Despuntando vicios
De
no
haber
obtenido
millones
de
visitas
en
youtube,
es
probable
que
el
largometraje
argentino
La educación
prohibida
hubiese
sido
ignorado
olímpicamente
por
la
prensa.
El
documental
fue
debidamente
vapuleado
en
varios
medios
escritos
por
sus
propuestas
maniqueas,
su
falta
de
rigor
y
lo insustancial de sus fundamentos.
Por fuera de
eso,
la
película
es
un
compilado
de
todo
lo
que
no debería hacerse para
lograr
un
buen
documental.
Hay un factor intrínseco
a los buenos documentales que es la capacidad de hacer al espectador
partícipe en un proceso de descubrimiento. Lograr un largometraje
documental supone muchos desafíos, pero quizá el mayor sea
establecer la participación activa del espectador durante todo el
tiempo que dura el metraje. Para lograrlo pueden hacerse uso de un
sinfín de herramientas, pero en cualquier caso, debería quedar
planteado un enigma, presentarse una puerta abierta, e irse
dosificando la información adquirida para que el interesado pueda
acompañar un recorrido determinado.
Michael Moore hace ya una
década popularizó y logró implantar y generalizar el documental
subjetivo, con su éxito Bowling for
columbine. Esta
clase de
documental
se
opone
al
formato "expositivo"del documental más clásico. Así,
el mismo director se hizo parte indivisible de la película,
apareciendo delante y detrás de las cámaras, y ofreciéndose como
un estimulante guía durante el proceso de aprendizaje. El espectador
parecía acompañado y dinámicamente orientado, y Moore, partiendo
de una tesis, lograba desarrollarla, convenciendo por saber
incorporar a su audiencia en su planteo y en su investigación.
Quizá el principal
problema en la estructura de La educación
prohibida esté en que, desde su mismo comienzo, ya es
puesta en evidencia su tesis. Es decir: desde que la película
comienza ya puede saberse hacia dónde apunta y qué es lo que se
quiere demostrar. Si sostener un documental de más de dos horas y
quince minutos ya es una tarea ardua de por sí, más aún lo es si
se queman los giros, las posibles sorpresas, las conclusiones a las
que se quieren llegar. Es muy probable que una amplia mayoría de
esos millones de internautas que vieron, compartieron, o hicieron
click en "me gusta" no hayan visto la película completa;
quizá ni hayan logrado pasar de su primera media hora. La
educación prohibida empieza desde lo que
debería ser su final; se adapata perfectamente a la web porque no es
necesario verla entera para entenderla, sino que con sólo ver un
fragmento inicial se comprende su postulado principal: que el
paradigma dominante de nuestra educación ha quedado obsoleto.
Se trata de un postulado
perfectamente válido, una posición y una inquietud legítima para
sostener un documental, pero el problema es que el director Germán
Doin se dedica a acumular, en las siguentes dos horas, fundamentos
para sostener y reafirmar esa tesis inicial. La sumatoria ad
infinitum de
entrevistas,
la
dramatización
mediante
actores,
y
las
animaciones
para
ilustrar
argumentos
son
las
herramientas
utilizadas,
y
todas
ellas
se
inscriben en
una
misma
dirección.
Del
recurso
de
la
dramatización
no
puede
esperarse
demasiado
-se
ha
devaluado
lo
suficiente
por
su
uso
y
abuso
en
programas
televisivos
sensacionalistas-
y su
utilización
en
documentales
debería
limitarse
a acciones
cuya
descripción
resultaría
engorrosa
o
confusa;
digamos
la
recreación
de
un
crimen,
de
un
recorrido,
de
un
accidente.
La escenificación
debe revelar detalles
necesarios para
la
comprensión
general.
En
cualquier
caso,
lo
ideal
en estos casos sería
filmar
con
austeridad
estos
fragmentos
y
buscar
actuaciones
neutrales
o
no-actuaciones,
para
evitar
volcar una
carga
subjetiva
a
los
hechos.
En La educación prohibida
las
dramatizaciones son utilizadas de la peor manera posible. Se crean
situaciones que pretenden ilustrar las afirmaciones vertidas:
profesores impartiendo clases con cara de odio, alumnos esposados a
los pupitres o repitiendo lecciones como autómatas. En cualquier
caso, aquí el recurso además de ser redundante es terriblemente
manipulador, y en vez de lograr su cometido lleva a pensar en los
realizadores y en su falta de seguridad para exponer sus
convicciones.
Lo mismo cabe
pensar de las animaciones. En cualquier caso, el recurso es más
simpático que la dramatización con actores de carne y hueso, ya que
no se vende como una realidad. La animación es bienvenida a la hora
de ilustrar argumentos o de elaborar una tesis (recordar la de
Bowling for columbine),
pero de todos modos, aún en este registro hay ciertos límites. Si
se presentan a niños en una cadena de montaje a los que se les abren
las tapas de los sesos y se les comienzan a vertir libros adentro,
vamos mal.
Pero el recurso que más
se utiliza en la película es la entrevista, las clásicas "cabezas
parlantes" (en inglés "talking heads"). Un sinfín de educadores (más de noventa) que se
abocan a propuestas educativas alternativas y que dejan opiniones.
La elección de entrevistados que adhieren todos a la tesis principal
le otorga a la película un caracter panfletario -no hay nada de malo
en ello; panfletos los hay buenos y malos-, pero no es menor el
detalle de que, junto a las entrevistas, aparezca el nombre de la
persona y el colegio del que forma parte -que en su amplia mayoría
son instituciones privadas-. A la hora de elegir entrevistados para
fundamentar una tesis conviene recurrir a personas idóneas y
formadas que tengan cierta independecia de criterio y que
preferentemente no tengan intereses profesionales y económicos en la
materia en cuestión. El documental ataca las formas de educación
dominantes y se dedica, al mismo tiempo, a publicitar casas de
enseñanza, dejar un puñado de "sugerencias" para los
padres interesados.
"El niño
ha sido considerado un objeto de estudio, una rata dentro del
laboratorio de socialización más grande de la historia, cuyo
principal objetivo fue modelar al ser humano"
se editorializa mediante la voz en off de Gastón Pauls, describiendo
la educación tal y cual la conocemos hoy. Las respuestas
prefabricadas, la repetición de conceptos, las afirmaciones
presentadas como verdades irrestrictas son varios de los principales
blancos a los que dispara este documental y también,
lamentablemente, sus propios recursos.
Publicado en "El Boulevard", 10/2012