencia del discurso citado al inicio de esta reseña). No hay caso, Nosotros es un claro ejemplo de cómo una obra notablemente concebida puede llegar a ser arruinada por un texto defectuoso.

Publicado en Brecha el 29/3/2019