viernes, 24 de octubre de 2014

Delirium (Carlos Kaimakamian Carrau, 2014)

Cine fallido dentro de cine fallido 


La "nueva de Darín" tiene mucho de metacinematográfico. Es una película que verbaliza y expone una realidad hoy por muchos conocida: la popularidad y masividad que ha cobrado el actor Ricardo Darín, y su capacidad para convertir a una película argentina cualunque en un éxito de taquilla. Es con esta premisa que tres amigos con intereses estrictamente económicos y poca sal en la mollera tienen la "genial" idea de hacer una obra de presupuesto mínimo, pero con el agregado de Darín en el protagónico. Esto es lo que, no dudan, los llevará al éxito y a la popularidad. Por una casualidad del destino, Darín confunde a uno de los cineastas con el hijo de un amigo íntimo, y accede a filmar con ellos como un favor especial. Naturalmente, su arrepentimiento no demorará mucho en llegar. 
El guión tiene sus puntos de interés y originalidad. Se trata de otra de esas películas de "cine dentro del cine" con reminiscencias a Ed Wood (seguramente la obra maestra de Tim Burton), y esa clase de pretendidos cineastas sin ninguna capacidad ni conocimiento de la técnica para desempeñarse. Darín aporta su gracia al demostrar su irritación con los pseudo-directores en pleno rodaje y, el humor, efectivo sólo de a ratos, se basa en la incompetencia radical de los personajes, más algunos toques de "delirio" advertidos desde el título. Hay dos momentos sorpresivos que no conviene adelantar aquí pero que son lo mejor de la película: el primero es un giro radical de guión que tiene lugar en la mitad del metraje y que no se ve venir de ninguna manera; el segundo es el final, una humorada y un guiño quizá exclusivo para espectadores rioplatenses, pero que en su sencillez y su mala leche guarda un doble significado respecto a los personajes reales aludidos (para los que no quieran ver la película, el chiste puede verse en el trailer en youtube; se trata de un discurso presidencial). 
Pese a estos aciertos concretos, la película de todos modos deja ver su perfil de comedia amateur joven, y no parece escapar totalmente a los desconocimiento técnicos que se señalan a los mismos protagonistas. Un espectador no demasiado atento podrá darse cuenta de la cantidad de primeros planos que se utilizan. Son muchos, excesivos, cuesta acostumbrar el ojo a las dinámicas de los diálogos con tantas de estas capturas de cámara. Los interlocutores se vienen encima, abruman. Es que normalmente los primeros planos suelen ser más dosificados en el cine; son utilizados para tomas largas y para agregar intensidad, ya sea enfatizando los gestos o el parlamento de un actor. Aquí parecerían utilizados indiscriminadamente y sin criterio, demostrando la falta de conocimiento de los recursos cinematográficos de los realizadores.

Publicado en Brecha el 23/10/2014

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