jueves, 30 de mayo de 2019

Ni en tus sueños (Long Shot, Jonathan Levine, 2019)

Más películas como esta, por favor 


Como reacción ya casi refleja, muchos espectadores optan por huirles como a la peste a varios de los géneros más revisitados de Hollywood como el terror, el cine infantil y la comedia. Y razones para ello no faltan; por el contrario, abundan. El subgénero de las comedias románticas debe de ser uno de los nichos que peores películas arrojan constantemente, engendros edulcorados capaces de provocar shocks glicémicos al espectador desprevenido. Pero lo cierto es que, por fortuna, de vez en cuando aparece una gran excepción, un notable ejemplo capaz de dignificar una vez más el género. Esta película es una de esas bienvenidas rarezas. 
Un periodista, recientemente desempleado y que atraviesa una crisis vocacional, se encuentra accidentalmente con una vieja amistad, su antigua babysitter, que hoy es nada menos que la secretaria de Estado de Estados Unidos, una de las personas más poderosas de la Casa Blanca. A partir de entonces, se establece entre ellos un vínculo profesional, por el cual él comienza a redactarle sus comprometidos discursos en su carrera a la presidencia. El humor es constante y mayormente efectivo, y es probable que esto sea el resultado de la conjunción dos notables guionistas, Dan Sterling (de las series televisivas The Office y Girls) y Liz Hannah (The Post), los cuales proveen al texto mucha gracia, pero además varios subtextos. Abundan las referencias más o menos veladas a la política estadounidense actual: la iniciativa comprometida con el medioambiente en la que se encuentra inmersa la protagonista es una clara referencia al Green New Deal, paquete de propuestas para abordar el calentamiento global, lanzado por la muy mediática activista y política demócrata Alexandria Ocasio-Cortez. Por otra parte, uno de los personajes más desagradables del cuadro (interpretado por Andy Serkis, nada menos que el Gollum de El señor de los anillos) satiriza a Steve Bannon, el estratega político que consiguió llevar a Donald Trump a la presidencia. Hay también notables apuntes, como el hecho de que la protagonista sea muy consciente de que cualquier subida de tono o elevación de la voz durante la campaña puede ser atribuida a la histeria u otros desórdenes mentales por parte de sus opositores. 
Es notable cómo esta película invierte buena parte de los roles de género: en este caso, ella es no sólo quien ostenta el poder, sino además la más controlada, centrada y racional, mientras que él se presenta como un sujeto impulsivo y pasional. La película explora notablemente cómo detrás de muchas mujeres poderosas suele haber también hombres capaces de apoyarlas, sin sentir su dignidad vulnerada por secundarlas o colaborar en su trabajo. Si bien Seth Rogen es un gran comediante y eso se sabe desde hace tiempo, quien sorprende positivamente es Charlize Theron, con una actuación contenida, pero que, a la vez, transita un gran arco emocional. Por sobre todo, existe una notable química en la pareja principal, algo fundamental para el buen funcionamiento de una comedia romántica. Quizá esto tenga que ver con que los dos son de por sí atractivos ya que, además de presentarse como humanos con sus problemas y vulnerabilidades, también tienen su dosis de encanto, sus principios y una postura combativa sumamente admirable. La audiencia llega rápidamente a sentir y comprender que, efectivamente, se merecen el uno al otro.

Publicada en Brecha el 17/5/2019

viernes, 10 de mayo de 2019

Shazam!

Huele a espíritu adolescente 


En una de las mejores escenas de esta película, el niño protagonista, convertido en un adulto y apenas consciente de sus nuevos poderes, tiene una desternillante pelea con el villano de turno en medio de una juguetería. Intentando escapar, le tira peluches por la cabeza, mientras el malo lo ataca con todo lo que tiene. En cierto momento, el héroe se ve parado accidentalmente sobre un teclado musical gigante, en un claro homenaje a Big, quisiera ser grande. La referencia no es gratuita, ya que esta película le debe mucho al clásico ochentero, tanto en espíritu como en su contagioso tono de comedia.
Es interesante como DC Films y Marvel Studios participan en una competencia abierta por el mercado hollywoodense de superhéroes, de forma similar a que DC Comics y Marvel Studios fueron, durante buena parte del S. XX, rivales históricos en el terreno de los cómics. Lo cierto es que DC Films, que hace unos diez años estaba plenamente abocado a historias graves, a tonos oscuros, a diálogos como sentencias y a conflictos pretendidamente importantes (en películas como Batman: The Dark Knight) se ha tenido que ir adaptando al creciente humor dictado por Marvel Films, quien sin dudas lleva hoy la batuta en cuanto a taquilla y es, por consiguiente, la que dicta el “estilo” de estas superproducciones. Lo cierto es que DC se ha adaptado con relativa eficacia y, lejos de quedar completamente rezagado, ha logrado recientemente algunas producciones de buen nivel, como La mujer maravilla y Aquaman. Pero, de todos modos, es bastante improbable que ésta, su última película, pueda vencer al taquillazo de Capitana Marvel de este año y sin dudas no le llegará ni a los talones a la inminente Vengadores Endgame, también de Marvel.
Pero la movida ha sido inteligente y sin dudas fue un acierto encargarle el proyecto al director David F. Sandberg, quien tiene en su historial un mérito nada menor: haber filmado Lights Out (2013) uno de los cortometrajes más terroríficos de todos los tiempos, una producción simple y de poco más de dos minutos que invoca miedos atávicos y que es capaz de hacer saltar del asiento hasta al más curtido (puede verse en youtube haciendo una búsqueda simple). Después de ese corto, Sandberg fue rápidamente reclamado por la industria e incorporado a sus filas, filmando una innecesaria versión en largometraje de Lights Out (2017) y Anabelle: Creation (2017).
Lo más meritorio de Shazam! Seguramente esté vinculado a sus propias limitaciones. Se trata del blockbuster de superhéroes de menor presupuesto que se haya visto en años, por lo que es lógico que se hayan debido compensar con inteligencia estas limitaciones. Los énfasis están puestos en los aspectos humorísticos, en personajes sólidos, en una historia pequeña que fluye sin demasiados cambios locativos. Así, el cuadro adolescente cobra protagonismo dotando a la película de una frescura atípica, bien acompañada de un libreto creativo y ameno. Como si la serie Stranger Things y Big confluyesen en una descontracturada historia de superhéroes. Y la fórmula funciona muy bien.

Publicado en Brecha el 12/4/2019