Desquiciada, extravagante, abrumadora, Imperio sigue en la línea más personal, libérrima y trastornada de Lynch, en la que se situarían películas como Eraserhead, Carretera perdida y Mulholland Drive. Lynch insiste en seguir siendo Lynch. Cuando un diálogo comienza a parecer “normal” algo siniestro lo corta antes de que termine. Cuando el espectador cree que se puede aferrar a algo que se asemeja a un “argumento”, inmediatamente se desintegra entre sus dedos. Cuando la película parece que comienza a moverse en determinada dirección, de golpe da un quiebre insospechado y toma nuevas dimensiones. Lynch invita al espectador a sumergirse en un experimento alucinante, a abandonar por un buen rato (3 horas) los razonamientos lineales y a pensar este filme desde la lógica de los sueños; a dejarse llevar por un universo construido por sensaciones y atmósferas.
Personajes de rostros borroneados, individuos con fisonomía de humano y cabeza de conejo, seres que amenazan y sermonean a los protagonistas, un rodaje donde se confunde lo que es película y lo que es realidad, conversaciones incómodas, pegadizos números musicales, hipnotismo, amnesia y recuerdos del futuro, prostitución, asesinatos, desdoblamientos de personalidad, la tentación de lo prohibido y la ardua lucha entre placer y represión, todo edificado alrededor de la descomunal labor de Laura Dern. Personaje poliédrico si los hay, de múltiples caras y facetas, trasciende una individualidad única, representando la esencia de todas y cada una de las mujeres de la película.
El arsenal de recursos que Lynch maneja y explota es inacabable. Filmada en gran parte en formato digital, con demenciales juegos de luces y sombras, cámaras al hombro, abundancia de fundidos e imágenes superpuestas, colores inquietos, repentinos flashes, gotas que centellean en tomas pasajeras, primeros primerísimos planos que parecieran querer introducirse en la psiquis de los personajes, y una riquísima banda sonora compuesta mayoritariamente por música y sonidos etéreos, la película ameritaría extensos estudios detallados, y Lynch abruma por su conocimiento del lenguaje cinematográfico.
El director filmó Imperio sin un guión preconcebido, a partir de una o dos ideas sueltas, y a partir de allí comenzó a armar la película. Cuando alguien le preguntó sobre el significado de la obra, su respuesta fue tajante: “no lo sé”. Al cineasta le interesan las formas, y que cada uno busque el significado que más le convenga.
Lynch ha dicho en una entrevista que lo ideal es ver las películas en un lugar oscuro, silencioso, de modo que no se entrometan factores externos en la experiencia de sentir y respirar las obras. Imperio es ideal para ver en una pantalla grande, por lo que la oportunidad de verla en el cine no debería dejarse pasar. Eso sí, una proyección de tres horas ameritaría a que se hiciera una pequeña pausa entre medio, para que el espectador pudiera estirar las piernas, distenderse un poco, quizá tomar algo antes de volver a entregarse a la segunda mitad de una portentosa inyección sensorial.
Personajes de rostros borroneados, individuos con fisonomía de humano y cabeza de conejo, seres que amenazan y sermonean a los protagonistas, un rodaje donde se confunde lo que es película y lo que es realidad, conversaciones incómodas, pegadizos números musicales, hipnotismo, amnesia y recuerdos del futuro, prostitución, asesinatos, desdoblamientos de personalidad, la tentación de lo prohibido y la ardua lucha entre placer y represión, todo edificado alrededor de la descomunal labor de Laura Dern. Personaje poliédrico si los hay, de múltiples caras y facetas, trasciende una individualidad única, representando la esencia de todas y cada una de las mujeres de la película.
El arsenal de recursos que Lynch maneja y explota es inacabable. Filmada en gran parte en formato digital, con demenciales juegos de luces y sombras, cámaras al hombro, abundancia de fundidos e imágenes superpuestas, colores inquietos, repentinos flashes, gotas que centellean en tomas pasajeras, primeros primerísimos planos que parecieran querer introducirse en la psiquis de los personajes, y una riquísima banda sonora compuesta mayoritariamente por música y sonidos etéreos, la película ameritaría extensos estudios detallados, y Lynch abruma por su conocimiento del lenguaje cinematográfico.
El director filmó Imperio sin un guión preconcebido, a partir de una o dos ideas sueltas, y a partir de allí comenzó a armar la película. Cuando alguien le preguntó sobre el significado de la obra, su respuesta fue tajante: “no lo sé”. Al cineasta le interesan las formas, y que cada uno busque el significado que más le convenga.
Lynch ha dicho en una entrevista que lo ideal es ver las películas en un lugar oscuro, silencioso, de modo que no se entrometan factores externos en la experiencia de sentir y respirar las obras. Imperio es ideal para ver en una pantalla grande, por lo que la oportunidad de verla en el cine no debería dejarse pasar. Eso sí, una proyección de tres horas ameritaría a que se hiciera una pequeña pausa entre medio, para que el espectador pudiera estirar las piernas, distenderse un poco, quizá tomar algo antes de volver a entregarse a la segunda mitad de una portentosa inyección sensorial.
Publicado en Brecha 20/3/2008
Al ser Lynch un realizador poco convencional se necesita una mente más abierta para no odiar sus películas. A mí en lo personal me gustan bastante sus films.
ResponderEliminarBuena crítica.
Saludos.
Pues me temo que no la voy a poder ver en el cine, pero haré por encontrarla, ya que Lynch siempre es un "experimento" que nunca deja a nadie indiferente.
ResponderEliminarMuy buena crítica, amigo.
Un abrazo.
Tuve la suerte de verla en el cine. Un delirio audiovisual más (y uso delirio en el mejor de los sentidos) de unos de los realizadores más importantes de las últimas décadas.
ResponderEliminarPersonaje y película poliédrica, me gustó eso.
Saludos y hasta pronto.
Hernán.
Estas visitas me honran, y hasta me hacen sentir importante. Qué bueno que vengan por acá.
ResponderEliminarVeo que la barra es bastante lynchiana, así que me alegro el doble.
Gloria a Lynch y a su cine! No tengo dudas: sus films son toda una experiencia. Recuerdo cuánto discutimos en cinemarama sobre esta película y, lógicamente, sobre el hombre en cuestión. Para mí, Inland Empire fue el mejor film del 2007.
ResponderEliminarSayounara!
Me gustó tu crítica sobria. A mi me fascinó INLAND EMPIRE, sin embargo, estoy totalmente consciente de que NO te puede gustar si no te fascina Lynch o el CINE (con mayúsculas) como posiblidad ilimitada de expresión. Sino no hay caso, es un film inabarcable.
ResponderEliminarHoy voy a ir a ver Imperio a Cinemateca. Decime Diego: me tomo un café por lo de las tres horas o mejor un Prozac por lo demencial?
ResponderEliminarhasta pronto!
cinthia
Cinthia! Nada de prozac. Tenés que ir bien despierta porque en cinemateca no hacen pausas, jamás.
ResponderEliminarLo del café puede ser útil, siempre que no tengas incontinencia urinaria.
Suerte con eso. Un abrazo!
Una experiencia alucinante________
ResponderEliminarEs impresionante este film. Es cine puro, desde el segundo cero del comienzo (con un rayo de luz entrando en una habitación oscura) hasta la última letra de los créditos (acompañada con un videoclip). Incluso metacine (un cine que habla sobre sí mismo constantemente: calle Holywood, el ketchup y la sangre, las cámaras que aparecen en cuadro recordándole al público que está en el cine, una suerte de efecto de extrañamiento).
Me partió el cerebro en mil fragmentos!!! Una persona así como Linch merece ser llamada maestro o genio. Hacer un film con esa profusión fotográfica y de sensaciones, interrelacionando múltiples dimensiones que coexisten paralelamente pero no se tocan, interconectando tres mundos posibles: el del espectador (yo), el de la diegética de la pelicula (lo que sería realidad en la película), y además lo que sería ficción en la película...un juego permanente, una entrada y salida entre estos tres mundos. Lo más maravilloso es que frente a esa multiplicidad de dimesiones aborda temáticas como la angustia del matrimonio, el sinsentido de algunas conversaciones, el lenguaje. Impresionante.
Creo que nunca voy a olvidar la escena en la cual la protagonista (del film dentro del film?) herida de muerte por un destornillador, cae en medio de dos personas que duermen en la calle (una calle cualquiera de Holywood)y allí empieza a morir. Una negra le consuela y prende la llama de un encendedor frente a sus ojos y le dice: "No te preocupes, sólo estas muriendo...Ya no más mañanas tristes".
Guau!
Diego: cuentame una escena que te haya impactado.
pd: ningun tipo de estimulante fue necesario!! la película ya lo es de por sí.
Abrazote
Cin