Contagiosos y malignos
Los archivisitados juegos de Facebook deben su popularidad a su sencillez y al poco tiempo que en apariencia insumen, pero también presentan sus costados reprobables y, considerando su poder de adicción, lo del tiempo reducido es más bien discutible.
Los archivisitados juegos de Facebook deben su popularidad a su sencillez y al poco tiempo que en apariencia insumen, pero también presentan sus costados reprobables y, considerando su poder de adicción, lo del tiempo reducido es más bien discutible.
Embarcarse en un artículo sobre juegos en Facebook implica ciertos riesgos, sobre todo para quienes admitimos tener cierta tendencia obsesivo-compulsiva. Al jugarlos hay que lidiar con cierta ansiedad por ascender un nivel más, por hacer ese esfuerzo extra para alcanzar un puntaje mayor y arrebatarle el primer puesto al amigo que encabeza la lista semanal de récords. Y finalizado el estudio, el cronista deberá conseguir un sustituto atrayente y poderoso para lograr deshacerse de una docena de adicciones simultáneas.
Un aspecto algo reprobable de muchas de estas aplicaciones es su costado “viral”, la indisimulada forma en que utilizan a los mismos jugadores para reclutar contactos -estimulándolos a postear en sus perfiles cuestiones relacionadas con los juegos, premiando particularmente a quien lo hace- y así acrecentar su alcance y su tráfico, y por consiguiente, sus ganancias económicas y las de Facebook, ya que para usar cualquiera de estos juegos se necesita ser usuario y tener un perfil en la página. Si alguien se interesó en alguno porque lo vio en una computadora ajena, para jugarlo tendrá que, primero, inscribirse en el sitio.
Otro aspecto molesto es que muchos de estos juegos explotan la ansiedad de los usuarios. La lógica es la siguiente: en algunos casos (Farmville, Mafia wars, Vampire wars) tienen una jugabilidad acotada, es decir, el jugador utiliza ciertos recursos (energía, salud, dinero) de su personaje para avanzar, pero cuando éstos se terminan se agota su margen de maniobra y debe abandonar el juego hasta que sus medidores se recarguen -esto puede demorar unas cuantas horas, o hasta un día en tiempo real-. La única manera de continuar cuando estos recursos se agotaron es pagando, y con dinero real. Es decir, si uno tiene una tarjeta de crédito puede invertir para obtener privilegios específicos -recargas energéticas, por ejemplo- para seguir jugando y subiendo niveles con mayor margen de libertad.
Uno puede pensar que habría que ser un tanto imbécil para pagar por recursos virtuales, insignificantes y prácticamente inútiles, pero es de suponer que uno entre varios miles de usuarios sucumbe ante la oferta. Y considerando que todas las aplicaciones aquí nombradas tienen un tráfico de más de un millón de usuarios por día, es creíble que las ganancias en este sentido sean considerables.
La empresa que encabeza los tops de tráfico en Facebook es Zynga games, y como veremos más adelante, su principal mérito es el de plagiar abiertamente juegos ajenos, simplificándolos, agilizando sus interfases y convirtiéndolos en las vedettes del sitio.
Lo peor. Farmville, de Zynga games es otra prueba tangible de que 23 millones de moscas al día pueden estar muy equivocadas. El juego que hoy está en el top de Facebook es una mala copia de otro llamado Farm Town, y consiste en sembrar para obtener vegetales, cosecharlos y obtener dinero, comprar semillas y árboles para luego obtener más y más dinero, comprar animales (que después dan más dinero) expandir el terreno para poder plantar más hortalizas, frutas y árboles y tener más animales, más poder adquisitivo e ir subiendo de nivel -cada vez que se asciende se desbloquean más cosas para comprar- hasta el infinito. Es esencialmente molesto que la granja se plantee en un mundo idílico y que no existan amenazas que hagan la interacción mínimamente atractiva. No hay un gran hacendado que haga la competencia, no hay vaivenes de mercado, no hay sequías, los animales no mueren nunca y ni siquiera viene un vecino con una motosierra dispuesto a cercenarlos vivos–esto último sería casi deseable-.
Como parece ya una modalidad en estas aplicaciones, el jugador nunca pierde, se juega durante un rato y se abandona para retomarse en otro momento. Si se planta una semilla hoy, mañana o en unos días debe reingresarse para poder cosechar los vegetales producidos; si se dejan pasar varios días, los vegetales se pudren.
Más que un juego es una gansada. Evidentemente está orientado a niños pequeños, o a gente que nunca jugó un buen juego de estrategia o de simulación en su vida.
Un poco mejor que Farmville (lo que lo vuelve, pongamos "medianamente aceptable" es Vampire wars, también de Zynga games. En realidad es lo mismo que Mafia wars, Mob wars o Castle age, pero por ser más reciente, es de ellos el que está mejor pensado y calibrado, aunque las diferencias sean mínimas. Lo curioso de estos juegos es que son totalmente conceptuales. No hay acción ni animación alguna, apenas unos gráficos estáticos, y no se requieren habilidades específicas para avanzar -quizá ser bueno en matemáticas sirva para pasar de nivel más rápido-, lo que se premia en cambio es la constancia, la persistencia y la paciencia para retomar periódicamente el juego y continuarlo después. También se premia la popularidad, porque cuantos más amigos se tiene jugando mayor es la fuerza de su “clan” y la posibilidad de ganarle a otros. Un punto favorable es que no insume demasiado tiempo ya que la jugabilidad no excede los diez o veinte minutos, y pasado ese tiempo al usuario ya no le queda nada más por hacer.
El objetivo es ir cumpliendo misiones, luchar contra otros vampiros -como se dijo, sin acción, tan sólo pueden verse textos y cifras que indican el éxito de las misiones o los indicadores de daños durante las peleas- e ir ascendiendo de nivel. Quizá el mayor defecto es que en este juego nunca se pierde; si existiera ese riesgo se volvería mucho más interesante. Incluso es engañoso en este sentido, ya que cuando uno ataca a un enemigo especialmente débil -otro usuario de Facebook-, un cartel señala que lo asesinó, cuando en realidad lo único que hizo fue bajarle temporalmente el medidor de salud. Pero evidentemente no le conviene a Zynga -ni a Facebook- que los jugadores pierdan y abandonen, sino que queden cautivos y reclutando a otros jugadores la mayor cantidad de tiempo posible.
Otro de los juegos que entran en la categoría de que hay que estar bastante mal para jugarlo demasiado seguido es Pet society, de Playfish. La idea de la mascota virtual -aquellos tamagotchi que proliferaron a lo largo del mundo hace más de diez años- pero con unos cuantos agregados que la vuelven más atractiva. El animal puede ser diseñado y vestido a gusto del usuario -y la variedad en este sentido es casi infinita- y vive en una casa con distintas habitaciones que deben ser amobladas a medida que se avanza. La mascota tiene varios medidores: salud, higiene y felicidad, que deben mantenerse estables, por lo que hay que divertirla, alimentarla y bañarla con cierta periodicidad. Claro que a diferencia de los tamagotchi nunca muere -en el peor de los casos queda decaída o llena de moscas- y nada impide que se la abandone por un año y se la retome luego. Es necesario ir juntando dinero -jugando carreras, visitando amigos, haciendo tareas comunitarias- para que se pueda ir amoblando y decorando su casa, y aquí el jugador tiene una gran maniobrabilidad para diseñar las habitaciones a su antojo. De hecho, nada impide que transforme las distintas salas en playas, discotecas o basurales, y ese gran margen de libertad es el principal atractivo del juego. Los amigos en Facebook que hacen uso de la aplicación a su vez pueden visitar la casa de la mascota propia, hacerle regalos, jugar con ella y ver sus habitaciones. Quizá esté pensado para niños, pero es asombrosa la cantidad de adultos que suele encontrarse en interacción con este juego; y no muchos de ellos tienen hijos como para poner de excusa.
Lo bueno. No debe de existir forma más entretenida y rápida de aprender a tipear velozmente y sin errores que jugar repetidamente a Typing maniac de Metrogames. Cuando empieza la partida, comienzan a caer carteles con palabras y el jugador debe tipear rápidamente la palabra escrita, más la tecla Enter. Si escribió correctamente la palabra desaparecerá, pero si la escribe con algún error la misma comenzará a caer más rápido. Si varias palabras caen al suelo, la partida finaliza. Los primeros tres niveles no presentan mayor dificultad y son relativamente fáciles, pero después la cosa empieza a complicarse, y de qué manera. Hay palabras coloreadas que traen premios acumulables, los que hay que saber usar para sobrevivir cuando se presentan verdaderas avalanchas de palabras. Uno de los premios es el fuego, que se activa tipeando la palabra “fire” y quema todas las palabras que hay en la pantalla. Otro es “ice” que congela las palabras y le permite al jugador eliminarlas rápidamente, otro “slow” enlentece la caída y “wind” hace desaparecer la montaña de palabras caídas, llevando los errores de la partida a cero.
Luego de pasado el nivel 7 el juego se vuelve un verdadero infierno enloquecedor, una imparable lluvia de términos. De vez en cuando aparecen palabras interesantes como “coño” “puta” “follar”, y cierto es que desconcentran un poco. Si la partida termina y uno obtuvo escaso puntaje, le aparece un cartel avisando que está al nivel de un triceratops, y que es tan grande como lento; si uno jugó dignamente se lo compara con un soldado romano y dice que puede dominar pero no con las palabras, y si uno se desenvolvió con indecible agilidad sale el dibujo de un tipo del montón y pone: “tienes el conocimiento pero estás muy lejos de ser un erudito”. Es la clase de provocaciones que a muchos los mantiene jugando.
Otro de los buenos juegos en Facebook es Bejewelled Blitz, de Popcap Games. El ya clásico Bejewelled es un juego de habilidad visual y psicomotriz en el cual aparece en pantalla un cuadrado con sesenta y cuatro joyas alineadas, de distintas formas y colores. El jugador intercambia una joya por otra adyacente, intentando alinear tres del mismo color. Cuando esto ocurre, esas tres desaparecen, dejando caer las que están encima y haciendo aparecer nuevas. Es muy sencillo y lo puede jugar cualquiera, sin que necesariamente esté habituado a esta clase de juegos. La novedad de la aplicación para Facebook es que tan sólo se dispone de un inalterable minuto de juego, y en ese tiempo el jugador tiene que intentar hacer la mayor cantidad de puntos posibles. Son novedosas también ciertas ayudas para hacer más puntos, -hay premios especiales si logran alinearse cinco joyas juntas, y joyas específicas que multiplican el puntaje-.
No hay que dejarse llevar por el escaso tiempo que en apariencia insume, ya que nunca se juegan tam sólo diez o quince partidas. Uno puede pasarse horas intentando superar la puntuación que ya consiguió. La interfase está tan bien diseñada que cuando se termina una partida sale inmediatamente un maldito “play again” para clickear y tener una nueva oportunidad. Y para perjuicio de muchos usuarios, sus obligaciones y sus familias, este juego es quizá el más adictivo de los que hoy ofrece Facebook.
No hay que dejarse llevar por el escaso tiempo que en apariencia insume, ya que nunca se juegan tam sólo diez o quince partidas. Uno puede pasarse horas intentando superar la puntuación que ya consiguió. La interfase está tan bien diseñada que cuando se termina una partida sale inmediatamente un maldito “play again” para clickear y tener una nueva oportunidad. Y para perjuicio de muchos usuarios, sus obligaciones y sus familias, este juego es quizá el más adictivo de los que hoy ofrece Facebook.
Otro de los juegos adictivos es Brain buddies de Wooga. Similar al Who has the biggest brain?, aunque un poco mejor, el juego ofrece cuatro instancias en las que el usuario pone a prueba varias de sus capacidades: memoria, lógica, cálculo y visual. No debe tomarse en serio como medidor de inteligencia -¿acaso puede tomarse en serio algún medidor de inteligencia?- pero sí se trata de un ejercicio mental estimulante y entretenido. En cada una de las instancias se presentan distintas pruebas, siempre acotadas por el tiempo, y que varían de partida en partida. Se suman finalmente las distintas puntuaciones de cada una de las áreas, dando un puntaje en gramos que señalan el supuesto “peso” del cerebro del jugador. Sin dudas ayudan mucho la velocidad con la que se resuelven cuentas matemáticas sencillas, los reflejos y la velocidad de reacción, y por supuesto, el que persevere podrá acrecentar considerablemente su peso cerebral. Por la variedad de las instancias y el dinamismo general se trata de un juego muy atractivo, y al final proporciona una tabla comparativa en donde uno puede ver sus distintas habilidades confrontadas con las de otros amigos registrados en Facebook que alguna vez jugaron. La existencia de trofeos virtuales para los que logran hazañas específicas propicia también la competencia entre amigos, y los puntajes comparados son un medidor para que el jugador cuente con un objetivo a alcanzar -esto es una constante de muchos de estos juegos, así como la existencia de trofeos-.
Lo mejor. Music challenge, de Metrogames, al igual que los juegos más interesantes, simpáticos y divertidos de esta selección (Typing maniac, Bejewelled blitz) no ofrece privilegios específicos ni desestima la inteligencia de sus jugadores. Entre decenas de quizzes absurdos y mal ideados, se encuentra este desafío que hará las delicias de los melómanos; se van introduciendo fragmentos musicales, y al mismo tiempo una lista con seis títulos de canciones, de la cual el jugador debe señalar cuál pertenece al tema que está sonando. Cuando se aciertan varios títulos seguidos debe responderse en poco tiempo –también con múltiple opción- cuáles son los artistas de esos mismos temas. Un cronómetro decreciente cuenta un minuto, y durante ese tiempo se debe intentar acertar la mayor cantidad de veces. La idea es sumamente sencilla, pero asimismo es estimulante la dinámica y la gama musical presentada. Son temas que podrían sonar en una rockola de un boliche, y los estilos son variados: pop, rock, punk, reggae, metal, dance, hip-hop, country, electrónica, baladas, jazz y hasta algo de música latina.
Los criterios que los creadores utilizaron para elegir los temas parecen respetables, y generalmente se escuchan y parecen sonar de algún sitio. Podría criticarse la desmedida presencia de grupos como Creed o Roxette y de solistas como Britney Spears o Robbie Williams, pero más allá de que a cada uno le puedan gustar más o menos los fragmentos presentados, hay que convenir que todos son de artistas que tienen su peso y su relevancia, aunque sea en su registro musical. Cuando el tiempo se agota y la jugada terminó, aparece un listado con todos los temas que sonaron, aportando su costado pedagógico al asunto, ya que queda a disposición del usuario la exploración de los artistas que no eran de su conocimiento.
Lo mejor. Music challenge, de Metrogames, al igual que los juegos más interesantes, simpáticos y divertidos de esta selección (Typing maniac, Bejewelled blitz) no ofrece privilegios específicos ni desestima la inteligencia de sus jugadores. Entre decenas de quizzes absurdos y mal ideados, se encuentra este desafío que hará las delicias de los melómanos; se van introduciendo fragmentos musicales, y al mismo tiempo una lista con seis títulos de canciones, de la cual el jugador debe señalar cuál pertenece al tema que está sonando. Cuando se aciertan varios títulos seguidos debe responderse en poco tiempo –también con múltiple opción- cuáles son los artistas de esos mismos temas. Un cronómetro decreciente cuenta un minuto, y durante ese tiempo se debe intentar acertar la mayor cantidad de veces. La idea es sumamente sencilla, pero asimismo es estimulante la dinámica y la gama musical presentada. Son temas que podrían sonar en una rockola de un boliche, y los estilos son variados: pop, rock, punk, reggae, metal, dance, hip-hop, country, electrónica, baladas, jazz y hasta algo de música latina.
Los criterios que los creadores utilizaron para elegir los temas parecen respetables, y generalmente se escuchan y parecen sonar de algún sitio. Podría criticarse la desmedida presencia de grupos como Creed o Roxette y de solistas como Britney Spears o Robbie Williams, pero más allá de que a cada uno le puedan gustar más o menos los fragmentos presentados, hay que convenir que todos son de artistas que tienen su peso y su relevancia, aunque sea en su registro musical. Cuando el tiempo se agota y la jugada terminó, aparece un listado con todos los temas que sonaron, aportando su costado pedagógico al asunto, ya que queda a disposición del usuario la exploración de los artistas que no eran de su conocimiento.
Y firme con sangre
Si ya de por sí el contrato que se establece con Facebook al crearse un usuario –de esos larguísimos que todo el mundo acepta pero nadie lee- es abusivo e infrecuente en lo que refiere a políticas de privacidad, aún lo son más los que se establecen con Zynga al momento de utilizarse algunas de sus aplicaciones. Aquí van unos fragmentos del contrato para su juego Mafia wars:
“Usted concede a Zynga el derecho perpetuo totalmente liberado y libre de regalías y licencia sin restricciones, incondicionales, ilimitadas, mundiales, irrevocables, de alojar, utilizar, copiar, distribuir, reproducir, divulgar, vender, revender, otorgar sublicencia, exhibir, realizar, transmitir, publicar, difundir, modificar, hacer trabajos derivados de los mismos, retitular, reformar, traducir, archivar, almacenar, almacenar en memoria caché o de otra manera, explotar de cualquier modo, todo o cualquier porción de su Contenido de Usuario y cualquier Contenido de Colaboración (…) al cual haya contribuido, para cualquier propósito, en cualquier y todos los formatos; en o con cualquier y todos los medios, software, fórmula o medio ahora conocidos o de aquí en adelante conocidos; y con cualquier tecnología o dispositivo ahora conocido o de aquí en adelante desarrollado, y hacer publicidad, comercializarlos y promoverlos. Usted además acuerda que Zynga es libre de utilizar cualquier idea, información, conceptos, conocimientos técnicos o las técnicas contenidos en cualquier Contenido de Usuario que usted envíe al Sitio (Facebook) o a Zynga, para cualquier propósito, incluyendo, sin limitación, desarrollo, producción, comercialización y de otra manera la explotación de productos y/o servicios utilizando tal Contenido de Usuario, y sin remuneración de ninguna clase (…) A excepción de lo prohibido por ley, usted renuncia a cualquier derecho de atribución y/o cualquier supuesto derecho moral que pueda tener en cualquier Contenido de Usuario que usted remita, incluso si tal Contenido de Usuario es alterado o de alguna forma cambiado no conforme a lo que usted acuerde.”
Lo curioso es que en ninguna parte del contrato se incluya una cláusula por la cual se acepta entregar voluntaria, eternamente y sin restricciones el alma a Zynga. Probablemente los responsables no hayan encontrado el vocabulario jurídico para hacerlo.
“Usted concede a Zynga el derecho perpetuo totalmente liberado y libre de regalías y licencia sin restricciones, incondicionales, ilimitadas, mundiales, irrevocables, de alojar, utilizar, copiar, distribuir, reproducir, divulgar, vender, revender, otorgar sublicencia, exhibir, realizar, transmitir, publicar, difundir, modificar, hacer trabajos derivados de los mismos, retitular, reformar, traducir, archivar, almacenar, almacenar en memoria caché o de otra manera, explotar de cualquier modo, todo o cualquier porción de su Contenido de Usuario y cualquier Contenido de Colaboración (…) al cual haya contribuido, para cualquier propósito, en cualquier y todos los formatos; en o con cualquier y todos los medios, software, fórmula o medio ahora conocidos o de aquí en adelante conocidos; y con cualquier tecnología o dispositivo ahora conocido o de aquí en adelante desarrollado, y hacer publicidad, comercializarlos y promoverlos. Usted además acuerda que Zynga es libre de utilizar cualquier idea, información, conceptos, conocimientos técnicos o las técnicas contenidos en cualquier Contenido de Usuario que usted envíe al Sitio (Facebook) o a Zynga, para cualquier propósito, incluyendo, sin limitación, desarrollo, producción, comercialización y de otra manera la explotación de productos y/o servicios utilizando tal Contenido de Usuario, y sin remuneración de ninguna clase (…) A excepción de lo prohibido por ley, usted renuncia a cualquier derecho de atribución y/o cualquier supuesto derecho moral que pueda tener en cualquier Contenido de Usuario que usted remita, incluso si tal Contenido de Usuario es alterado o de alguna forma cambiado no conforme a lo que usted acuerde.”
Lo curioso es que en ninguna parte del contrato se incluya una cláusula por la cual se acepta entregar voluntaria, eternamente y sin restricciones el alma a Zynga. Probablemente los responsables no hayan encontrado el vocabulario jurídico para hacerlo.
Publicado en Brecha 11/12/2009
buenísimo, che! me acuerdo de las polémicas sobre las implicaciones éticas e ideológicas que pintaron en su momento con los sims y después con second life... ahora ese formato lo ves hasta en la sopa, y es que vende que da miedo. te la van metiendo de a poquito...
ResponderEliminarMe considero una adicta de facebook y de sus juegos, y aún así no conocía algunos de ellos, que estuve probando hace un momento como Brain Buddies y me encantó!....podemos un día de estos hacer un reto de quién hace más puntaje, no?
ResponderEliminarBasil, sí, son una plaga, y están por doquier. Por lo pronto a mí me dejaron de interesar ese tipo de juegos de simulación de vida real...
ResponderEliminarCIFS: Nada de retos, ya tuve una sobredosis y estoy tratando de alejarme...
Gracias a ambos por comentar!
Los responsables juridicos no tienen alma, esa puede ser su limitación. Eso de los juegos es muy curioso y sucede cuanto te aburres de tus contactos. Yo jugue el de carreras donde ganabas de forma aleotoria ajajaja solo le picaba mil veces y asi hacia "dinero". Es muy curioso el mundo virtual, recuerdo que un tipo vendio su casa real para comprarse una en second life. Ahi esta la nueva economía.
ResponderEliminarbuenìsimo faraone, aparte te tomaste el laburo de leer el faquin contrato y tal cual, la cantidad de cosas que uno acepta registràndose en mil lugares de internet. che, y pà cuàndo un espacio seguido de crìtica de videojuegos? que un sponsor te ponga una màquina tope y dale catanga!
ResponderEliminarme quedó una cosa colgada. no puedo decir que sean peligrosos, pero bueno... habrà que ver. en todo caso el apunte venìa porque recordè que un amigo que trabaja haciendo cosas para videojuegos me dijo que ahora lo que sucede en Internet es que si vos tenès capacidad para hacer tres videojuegos te compran los tres, si podès producir diez, te compran los diez, y si podès generar mil, vendès los mil. el tema viral y demàs (que tambièn tiene qu ver con los tèrminos del contrato que citaste) debe tener que ver con esta proliferaciòn. despuès de todo, parecen buenas herramientas para hacer estudios estadìsticos de marketing y comportamiento en la red.
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