sábado, 3 de agosto de 2019

Spiderman, lejos de casa (Spiderman: Far From Home, Jon Watts, 2019)

Hombre Araña (versión 3.2) 


El recambio de superhéroes fue necesario desde que actores como Robert Downey Jr, Mark Ruffalo y Jeremy Renner comenzaron a dar muestras de cansancio y vejez, y qué mejor idea que conseguirse a uno nuevo que durara realmente, que fuese lo suficientemente joven como para rendir unos veinte años y una cantidad aún mayor de películas. De hecho, hace tres años que el entonces veinteañero Tom Holland se integró al universo Marvel como el nuevo Hombre Araña (un personaje para el que ya vienen sucediéndose tres actores diferentes en lo que va del siglo), y desde entonces ha participado con ese rol en cinco películas; Capitán América: Civil War, Spiderman: De regreso a casa, Vengadores: Infinity War, Vengadores: Endgame y esta última Spiderman: Lejos de casa. Holland cumple muy bien con prácticamente todos los requisitos para ser un superhéroe; es un buen actor dotado de cierto sex-appeal, es ágil y atlético, es gracioso y simpático. La clave del éxito de Marvel es esa: superhéroes carismáticos de los que quisiéramos ser amigos, y a los que de buena gana visitaríamos una y otra vez en el cine. 
Aquí el Hombre Araña viene bastante cansado luego de haber sido muerto y resucitado, de combatir junto a Los Vengadores, de enfrentarse con Thanos y salvar el planeta. Para colmo, se encuentra en pleno duelo tras la muerte de su mentor, y se prepara para un viaje escolar a Europa, para el cual aspira a no tener ningún contatiempo y declarársele a la muchacha que le gusta. Por supuesto, se le aparecerán algunos monstruos y una amenaza escala planetaria; lo usual en este tipo de películas. El tono es humorístico, en la sintonía de una comedia de enredos, con los típicos amoríos, chistes de nerds y un tercero-en-discordia algo abusivo. La dupla de Jon Watts y Chris McKenna, director y guionista respectivamente, se mantiene igual desde la anterior entrega de Spiderman, aunque en aquella el humor estaba mucho más pulido, había mayor dinamismo en la anécdota general (aquí el conflicto principal demora demasiado en presentarse) y la trama no era tan predecible. Un villano que se presenta como un tipo bueno sin serlo, un “superhéroe” que sale oportunamente de la nada para combatir los monstruos colosales engaña a Peter Parker y a todos, pero se vuelve muy evidente al espectador. De la misma manera, la forma en que el protagonista acaba combatiendo la mayor de las amenazas estaba cantada desde por lo menos veinte minutos antes. 
Aún así, la película es eficaz en su intención de hacer pasar un rato agradable, y hasta remonta cierto vuelo, de a ratos. La capacidad del villano de provocar alucinaciones e imágenes de pesadilla mediante representaciones holográficas genera un par de escenas de acción inmersivas, en las que el protagonista pasa realmente mal, desorientado, recibiendo golpes a diestra y siniestra, sumido en una atmósfera agobiante. Seguramente, los mejores cinco minutos de una entrega más bien irregular y poco memorable, una más dentro de esta seguidilla anual que Marvel arroja constantemente.

Publicada en Brecha el 19/7/2019

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