viernes, 22 de enero de 2016

Mustang (Deniz Gamze Ergüven, 2015)

Urgente, y for export


Cinco hermanas adolescentes y huérfanas viven apaciblemente en una localidad al norte de Turquía, pero a partir de un juego inocente con chicos en la playa, su abuela y su tío deciden confinarlas en su hogar, salvaguardando su virginidad y evitando que los rumores acerca de su inmoralidad continúen circulando por el pueblo. Desde entonces pasan a estar compelidas a vestir con colores opacos, a aprender las tareas del hogar, a predisponerse para un inminente y convenido matrimonio; en definitiva, pierden la libertad como la conocían y los días veraniegos pasan a ser jornadas de monotonía y encierro. 
Lo que sucede con esta película es sumamente interesante. Ganadora de una respetable cantidad de premios en festivales de Europa y Asia, es hoy una de las favoritas para el óscar a mejor película extranjera, y un éxito bien recibido tanto por el público como por la crítica internacional. Lo curioso del asunto es que, a pesar de estar ambientada en Turquía, de ser dirigida por una turca y con un elenco turco, no tuvo el mismo recibimiento ni la misma aceptación crítica en ese país; las audiencias turcas no se han mostrado demasiado receptivas (al menos antes de que se supiera la nominación al óscar) y a la mayoría de los críticos locales no les gusta. El argumento de estos últimos es estimable: se señala principalmente su falta de realismo, una selección de actrices que no aparentan ser chicas pueblerinas ni hablan como tales, y otros detalles que pueden pasar desapercibidos para el público occidental. La película es de hecho fundamentalmente francesa: nacida en Ankara, la directora Deniz Gamze Ergüven emigró a Francia desde muy chica, y tuvo su formación allí. 
Acostumbrados al sobresaliente realismo de directores de la talla de Nuri Bilge Ceylan o Reis Çelik, los críticos turcos señalan algo que debe ser muy cierto: la falta de conocimiento del universo de la Turquía rural y principalmente musulmana por parte de la directora. Algunos van más allá afirmando que la película se adapta a una visión occidental paternalista, desde la cual se identifica al musulmán como un bruto retrógrado y a las chicas como víctimas a las que sólo el mundo progresista occidental podría salvar. Si bien lo que la película denuncia es algo que sucede y no puede desmentirse, para el público local debe ser como ver una película uruguaya ambientada en Tacuarembó pero interpretada por un elenco chileno. Un europeo quizá no se percataría del detalle, pero para nosotros sería sin dudas inaceptable. 
Sin embargo, tampoco puede desestimarse el talento de la directora para plasmar una energía vital presente en los personajes adolescentes, enfatizando sus alegrías, deseos, inquietudes y miedos. A partir del inquietante detallismo del ambiente represivo in crescendo que se cierne sobre ellas, y las estrategias que utilizan para sortearlo, puede palparse su espíritu indomable (los mustang son justamente caballos salvajes). Todo esto le da al abordaje un atractivo cinematográfico notable y una estimable autenticidad, seguramente la clave del éxito de la película. Si el cine es 24 mentiras por segundo (es decir, el arte de generar la ilusión de realidad a partir de un artificio), Mustang gana al crear una realidad quizá algo diferente, pero que en definitiva no parecería mentir sobre esos hechos concretos a los que refiere.

Publicado en Brecha el 22/1/2016

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