La obra de Phillip K. Dick ha dado pie a unas cuantas adaptaciones cinematográficas, de entre las que sobresalen películas tan disímiles como Blade Runner, El vengador del futuro, Minority report o la animación A scanner darkly de Richard Linklater. Todas ellas tienen en común una idea base originalísima, pero fue la visión particular y la impronta de sus realizadores lo que las convirtieron en algo memorable.
La historia original en la que se basa esta película es uno de los primeros relatos cortos que Dick escribió en su carrera (“Equipo de ajuste”, publicado en 1954) y trata sobre una organización secreta que controla el destino y los grandes acontecimientos humanos, inmiscuyéndose y manejando desde las sombras la vida mundana. Pero un buen día el programado ladrido de un perro se retrasa, por error, un minuto, y como consecuencia un empleado de una agencia de bienes raíces llega a su oficina con anticipación, descubriendo a los agentes del destino en plena labor compositiva. Es así que se destapa, en tono risueño, toda una alegoría paranoica de tintes pesimistas, con algunos apuntes sobre la vida marital.
Aquí se retoma tan sólo la idea general: Matt Damon es un promisorio congresista que se ve trastocado por un encuentro inesperado y azaroso con una bailarina, que le servirá de inspiración para un contundente discurso político. Pero es cuando la vuelve a encontrar que el destino digitado se tuerce, y que surge una seguidilla de problemas e imprevistos para la agencia de planificación, ya que la consumación de ese amor podría acarrear problemas terribles.
Los personajes son sólidos, la narración clara y concisa, y un preciso e inteligente montaje agiliza el relato, lográndose resumir una considerable seguidilla de eventos sustanciales en apenas minutos. Se trata, claramente, de un thriller de ciencia ficción, pero el peso sustancial está colocado en el romance entre ambos protagonistas. La película funciona, y muy bien, debido a dos pilares fundamentales: la construcción de los “agentes” como burócratas en plena labor, que cometen errores a pesar de sus poderes y que ni siquiera tienen muy claro por qué es que hacen eso que hacen, que además se ven estresados, sudorosos y abrumados por los inesperados cambios de agenda, o pendientes de mecanismos internos como promociones, ascensos y sanciones. Anthonie Mackie y John Slattery (el Sterling de Mad men) convencen con secundarios sólidos y Terrence Stamp impone su presencia para sustentar un villano de los de verdad. En segundo lugar, las historias de amor suelen adquirir intensidad cuando son dilatadas cronológicamente –aquí pasan años sin que los personajes puedan verse-, y además existe una química sustanciosa entre los personajes de Matt Damon y Emily Blunt.
Los agentes del destino se permite tocar, como al pasar, temáticas como la capacidad destructiva del hombre, la inescrutabilidad divina, la libertad de opción y los destinos digitados. Esto ya puede sonar a lugar común en thrillers que se la dan de “inteligentes” pero por fortuna no se insiste demasiado en estos puntos como para que logren irritar o para que el planteo todo resulte altisonante.
La historia original en la que se basa esta película es uno de los primeros relatos cortos que Dick escribió en su carrera (“Equipo de ajuste”, publicado en 1954) y trata sobre una organización secreta que controla el destino y los grandes acontecimientos humanos, inmiscuyéndose y manejando desde las sombras la vida mundana. Pero un buen día el programado ladrido de un perro se retrasa, por error, un minuto, y como consecuencia un empleado de una agencia de bienes raíces llega a su oficina con anticipación, descubriendo a los agentes del destino en plena labor compositiva. Es así que se destapa, en tono risueño, toda una alegoría paranoica de tintes pesimistas, con algunos apuntes sobre la vida marital.
Aquí se retoma tan sólo la idea general: Matt Damon es un promisorio congresista que se ve trastocado por un encuentro inesperado y azaroso con una bailarina, que le servirá de inspiración para un contundente discurso político. Pero es cuando la vuelve a encontrar que el destino digitado se tuerce, y que surge una seguidilla de problemas e imprevistos para la agencia de planificación, ya que la consumación de ese amor podría acarrear problemas terribles.
Los personajes son sólidos, la narración clara y concisa, y un preciso e inteligente montaje agiliza el relato, lográndose resumir una considerable seguidilla de eventos sustanciales en apenas minutos. Se trata, claramente, de un thriller de ciencia ficción, pero el peso sustancial está colocado en el romance entre ambos protagonistas. La película funciona, y muy bien, debido a dos pilares fundamentales: la construcción de los “agentes” como burócratas en plena labor, que cometen errores a pesar de sus poderes y que ni siquiera tienen muy claro por qué es que hacen eso que hacen, que además se ven estresados, sudorosos y abrumados por los inesperados cambios de agenda, o pendientes de mecanismos internos como promociones, ascensos y sanciones. Anthonie Mackie y John Slattery (el Sterling de Mad men) convencen con secundarios sólidos y Terrence Stamp impone su presencia para sustentar un villano de los de verdad. En segundo lugar, las historias de amor suelen adquirir intensidad cuando son dilatadas cronológicamente –aquí pasan años sin que los personajes puedan verse-, y además existe una química sustanciosa entre los personajes de Matt Damon y Emily Blunt.
Los agentes del destino se permite tocar, como al pasar, temáticas como la capacidad destructiva del hombre, la inescrutabilidad divina, la libertad de opción y los destinos digitados. Esto ya puede sonar a lugar común en thrillers que se la dan de “inteligentes” pero por fortuna no se insiste demasiado en estos puntos como para que logren irritar o para que el planteo todo resulte altisonante.
Publicado en Brecha el 12/8/2011
La había empezado a ver en la casa de un amigo, pero me pareció tan patética que me enojé y me fuí.
ResponderEliminarAclaro desde ya que Matt Damon es uno de los actores que mas odio de todo Hollywood, o sea que ya no quería ver la película desde el vamos. Me pareció patética, pretenciosa y muy "deux est machine", la onda es que me enteré 2 días después que estaba basada en una obrita de Philip Dick, he aquí que dije "puta madre, o Philip Dick es un invento (no leí nada de él), o con la película se mandaron una pifiada enorme".Inmediatamente supe lo de Philip Dick, me decidí terminar de verla algún día muy lejano en alguna tarde de aburrimiento.
A propósito, no sabía que "scanner darkly" (muy buena a mi gusto) estaba también basada en algo de él, más argumentos para darle otra oportunidad a "The adjustment bureau".
Además, como que necesitaba que alguien con quien "comparto" algunos gustos sobre cine me diga "andá mirala".
Opaa Jotapé. Mirá que Philip K Dick es un grosso. Uno de los escritores de Ciencia Ficción más imaginativos que existieron. No dejes de leer Ubik, y si podés seguí con otras de su obra, que no tiene desperdicio alguno.
ResponderEliminarTampoco es que sea la gran maravilla esta peli, pero me parece que sobresale un poco en cuanto a que es bastante redonda, está bastante bien lograda y hay una anécdota interesante. Tú verás.
Un abrazoo
Descarté tu comentario al verlo aparecer por mi plan de ver la película: vista y todavía meditándola, creo que es de lo mejor que he visto de estrenos este año.
ResponderEliminarUn abrazo transoceánico.
Me gustó, es Dick puro, hay que haber leido a PD, es un peliculón pero no para todo el mundo...por suerte, sino que vayan a ver 2012 o alguna pavada por el estilo
ResponderEliminarWow Josep, me alegro de que te haya gustado tanto. Para mí no es taaan grande -creo que sigue lineamientos ya un tanto repetidos en mucho cine de ciencia ficción actual, desde Matrix a Inception, pasando por Abre los ojos, Ghost in the shell y alguna otra más-, pero de todos modos me parece loable la factura y el buen pulso con el que está narrada.
ResponderEliminarBocha: Bien ahí! siempre es bueno saber que hay otro lector del amigo Dick en la vuelta.
Abrazo a ambos!