Cine hecho carne
Es muy interesante el viraje que están tomando ciertas superproducciones hollywoodenses, y en particular el hecho de que esta, la película mundialmente más taquillera del momento y una nominada a 12 óscars utilice a la propia naturaleza como base misma del espectáculo. No es algo menor; luego de décadas de ponerse el énfasis en los efectos especiales, (y ultimamente en la creación digital) esta vuelta a los rudimentos se siente como algo notablemente fresco y novedoso, como si de pronto se volviese a cuarenta años atrás y se redescubriera el poder fascinante e hipnótico de los planos abiertos y la magnificencia hostil de los territorios agrestes que caracterizaron a películas de Lean, Herzog, Kurosawa y Tarkovsky.
Las películas de supervivencia suelen ser experiencias extremas y trepidantes, y la propuesta del director mexicano Alejandro González Iñárritu no se ahorra ninguno de los malos tragos que pudieran acontecer en un micromundo en que el ser humano y la naturaleza conspiran contra la integridad física de un individuo. Es así que, basado en la historia real padecida por el explorador y peletero Hugh Glass, el abordaje enfatiza el padecimiento físico y mental de un individuo que toca fondo de múltiples maneras y que de todos modos se empeña en continuar viviendo. Es ahí donde se encuentra lo mejor y el sustento mismo de la historia: Leonardo Di Caprio brilla como pocas veces en una actuación totalmente corporal y desgarrada, atravesando con dificultad un inagotable cúmulo de adversidades. Un ataque de indios a su expedición es envolvente, caótica y abrumadora; una larga y agónica lucha contra un oso es de las más imponentes y realistas peleas cuerpo a cuerpo que se hayan visto en el cine; un período de inmovilidad física angustia en su radical sensación de impotencia; inmersiones en el agua, en la nieve, en pequeñas cuevas y hasta en espacios insospechados vienen cargadas con las palpitaciones de la desesperación. El renacido corta el aliento tantas veces como podría ser posible y se trata de un cine vívido, poderoso y sobresaliente. La notable fotografía del mexicano Emmanuel Lubezki (Gravedad, El árbol de la vida, La leyenda del jinete sin cabeza) imprime personalidad equilibrando maravillosamente la adversidad más íntima y cercana con fondos impávidos e infinitos.
Pero con premisas sumamente sólidas y una concreción tan brutal, es una verdadera lástima que unos cuantos aspectos del guión hayan sido descuidados. Destaquemos solamente tres: en primer lugar, Tom Hardy es un talentoso actor que podría haber sido el villano perfecto en su representación del odioso Fitzgerald, un resentido trotamundos, impaciente de retribuciones mínimas. Pero hay un énfasis constante para señalar que es el malo, un machaque que se repite en casi todas las líneas de diálogo que le toca proferir. Y un acto de truculencia final riza el rizo de lo absurdo, cuando se le antoja quitarle el cuero cabelludo a un enemigo abatido, aún cuando sabe que lo persiguen. Otro problema son ciertos tramos oníricos en los que la película incurre, lugares comunes que quitan originalidad al planteo, como cuando el protagonista abraza a una visión en una iglesia en ruinas y finalmente lo vemos con sus brazos alrededor de un árbol. Son escenas que no aportan nada, los espectadores ya conocemos el justificado sufrimiento del protagonista por un asesinato horrendamente injusto –que vimos con perfecta claridad– y no era necesario que Iñárritu lo recordara. Finalmente hay alguna secuencia de difícil explicación, como el hecho de que luego de que unos quince hombres fueran a la búsqueda del desvalido protagonista a través de un bosque helado, sólo dos salieran, poco después, detrás de un peligroso asesino en fuga; esto último podría haberse solucionado con arreglos mínimos en el libreto.
No se puede negar que Iñárritu es un notable director, un entusiasta y un creador que empeña hasta sus propias vísceras. Esto es admirable y festejable, pero también sería genial un poco más de cuidado, a fin de lograr una coherencia interna sin fisuras. Poco faltaba.
Publicado en Brecha el 29/1/2016
Publicado en Brecha el 29/1/2016
muy larga.....
ResponderEliminarDiego, me interesaba leer tu comentario sobre esta película ya que la vi la semana pasada y no he podido dejar de pensar en ella. ¿Porque me gustó mucho? No, para nada. La verdad es que me aburrí tremendamente y por eso es que no paro de pensar en ella, porque está en boca de todos y a mí no me gustó.
ResponderEliminarNo me parece mal que la película tenga muchas nominaciones ya que la parte técnica la es impresionante. La foto es increíble, la batalla inicial y la persecución de los indios al protagonista son verdaderamente prodigiosas, pero no me pude enganchar con una historia que contaba tan poco.
Me sumo a tus apuntes sobre el guión y agrego: si bien la actuación de Di Caprio fue muy buena, me dio la impresión de que lo único que hizo Iñárritu fue arrastrarlo por acá y por allá a ver cuánto aguantaba. Leo aguantó, y muy bien, pero no sé si eso es suficiente para ir de una buena actuación a una excelente (o merecedora del Oscar, digamos). Personalmente preferí a Hardy, que si bien hizo "de malo" todo el tiempo -sin quiebre y sin descanso-, tuvo algunas variaciones en el registro que me convencieron.
No me creí tampoco la recuperación del personaje. Imagino lo tremendamente complicado que debe ser plasmar el paso del tiempo durante una recuperación de ese tipo, sin nada en qué ayudarse y sin nada para hacer. Pero no me lo creí nunca. En un momento Leo no podía caminar y luego se sube a un caballo de un salto (sí, lo perseguían los indios, pero de todas formas no me lo creí).
Nunca creí que el personaje fuera a fracasar; por más frio que hiciera o más roto que estuviera, nunca llegué a ese climax -tan disfrutable cuando pasa- en el cual decís: "Ta, hasta acá llegó éste, se muere", o: "El otro se le escapa".
¿Era necesario agregar la historia del hijo de Glass? ¿No era suficiente contar la historia como fue? ¿Era necesaria una justificación melodramática más? Creo que se hubiera humanizado más el personaje si su hijo no hubiera existido porque no sólo se hubiera desatado una venganza sino también una lucha de egos sin intermediarios, sin hijos y referencias oníricas que nada sumaron a la cuestión.
Hablando de melodrama: los indios fueron solamente utilizados con fines emotivos, idealizándolos como portadores de la paz y la honestidad cada vez que aparecían. El secuestro de la hija de uno de los jefes para justificar que ellos andaban al acecho constantemente... La chica india a manos de los franceses... Los indios y Fitzgerald luego de la convencional y torpe pelea final... Muy utilitario todo, muy poquito para unos indios deslucidos y meramente usados por el director sin profundidad alguna.
La verdad es que me pareció todo tan falto de profundidad (tanto los personajes como la historia) que reforcé mi impresión de que a Iñárritu le encanta hablar a los gritos pero que en realidad no tiene mucho para decir. Con Birdman me pasó lo mismo, pero con la diferencia de que en su anterior película sí se contaba algo complejo.
Por lo técnico y el rodaje en medio de la naturaleza sin pantallas verdes, la película es impecable e impactante.
Quería compartirte mi comentario porque, como ya sabés, siempre me gustan los tuyos, je.
Un saludo.
PD: Me gustó "Amores perros", jeje.
Gracias por comentar Maximiliano! Si, por lo que veo en realidad estamos bastante de acuerdo a un nivel conceptual, aunque la diferencia es que yo la disfruté bastante y vos no. Pero estoy de acuerdo en todo lo que decís, sobre todo en lo que señalás como "utilitario" en el guión.
ResponderEliminarPero en fin, es algo muy subjetivo y yo logré que las atmósferas me envolvieran, y sufrir toda la película junto al protagonista... Ahora bien, Iñárritu tiene algo para decir? Me parece que no... Si no la viste aún, te recomiendo El abrazo de la serpiente, una de las nominadas a mejor película extranjera, que es realmente un ejercicio de revisionismo histórico de los que valen la pena y dicen mucho.
En fin, va un abrazo y te deseo mejor cine!