viernes, 17 de abril de 2009

Monstruos vs aliens (Monsters vs aliens, Rob Letterman, Conrad Vernon, 2009)

Grande y obediente


La anécdota de Monstruos vs. aliens parecería sacada de las kaiju-eiga, películas japonesas de monstruos de los años sesenta (Godzilla, Mothra) en las que lagartos o insectos gigantes derruían ciudades enteras, o se peleaban entre sí rodeados de increíbles maquetas de cartón-piedra. Una indestructible amenaza alienígena -no alien, como tradujeron en el título en español- lleva al gobierno de Estados Unidos a liberar uno de sus expedientes X mejor escondidos, un puñado de monstruos temibles para hacer frente al invasor.
Quizá las mejores características de esta película son las de haber creado un universo atractivo, aplicando las posibilidades ilimitadas de la animación a un género que se veía un tanto acotado por la acción real -Dreamworks ya lo había hecho con el cine de artes marciales en Kung-fu panda- así como esbozar personajes que, si bien no son demasiado sustanciosos, atraen por sus características particulares: una mujer gigante inspirada en El ataque de la mujer de 50 pies, un ser acuático medio mono y medio pez tomado de El monstruo de la laguna, un científico-cucaracha que mutó de igual manera que el protagonista de La mosca, una larva gigante que recuerda a Mothra, y una gelatina viviente, resultado del cruce entre un tomate transgénico y un postre, que es como La mancha voraz pero un poco más simpática.
Monstruos versus aliens tiene el mérito de ser perfectamente coherente en varias de sus reglas internas, por ejemplo en las proporciones de sus personajes. Uno de los monstruos más pequeños es capaz de levantar un auto y engullirlo, y el lineamiento traslada la totalidad de la acción a una escala colosal y extraordinaria. Si bien la protagonista es una mujer gigante, asimismo existen otras criaturas que desde su propia perspectiva son inmensos. La enormidad se impone y lleva a la película a una dimensión fantástica irresistible, donde se logran brillantes escenas de acción, como la persecución en la ciudad o una imponente lucha en el puente Golden Gate. Una despojada escena de vuelo demuestra, como pocas, la madurez formal que está alcanzando la empresa Dreamworks en materia de animación.
Si como entretenimiento la película funciona, resulta sin embargo muy curiosa la aproximación que en ella se hace a algunos temas. Es deliberado el papel activo y heroico que se le da a la protagonista, pasando de ser una chica-objeto pendiente de su exitoso marido a una mujer que se preocupa por los suyos y por la gente y lucha por defenderlos. Esa intencionalidad de proponer caracteres femeninos fuertes se reafirma en la hilarante escena en que una pareja en un auto tiene completamente invertidos los comportamientos prototípicos. Pero lo que llama la atención es la absoluta falta de oposición o resistencia de parte de la protagonista respecto a la decisión gubernamental de aislarla, recluirla, y utilizarla finalmente como carne de cañón. Hasta ella misma termina asumiendo su nombre de reclusa, Ginórmica, como una muestra final de afirmación personal. Libertad, sí, pero siempre dentro de las limitaciones impuestas.

Publicado en Brecha 17/4/2009

4 comentarios:

  1. Cuando comencé a leer la reseña me dije "pero qué descripción tan técnica y barroca" sobre todo para una película tan simple y tan de niños =)

    Pero luego me puse a leer otras de las tuyas y se nota que quien escribe es un verdadero crítico de cine.

    Gran Blog, colocaré una liga del mío hacia este.

    Saludos.

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  2. Je, nunca me habían acusado de técnico y barroco. Qué bueno, yo que pretendo ser claro y fluido...
    Supongo que la cuestión es que me interesa dar bastante información en pocos párrafos, y a lo mejor el resultado es que los textos puedan quedar un poco abigarrados...
    Se agradecen las palabras Gvn2, y retribuyo el link. Un abrazo!

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  3. Bueno, lo dije sólo por que me pareció un acercamiento muy serio para una película tan relajada, lo cierto es que yo termino haciendo lo mismo, a veces me re-leo y acabo riéndome de la manera que tengo para rebuscar una idea muy simple, supongo que cuando nos gusta algo es inevitable dejar de caer en ello.

    Saludos!

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