sábado, 19 de septiembre de 2009

La soledad (Jaime Rosales, 2007)

Brillante y radical

Con cámaras que parecieran estar atornilladas al suelo, en distantes y largos planos fijos, la película aborda a personajes que entran y salen de cuadro, se abocan a sus tareas diarias o conversan entre ellos sobre asuntos mayoritariamente triviales. En reiteradas ocasiones la pantalla se encuentra dividida verticalmente en dos, enfocando sus mismas acciones desde distintos ángulos. La división de la pantalla registra a los interlocutores por separado, aún cuando se encuentran hablando frente a frente. La “polivisión”, en palabras del director, “intenta enriquecer la expresión en aquellas escenas en las que hay un conflicto que tiene que ver con la necesidad y la imposibilidad de dos personas de estar juntas.” Porque La soledad, como el cine del maestro japonés Yasujiro Ozu, es, entre otras cosas, un retrato sobre la alienación, sobre la desintegración de las familias en las sociedades modernas. Pero aunque el abordaje pueda parecer frío y distante, la contemplación de los individuos en su accionar acaba despertando empatía por los personajes, y una increíble sensación de estar formando parte en los cuadros expuestos. Y paradójicamente, las emociones surgen en el espectador sin ser reclamadas con artificios, de forma automática. Al igual que en su impactante y genial ópera prima Las horas del día, nos encontramos frente a una obra a contracorriente, arriesgada, casi suicida. Rosales, además de hacer un filme que llega a los 130 minutos, opta por utilizar actores prácticamente desconocidos para los papeles, y todos ellos logran componer un cuadro de una aparente naturalidad propia de las más logradas películas de Rohmer o de la mejor tradición de las comedias francesas.
Aunque pueda sonar extraño, el sobrio abordaje a una cotidianeidad aparentemente irrelevante, acaba enfrentando al espectador a cuestiones tan trascendentes como el cáncer, la importancia del cuerpo en la subjetividad moderna, el doloroso traslado del campo a la ciudad, la separación de dos adultos con un hijo de por medio, las mezquindades familiares, el desprecio entre hermanos, el abandono de una hija a un hombre mayor y viudo, los trabajos monótonos e insatisfactorios, y, por supuesto, las tragedias desgarradoras e irreversibles, esas que estigmatizan y marcan a fuego a las personas. Porque cuando se lo propone, la película también se torna sorpresiva, penetrante y dolorosa. La soledad es un profundo drama sobre la fragilidad de la vida, y ante todo, una película deslumbrante.

6 comentarios:

  1. Por favor data de la péli, a ver si la conseguimos en DVD.
    pasa por mi blog q hago otra recomendación

    1 abrazo

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  2. No esperaba que esta película me gustase tanto, me puse a verla con kilos de recelo. Como dices, unas actuaciones muy rohmerianas y creíbles y un desarrollo de la trama aparentemente inane y lento que se acaba explicando por sí solo, visto el desarrollo de los personajes. Requiere un esfuerzo considerable del espectador pero vale la pena. Para cinéfilos pacientes, eso sí. Saludos.

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  3. Data, mmmm España 2007. No creo que te sea difícil encontrarla.

    Marc, ciertamente, no es para cualquiera. Supongo que lo mejor es verla en el cine, e ir preparado para algo extenso y que requiere un poco de uno mismo. Hecha la advertencia, la gente debería verla igual, aún con recelo.

    No tiene nada que ver, pero quiero dejar constancia en este sitio que Inglorious basterds es lo mejor que me pasó en mi vida! Ya escribiré largo y tendido al respecto.

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  4. Brutal y maravillosa.
    De obligada visión.
    Saludos

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  5. Hombre, pues me gusta que te guste, como se suele decir. A Rosales le caen palos por doquier, pero así es la cosa en este país de analfabetos. Te recomiendo, si no la has visto, TIRO EN LA CABEZA, aún más radical y dura.

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  6. Uuuuh la verdad que me dieron todas las ganas de verla, a ver si la consigo.
    Buen jueves para vos.

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