viernes, 21 de septiembre de 2018

Crimen en El Cairo (The Nile Hilton Incident, Tarik Saleh, 2017)

El despotismo y sus consecuencias 


Esta película está ambientada en El Cairo del año 2011, durante los inicios de la “primavera árabe” y sobre los días finales de una dictadura que duró 30 años. Como en todo buen policial, la trama gira en torno a un crimen: una famosa cantante es degollada en una habitación del hotel Hilton. Tras examinar muy superficialmente la escena del crimen, el comisario a cargo de la división especializada advierte a sus subalternos que se trata de un caso cerrado y que no corresponde investigar. Más tarde, desafiando toda lógica, el fiscal de distrito dictamina que fue un suicidio. Pero el protagonista, un detective testarudo, decide seguir con la investigación por su cuenta. 
A medida que la trama se va desarrollando aparecen salpicadas referencias más o menos explícitas a la situación sociopolítica: en la televisión pasan la noticia del atentado de fin de año en la iglesia de Alejandría, así como la situación de la primavera árabe en otros países aledaños. El dictador Hosni Mubarak intima a la población a ir a sus casas “a cuidar a sus hijos”, pero de todos modos las protestas en las calles recrudecen día a día. Sobre el final de la película, el protagonista se enfrenta con su antagonista en plena manifestación en la plaza Tahrir, epicentro del levantamiento popular. 
El detective es interpretado por Fares Fares, un actor de origen libanés que, curiosamente, aquí también es productor. Este sobresaliente intérprete dio sus primeros pasos en el cine sueco, y no es la primera vez que protagoniza un filme, sino que lo viene haciendo desde hace años, destacándose en thrillers y policiales europeos como Easy Money, El guardián de las cosas perdidas y El ausente. Incluso ha participado en películas hollywoodenses, como La noche más oscura y RogueOne, una historia de StarWars. Fares Fares es un protagonista perfecto. Si bien aquí encarna al típico detective viudo y solitario del noir, es uno repleto de matices: reúne simultáneamente sagacidad e ingenuidad, corrupción y algo de idealismo, bonhomía y severidad, así como un carisma que crece a medida que se involucra en el caso. Pese a las advertencias y contra todo instinto de supervivencia, lleva adelante la investigación sobre un poderoso empresario, amigo íntimo del hijo del presidente Mubarak. 
El crimen truculento, la aproximación casual a un departamento de policía corrupto hasta la médula, la femme fatale con la que el protagonista se ve envuelto y una compleja trama que involucra a las más altas esferas del poder son todos lugares comunes del film noir. Pero esta vez se trata de un noir ambientado en un entorno que, para las audiencias occidentales, puede verse como algo diferente y hasta exótico. El director Tarik Saleh (Metropia, Tommy), nacido en Suecia pero de ascendencia egipcia, parece conocer muy bien las calles de El Cairo y su movimiento. Lo más interesante de la película radica en ese costado histórico, del que se desprende que el malestar imperante y el alzamiento popular tuvieron relación con lo que se muestra: desde la absoluta impunidad con la que se desempeña la policía (incluido el mismo protagonista) hasta otras corruptelas imperantes en casi todos los estratos de la sociedad.

Publicado en Brecha el 21/9/2018

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