sábado, 25 de septiembre de 2010

Cinco minutos de gloria (Five minutes of heaven, Oliver Hirschbiegel, 2009)

Heridas abiertas


La UVF (Fuerza voluntaria del Ulster) fue hasta hace poco tiempo un violento grupo paramilitar de Irlanda del Norte, leal a la corona británica. Sus integrantes eran unionistas, anglicanos y conservadores y, al igual que los de otras organizaciones paramilitares -la UDA, la OV- perpetraron centenares de asesinatos contra civiles católicos, ya que veían en ellos una amenaza y los asociaban con la Irlanda independiente. En Lurgen, en octubre del año 1975, el adolescente Alistair Little, de 17 años, ejecutó a su vecino católico Jim Griffin, como forma de ganar prestigio y asegurarse la entrada a la UVF. Luego de cumplir una condena de 12 años Little, arrepentido, se dedicó a viajar por el mundo predicando activamente por la no-violencia.
A partir de estos hechos reales, el guionista británico Guy Hibbert (que ya había escrito varios libretos relacionados con el conflicto) imaginó una instancia hipotética: qué pasaría si Little se encontrara hoy cara a cara con el único sobreviviente de la familia Griffin. Así esta película expone los hechos ocurridos en 1975 y plantea asimismo un reality-show televisivo en el que se enfrentarían por fin, luego de treinta y tres años, el victimario y la víctima indirecta. Los dos se muestran como personajes traumatizados y agobiados por su pasado, y los dos acceden a concretar el insólito encuentro, aunque pronto sabremos que por razones muy distintas: mientras Little busca redimirse, Griffin planea concretar su venganza asesinando frente a cámaras al verdugo de su hermano.
El director alemán Oliver Hirschbiegel (El experimento, La caída) ya había demostrado su habilidad para exponer situaciones incómodas, claustrofóbicas y prácticamente irrespirables, y gracias a esa impronta Cinco minutos de gloria es una película recargada y sumamente intensa. Largos primeros planos generan un atípico involucramiento con ambos personajes, y mediante repentinos flashbacks se sugieren sus pensamientos en los momentos más angustiosos. Liam Neeson (Little) y James Nesbitt (Griffin) logran protagonistas convincentes, y la desmesurada ansiedad y el palpable desequilibrio del último vuelven su sola presencia un poderosísimo elemento de tensión. También brilla especialmente Anamaria Marinca (4 meses, 3 semanas, 2 días), como casual confidente de ambos personajes.
El programa de televisión se muestra como el vehículo banalizador por excelencia, en su pretensión de buscar “verdad” y “conciliación” mediante un forzado encuentro frente a cámaras. Pero los realizadores supieron alejarse de esa ingenuidad y dar cuentas, con notable poder de sugerencia, que la cicatrización de las heridas de una guerra centenaria, la superación, la reparación y la reconciliación son instancias difíciles, sumamente improbables y prácticamente idílicas. Que no es verdad que el tiempo lo cure todo, que el perdón puede parecerle a muchos una palabra absurda, y que las espirales de violencia causan, en el entramado social, estragos inimaginables.

Publicado en Brecha el 24/9/2010

2 comentarios:

  1. ¡¡Apa apa!! Tiene todavía más pinta que cuando la viché (la sinópsis, no la peli) por primera vez. Además ya tengo casi convencido a mi acompañante de cine preferido (ay, los parciales y el cine...). Cuando la vea, paso a romper las... a comentar :D

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