viernes, 22 de marzo de 2013

Mamá (Mama, Andrés Muschietti, 2013)

Cuidados nocivos


Es curioso el devenir del cine de terror reciente. Si a comienzos de los 2000 el talento parecía situarse específicamente en el mundo asiático, con un puñado de directores japoneses, surcoreanos y tailandeses que atentaban contra las audiencias llevando a los espectadores al borde del síncope cardíaco (con obras como Ringu, Dark Water, Shutter, 2 hermanas y Ju-on), ese talento pareció morir allí mismo y tranferirse a occidente, afirmándose hoy en directores que siguieron en esa línea de horror psicológico como James Wan (Insidious), Scott Derrickson (Sinister), y Oren Peli (Actividad paranormal); que se nutrieron de aquellos retomando sus mejores recursos para causar miedo, con inmediatos éxitos en las taquillas.
En este registro y junto a esta nueva camada podría incorporarse al aquí director Andrés Muschietti, un argentino que logró llamar la atención del director y productor Guillermo del Toro (El laberinto del fauno, Hellboy 1 y 2, El hobbit) con un corto de tres minutos llamado Mamá, en el cual se basó esta película. Vale la pena acercarse a ese cortometraje, en él Muschietti daba muestras de su talento detrás de cámaras, pero también apelando a miedos inconscientes: "Nos tenemos que ir, mamá ha vuelto" le dice una niña muerta de miedo a su hermana, para acto seguido llevársela corriendo por las habitaciones de una casa, siendo acechadas por un pútrido cadáver. Un corto tan breve invoca una ambigüedad incómoda entre el mundo de los vivos y los muertos, y retrotrae a un universo infantil opresivo en que una madre puede ser objeto de amor pero también una pesadilla sofocante, vehículo de ira o de ominosa locura.
A ese mínimo fragmento se le incorporó aquí una historia coherente e inquietante: un padre cae víctima de la crisis financiera, asesina a su mujer y en su fuga va a parar a una cabaña perdida, en la que pretende matar a sus dos hijas para después quitarse la vida. Pero es interrumpido por una fuerza sobrenatural que lo reduce a fiambre, y que se dedicará a cuidar de las niñas a lo largo de cinco años. En una excelente secuencia de créditos, se da cuentas de qué ocurrió con esas niñas durante ese tiempo, mediante una sucesión de dibujos infantiles que echan luz sobre un lapso de supervivencia que jamás es relatado o explicitado. Cuando las niñas son encontradas en un inaudito estado de salvajismo -es impactante la llegada de unos leñadores a la choza, y su primer encuentro con ellas- a un tío le toca hacerse cargo de su crianza, y por extensión, a su novia (Jessica Chastain, en un papel nada que ver con el que hizo en La noche más oscura), una punkie que lo último que quiere en la vida es tener hijos. Instaladas en la casa, queda claro que las niñas traen consigo algo intangible y pavoroso: se dispara una sucesión de efectivos sustos, pero quizá la historia comience a volverse manida. Todo huele a horror japonés, con horrendos sonidos en off, figuras borrosas, la presencia sobrenatural que hostiga a la protagonista y placares que no conviene abrir. Los golpes de efecto funcionan aunque ya estan muy vistos, pero la cosa vuelve a levantar sobre el final, con tramos inesperadamente bellos y poéticos que recuerdan -y están a la par- de los mejores momentos burtonianos.

Publicado en Brecha el 22/3/2013

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