miércoles, 12 de febrero de 2014

Dallas Buyers Club (Jean-Marc Valleé, Estados Unidos, 2013)

Desconcertante e incisiva 


El comienzo mismo ya anticipa que nos encontramos lejos de otra película "oscarizable" más, que se trata de un filme que se sale de los moldes corrientes. En la primera escena vemos a Ron Woodroof (Matthew Mc Conaughey) teniendo sexo con dos prostitutas a la vez, escondido entre las "bambalinas" de un rodeo de toros, y más concretamente mientras un toro cornea a un jinete caído. Este comienzo, inmersivo y abrupto, nos transporta de lleno a una vida sórdida, a la de un toxicónamo descarriado, adicto a las apuestas clandestinas y al sexo, un cow-boy rebelde y homofóbico, irascible ante la más mínima provocación. Luego de una pequeña trifulca va a parar a un hospital, donde le dan la peor noticia: es HIV positivo. Es el año 1985 y en ese entonces el aviso era una sentencia de muerte: el médico le asegura que a lo sumo podrá vivir unos 30 días más. A partir de entonces un título sobre fondo negro pone "día 1" y nos llevará a pensar que se trata de otra crónica de una muerte anunciada, de una sucesión de cambios radicales en la vida de una persona durante sus últimos días. Pero en seguida la película tomará otra vez derroteros impredecibles. Todo este comienzo y hasta llegada la mitad del metraje es brillante y se caracteriza por una narración sin rumbo claro, que avanza a trompicones, con un ritmo entrecortado y accidentado por los imprevistos que trae la historia. Recién pasada esta primera mitad es que la película se vuelve mucho más diáfana, estandarizable, convencional, si se quiere. 
Como el mayor mérito se encuentra en esta primera mitad y en ese factor de desconcierto, se recomienda encarecidamente que el lector interesado en ver la película deje de leer esta reseña, porque buena parte de la gracia está en no saber hacia dónde se dirige la película. En la época, los hospitales de Estados Unidos suministraban a los enfermos de sida un compuesto químico de alta toxicidad llamado AZT, un fármaco que apenas había sido testeado, que se utilizaba previamente como quimioterapia y que pasó a ser el único tratamiento utilizado formalmente. Pero al ser una sustancia que eliminaba las células en desarrollo del organismo, tenía efectos secundarios terribles y en algunos casos podía hasta disminuir el tiempo de vida de un portador. Para colmo, los precios de esta toxina eran extremadamente elevados, y un año de tratamiento le costaba a un paciente sin cobertura 7 mil dólares al año. El "Dallas Buyers Club" fue una iniciativa que surgió como una respuesta a la desesperación de muchos convalescientes que le rehuían al AZT. A cambio de una membresía paga más accesible, Woodroof ofrecía a sus socios medicamentos aprobados en otros países pero no en los Estados Unidos, como la proteína Peptide T o el antirretroviral DDC. 
Las actuaciones de McConaughey y de Jared Leto, dos portadores de VIH en todas sus etapas, son impactantes. Como dato accesorio, ambos cometieron la locura de someterse a dietas violentas y adelgazar 21 y 14 kilos respectivamente para interpretar sus roles (Seymour Hoffman al menos se autoeliminó con todos sus kilos puestos). Por fuera de este detalle poco saludable, este filme es una clara y notable crítica al sistema de salud de los Estados Unidos y a sus alianzas con la industria farmacéutica, y a la carroñera voracidad de aprovechar desgracias o epidemias para obtener ganancias. Al parecer el guión estuvo dando vueltas desde hace más de veinte años, pero es realmente lógico que una exposición tan lúcida causara vacilación en los posibles inversionistas. 

Publicado en Brecha el 7/2/2014

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