lunes, 9 de julio de 2012

Sobre la obra de Asghar Farhadi


Cine para llevar a casa


Como compensando la ausencia del confinado maestro Jafar Panahí -en prisión por haber filmado material inconveniente para la república islámica- Irán nos regala a Asghar Farhadi, un gran director a seguir que sorprende por su capacidad de transmitir una infinidad de ideas mediante cuadros conflictivos, dramáticos e inconfundiblemente humanos.

La carrada de galardones que se llevó La separación es interminable: Berlín, Oscar a mejor película extranjera, Melbourne, Londres, Nueva York, Los Angeles, BAFTA, Asian Film Awards, Globos de oro, César y un larguísimo etcétera. Se destapó un filme imprescindible, pero también un cineasta cuya existencia desconocíamos y que sin embargo posee una carrera cimentada desde hace tiempo, con películas honestas y sólidas (Beautiful city (2004), Fireworks wednesday (2006) y a veces también insuperables (A propósito de Elly (2009). Su estilo parecería muy poco emparentado con el de los demás cineastas iraníes conocidos, principalmente porque sus películas son ágiles, recargadas de anécdotas y giros inesperados. Farhadi presenta cuadros cotidianos que, por alguna razón, evidente u oculta, son atravesados por problemas profundos. Los personajes suelen ser perfectamente ordinarios, gente sencilla, de clase media y trabajadora, poco conflictiva, nada excepcional a simple vista. Pero son las sorpresivas circunstancias que surgen las que sí son excepcionales, y esta gente que, viéndose cercada, se transforma repentinamente destapando dimensiones terribles.

El conflicto detonante. Los inesperados y brutales giros de guión de Farhadi encauzan la narración hacia sitios insospechados y pueden cambiar radicalmente el tono que traía la película en su conjunto, así como el mismísimo eje central. No conviene arruinar las sorpresas aquí, pero A propósito de Elly en un comienzo parece una comedia centrada en varios treintañeros que pasan unas vacaciones juntos, hasta que un suceso inesperado desvirtúa totalmente el planteo. La separación se centra en una dolorosa ruptura marital hasta que una sucesión de circunstancias fortuitas llevan a que ese conflicto quede opacado por otro, muchísimo mayor.
La obsesión de Farhadi por las separaciones ejemplifican estas situaciones de conflictos cotidianos extremos, donde no hay claras víctimas o victimarios, y en los que cualquier decisión a tomar implica causar daños e ineludibles agonías. Un personaje en A propósito de Elly cuenta acerca de su ruptura reciente con una frase memorable: "Es mejor un final amargo a una amargura sin fin." Las películas de Farhadi llegan a situaciones que parecen ridículas pero que asimismo son perfectamente creíbles: espirales de mentiras, ocultamientos piadosos, incómodos enfrentamientos. Se dan situaciones en las que todos los personajes obran con buenas intenciones, racionalmente, siguiendo una lógica perfecta, pero que por obra de las simples causalidades de la vida llegan a entramparse desembocando en callejones de los que no pueden salir sin sufrir punzantes dolores. La idiosincracia iraní, pero sobre todo la discriminación de género, la legislación y el mismo gobierno son criticados brillantemente en estas poderosas exposiciones de conflictos mundanos.

Riqueza. Es realmente difícil dar con películas que toquen tantas puntas simultáneas y que al mismo tiempo lo hagan con tal dignidad: La separación es una película sobre el mal del Alzheimer, un drama de tribunal, un acercamiento al fin del amor y la ruptura conyugal, sobre manipulación y decisiones morales en situaciones límite, sobre la división entre fundamentalistas y seculares, los que quieren exiliarse y los que quieren quedarse, sobre un divorcio entre clases sociales. En la primer escena se plantea, con increíble economía expositiva, una situación límite. Una pareja se encuentra frente a un tribunal; ella quiere irse del país, pero él quiere quedarse junto a su padre con alzheimer. Ella acude para pedir el divorcio, pero el juez le responde que no puede concedérselo a menos que pruebe que su marido es realmente un mal marido -que le pega o que es un adicto, por ejemplo-, además de preguntarle directamente por qué tiene que irse de Irán, y cómo es posible que crea que no tiene oportunidades viviendo en el país. Partimos desde un quiebre, de un punto en el que un personaje necesita dar un paso doloroso para poder continuar con su vida, y a partir de ese mismo comienzo vemos como los tribunales iraníes no sólo no ayudan sino que además se convierten en una verdadera traba vital, impidiendo una resolución pronta y aséptica. A lo largo de la película comprenderemos hasta qué punto la teocracia dominante perjudica e incapacita a la sociedad civil, y como se convierte en una obstrucción que muchas veces profundiza los más corrientes conflictos humanos.
La confrontación de civiles con las autoridades son una constante en el cine de Farhadi, y se proponen escenas y situaciones profundamente absurdas, impensables desde una mirada occidental. En Beautiful city el dolido y vengativo padre de una adolescente muerta acude a las autoridades con la intención de agilizar las represalias, para que ejecuten de una vez al supuesto asesino de su hija. Si la propuesta del hombre ya suena como un despropósito, la respuesta que obtiene roza el delirio: para ello debería pagar en metálico la diferencia de lo que ellos llaman el "precio de sangre": es que la ley de ese país enseña que la sangre de una mujer musulmana vale la mitad que la de un hombre.
Cine para llevar. Vistas desde fuera, podría decirse que las películas de Farhadi son un compilado de situaciones dramáticas, acumuladas para manipular a la audiencia y provocar mayor impacto. Pero lo cierto es que las anécdotas no escapan a lo factible, y la naturalidad de los planteos, la brillante dirección de actores y la cámara en mano incrementa el realismo. Por su parte, la narración está llevada con un ágil ritmo que reproduce fielmente las desquiciantes rutinas urbanas. La inquietud y la inestabilidad en el foco aumentan la creciente tensión y por consiguiente, la incondicionalidad a los sucesos presentados.
Farhadi decidió dedicarse a filmar a partir de una vivencia accidental. Fue al cine y vio una película ya empezada, a partir de la mitad del metraje. Cuando terminó y se fue a su casa pasó todo el día pensando cómo sería ese principio. Y es exactamente esta clase de reflexión posterior lo que pretende despertar en su público. Que se lleven cosas en las que pensar, que la película deje picando una molestia que el espectador tenga que resolver más tarde y consigo.
Mientras que el torrente de premios a Farhadi suponen un orgullo para gran parte de la población iraní, las autoridades del gobierno dan muestras de una profunda indignación, al punto de haber cancelado una bienvenida prevista en su honor. Quizá como consecuencia de la patente hostilidad del régimen, la próxima película del director será la primera en filmarse fuera de su país natal; estará hablada en francés y será rodada en París. El acoso y la persecución en terrenos persas no cejan, y la amenaza sobre los artistas independientes que allí residen es hoy una sombra demasiado larga.

Publicado en Brecha el 6/7/2012

2 comentarios:

  1. Magnífica disección, compa Diego, del cine de este director iraní, del que he visto sus dos últimas (y celebradísimas, sobre todo la última de ellas) películas, que me han causado un hondo impacto. En cualquier caso, creo que Nader y Simin, una separación tiene una construcción dramática más sólida y mejor ‘abrochada’ que A propósito de Elly, un tanto dispersa en su desarrollo argumental. En todo caso, coincido contigo en la apreciación acerca del enorme talento cinematográfico de Farhadi, un hombre cuya carrera habrá que seguir con atención, cómo no…

    Un fuerte abrazo y hasta pronto.

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  2. Manu! Qué bueno que compartamos esta afición por Farhadi. Es verdad que "Una separación" es más sólida y centrada, y que "A propósito de Elly" es algo más "dispersa" en su estructura. De todos modos y a nivel personal me quedo con "A propósito..." porque me resultó mucho más impactante e incómoda. Pero bueno, estamos hablando de cine del mejor, en los dos casos.

    Qué bien este señor. Brindo por él. Te mando un gran abrazo!

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