domingo, 21 de octubre de 2012

Un documental nefasto

Despuntando vicios

De no haber obtenido millones de visitas en youtube, es probable que el largometraje argentino La educación prohibida hubiese sido ignorado olímpicamente por la prensa. El documental fue debidamente vapuleado en varios medios escritos por sus propuestas maniqueas, su falta de rigor y lo insustancial de sus fundamentos. Por fuera de eso, la película es un compilado de todo lo que no debería hacerse para lograr un buen documental.

Hay un factor intrínseco a los buenos documentales que es la capacidad de hacer al espectador partícipe en un proceso de descubrimiento. Lograr un largometraje documental supone muchos desafíos, pero quizá el mayor sea establecer la participación activa del espectador durante todo el tiempo que dura el metraje. Para lograrlo pueden hacerse uso de un sinfín de herramientas, pero en cualquier caso, debería quedar planteado un enigma, presentarse una puerta abierta, e irse dosificando la información adquirida para que el interesado pueda acompañar un recorrido determinado.
Michael Moore hace ya una década popularizó y logró implantar y generalizar el documental subjetivo, con su éxito Bowling for columbine. Esta clase de documental se opone al formato "expositivo"del documental más clásico. Así, el mismo director se hizo parte indivisible de la película, apareciendo delante y detrás de las cámaras, y ofreciéndose como un estimulante guía durante el proceso de aprendizaje. El espectador parecía acompañado y dinámicamente orientado, y Moore, partiendo de una tesis, lograba desarrollarla, convenciendo por saber incorporar a su audiencia en su planteo y en su investigación.
Quizá el principal problema en la estructura de La educación prohibida esté en que, desde su mismo comienzo, ya es puesta en evidencia su tesis. Es decir: desde que la película comienza ya puede saberse hacia dónde apunta y qué es lo que se quiere demostrar. Si sostener un documental de más de dos horas y quince minutos ya es una tarea ardua de por sí, más aún lo es si se queman los giros, las posibles sorpresas, las conclusiones a las que se quieren llegar. Es muy probable que una amplia mayoría de esos millones de internautas que vieron, compartieron, o hicieron click en "me gusta" no hayan visto la película completa; quizá ni hayan logrado pasar de su primera media hora. La educación prohibida empieza desde lo que debería ser su final; se adapata perfectamente a la web porque no es necesario verla entera para entenderla, sino que con sólo ver un fragmento inicial se comprende su postulado principal: que el paradigma dominante de nuestra educación ha quedado obsoleto.
Se trata de un postulado perfectamente válido, una posición y una inquietud legítima para sostener un documental, pero el problema es que el director Germán Doin se dedica a acumular, en las siguentes dos horas, fundamentos para sostener y reafirmar esa tesis inicial. La sumatoria ad infinitum de entrevistas, la dramatización mediante actores, y las animaciones para ilustrar argumentos son las herramientas utilizadas, y todas ellas se inscriben en una misma dirección.
Del recurso de la dramatización no puede esperarse demasiado -se ha devaluado lo suficiente por su uso y abuso en programas televisivos sensacionalistas- y su utilización en documentales debería limitarse a acciones cuya descripción resultaría engorrosa o confusa; digamos la recreación de un crimen, de un recorrido, de un accidente. La escenificación debe revelar detalles necesarios para la comprensión general. En cualquier caso, lo ideal en estos casos sería filmar con austeridad estos fragmentos y buscar actuaciones neutrales o no-actuaciones, para evitar volcar una carga subjetiva a los hechos. En La educación prohibida las dramatizaciones son utilizadas de la peor manera posible. Se crean situaciones que pretenden ilustrar las afirmaciones vertidas: profesores impartiendo clases con cara de odio, alumnos esposados a los pupitres o repitiendo lecciones como autómatas. En cualquier caso, aquí el recurso además de ser redundante es terriblemente manipulador, y en vez de lograr su cometido lleva a pensar en los realizadores y en su falta de seguridad para exponer sus convicciones.
Lo mismo cabe pensar de las animaciones. En cualquier caso, el recurso es más simpático que la dramatización con actores de carne y hueso, ya que no se vende como una realidad. La animación es bienvenida a la hora de ilustrar argumentos o de elaborar una tesis (recordar la de Bowling for columbine), pero de todos modos, aún en este registro hay ciertos límites. Si se presentan a niños en una cadena de montaje a los que se les abren las tapas de los sesos y se les comienzan a vertir libros adentro, vamos mal.
Pero el recurso que más se utiliza en la película es la entrevista, las clásicas "cabezas parlantes" (en inglés "talking heads"). Un sinfín de educadores (más de noventa) que se abocan a propuestas educativas alternativas y que dejan opiniones. La elección de entrevistados que adhieren todos a la tesis principal le otorga a la película un caracter panfletario -no hay nada de malo en ello; panfletos los hay buenos y malos-, pero no es menor el detalle de que, junto a las entrevistas, aparezca el nombre de la persona y el colegio del que forma parte -que en su amplia mayoría son instituciones privadas-. A la hora de elegir entrevistados para fundamentar una tesis conviene recurrir a personas idóneas y formadas que tengan cierta independecia de criterio y que preferentemente no tengan intereses profesionales y económicos en la materia en cuestión. El documental ataca las formas de educación dominantes y se dedica, al mismo tiempo, a publicitar casas de enseñanza, dejar un puñado de "sugerencias" para los padres interesados.
"El niño ha sido considerado un objeto de estudio, una rata dentro del laboratorio de socialización más grande de la historia, cuyo principal objetivo fue modelar al ser humano" se editorializa mediante la voz en off de Gastón Pauls, describiendo la educación tal y cual la conocemos hoy. Las respuestas prefabricadas, la repetición de conceptos, las afirmaciones presentadas como verdades irrestrictas son varios de los principales blancos a los que dispara este documental y también, lamentablemente, sus propios recursos.

Publicado en "El Boulevard", 10/2012

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