El wuxia-pien o ficción marcial de caballería es un género cinematográfico de largo historial en Asia -de hecho Burning of the Red Lotus Monastery, la primer película wuxia china, data del año 1928- y fue dado a conocer en occidente recientemente por la mano de Ang Lee con El tigre y el dragón, y más adelante por Zhang Yimou con Héroe y La casa de las dagas voladoras. El género se diferencia del cine de kung-fu por tener presente el factor fantástico, y allí las espadas, la magia y las artes marciales son la moneda corriente. Si en una película de artes marciales se ven chinos levitando, o uno de los contrincantes da muestras de poseer poderes sobrenaturales, seguramente se trate de un wuxia.
He aquí un notable ejemplo. Claro que en este caso el género ha sido usurpado por Rob Minkoff, un director estadounidense que supo filmar basura (La mansión embrujada, Stuart Little y su secuela) así como algún despliegue visual bastante digno (El rey león). Pero lo curioso es que apenas se nota que la película fue rodada por un occidental, y Minkoff ha sabido recrear con admirable fidelidad el espíritu épico de esa clase de aventuras. Desde la notable introducción de créditos que homenajea a varios de los grandes (Bruce Lee, Gordon Liu, Hui Ying-Hung) a la utilización de varios estilos de kung-fu en las peleas (grulla, mantis religiosa, tigre, serpiente) se puede apreciar el conocimiento del terreno por parte de los realizadores.
Tres figuras enormes son el atractivo principal de esta película. Las primeras dos no precisan demasiada presentación: Jet Li y Jackie Chan son dos de las estrellas más populares del mundo, leyendas vivas cuyos fans dentro del continente asiático deben contarse por decenas de millones. Esta es la primera vez que ambos actores coinciden en una película, y aunque pueden estar ya un tanto mayores (Chan tiene 55 años, Li 43), aún parecen tener la energía y habilidad necesarias para esta clase de emprendimientos.
La tercer figura es invisible y no es nada menos que el maestro Yuen Woo-ping, el más grande coreógrafo de artes marciales de la actualidad, un hombre que lleva cuarenta años planificando grandiosas peleas y que es un genial innovador en la materia. Entre otros méritos, fue él mismo quien como director cimentó las carreras de Chan y Li, y en occidente es reconocible por su aporte en películas como El tigre y el dragón, Kill Bill y Matrix. En El reino prohibido es también productor ejecutivo, por lo que no es fácil establecer hasta qué punto se trata de una obra de Minkoff y no una de Yuen.
Como no podría ser de otro modo, el plato fuerte de El reino prohibido son las escenas de lucha, ideadas con todo el despliegue imaginativo y la originalidad de Yuen. El ataque masivo a Jackie Chan y a su inepto acompañante en una taberna está signado por el estilo lúdico del coreógrafo y en él la espacialidad y los objetos cumplen un rol preponderante. La esperada pelea entre Chan y Li alterna diversos estilos de kung-fu, y se extiende por varios minutos sin que su atractivo llegue a decaer. Claro que la película en su conjunto se ve acotada por pisar los más trillados lineamientos del género –se trata de una película de buenos y malos sin matices, el transcurrir del relato es predecible- pero también tiene el mérito de que, quizá en su autoconciencia, no se demora mucho en explicaciones ni en giros de guión, sino que va directo a los bifes, que es lo que más importa.
Publicado en brecha el 15/5/2009
No estoy de acuerdo con casi nada de lo que comentas, en especial, sobre que no se nota la dirección de un occidental. Se nota, y no con ello quiero decir que es malo, pero se nota y muchas otras cosas que no vienen al caso.
ResponderEliminarAclaro que no me disgusto la pelicula.
Casi nada Juniper? Apenas hago un par de afirmaciones y el resto es presentación de elementos.
ResponderEliminarVeo que te suena demasiado occidental la peli. Yo la vi dos veces así que tengo bastante presentes los factores, y te enumero lo que podría considerarse como más occidental en la peli:
-El protagonista norteamericano (que no tiene los ojos rasgados, naturalmente)
-Los problemas que tiene con sus grupos de pares, (al peor estilo karate-kid).
-El final en que revienta a palos a estos últimos, que está cantado y tiene ese espíritu revanchista bien americano.
Muy propias de un director asiático son las incorporaciones de elementos fantásticos, las escenas de lucha, el brutal entrenamiento, el homenaje permanente a figuras del cine de hongkonés de artes marciales.
Yo no escribí que "no se nota" sino que "apenas se nota" la dirección de un occidental. Y con esto quiero decir que los principales lineamientos de la peli son bien orientales.
Un abrazo.
Parto lacónicamente pero siendo bastante enfáctico -y hasta algo radical- diciendo que el Wuxia actual no me gusta. Ya no puedo ver a Oriente en él, por tanto es un tipo de cine que perdió la identidad con la manipulación de occidente y para occidente
ResponderEliminarEn Occidente se suele vivir y desarrollar el lema "lo de los otros, lo hacemos a nuestra manera" -¡y Hollywood sí que sabe de eso!-, ese paradigma le ha quitado identidad al género, que pese a ser ficción, originalmente resultaba tambien un dar cuenta de su propia cultura. Actualmente constituye sólo una pirotecnia vistosa, neutral y muchas veces hasta acrílica.
Hoy, sólo es un estereotipo altamente digerido de Asia que no representa, ni a oriente, ni las ideas de los occidentales en relación a oriente.
Juniper querrá matarme al igual que los fans del Wuxia, pero es mi humilde opinión del tema.
Saludos