miércoles, 3 de enero de 2018

Las mejores películas (XXIX)

Más o menos, un año y medio desde la última vez que publiqué el último de estos posts. Pero entiendo que, aunque los saque tarde y queden cosas afuera, suelen ser útiles. Todas estas películas están disponibles en la red de redes, así que sólo hace falta que las busquen y den un par de clicks. Para no repetirme, no agregué otras películas de las que ya escribí en este blog y que también me resultan imprescindibles, como La luz incidente, Jesús, Juana a los 12Alba, Prevenge, The Handmaiden, El Viajante y Frantz. En esta lista hay mucho cine de género (en algunos casos con algún exceso gore, es decir que sólo para los enfermitos como yo).
Consíganlas, que realmente valen la pena.

-Desde allá (Lorenzo Vigas, Venezuela / México).
La increíble relación homosexual entre un hombre acomodado y un delincuente marginal provee incomodidades varias, sobre todo en lo concerniente a la brutal desigualdad de necesidades básicas, poder e imagen social, pero también en lo referente al individualismo, a la capacidad de apego y a la falta de referentes. Aunque es una película que suele disgustar y causar rechazos, es también de las más transgresoras e inteligentes que he visto en los últimos años.

-Graduation (Cristian Mungiu, Rumania / Francia / Bélgica).
Un médico sesentón inicia una ardua cruzada a través de una pequeña localidad rumana. Su hija, de 18 años, acaba de ser aceptada para estudiar en la Universidad de Cambridge, pero para ello debe mantener una escolaridad con notas que superen el 90%. Pero los problemas se potencian cuando es interceptada por un desconocido que intenta violarla; esto acrecienta la desesperación de su progenitor, decidido a todo con tal de que su hija abandone el país y estudie afuera. Más allá de ser brillante en su exposición de la Rumania actual, se trata de una imponente radiografía de la corrupción, la decadencia y la debilidad humana.

-Que Dios nos perdone (Rodrigo Sorogoyen, España).
Con La isla mínima, con Magical Girl, El cine español ya venía demostrando que puede entrar en terrenos negrísimos, y con muchísima altura. En este caso, durante la crisis económica y en pleno verano, a un par de inspectores de policía le es adjudicado un asesinato de mujeres ancianas, que además son brutalmente violadas. Deben capturar al culpable antes de que continúe causando estragos, pero en su desempeño y en su cacería demuestran no ser muy diferentes a él. Además de ser cine del mejor, cuenta con el mejor plano secuencia que he visto en años.

-Ron Goossens, Low Budget Stuntman (Steffen Haars, Flip van der Kuil, Paises Bajos).
Alcohólico hasta la manija, un doble de bajo presupuesto deambula por su pueblo, mientras vive una vida extrema a lo Jackass. Goosens cae de azoteas, es machucado, aplastado, incinerado y, cuando llega a su casa, descubre que su mujer le mete los cuernos. Pero él quiere salvar su matrimonio, y para ello intentará, siempre entre botellas de cerveza, whisky y vodka, arrojarse a una misión imposible. Seducir a una superestrella no es precisamente sencillo cuando tu cuerpo apesta a alcohol y vómitos, y además te cuesta mantener el equilibrio... pero lo que importa es la actitud, dicen.

-Bone Tomahawk (S. Craig Zahler, Estados Unidos / Reino Unido).
Este director es realmente algo. Es muy atractiva la forma en que, tanto en esta película como en Brawl in Cel Block 99, plantea una anécdota sobria, realista, con un conflicto grave e interpretaciones convincentes, y además las lleva hasta límites desquiciados, convirtiéndolas en propuestas realmente adictivas. En lo particular, prefiero las películas que son al revés, que se parecen a cine de géneros livianos y terminan ofreciendo lecturas que van mucho más allá. Pero qué más da: la película funciona y es endiabladamente disfrutable.

-When Marnie Was There (Hiromasa Yonebayashi, Japón).
Suele tachársela como una de las películas "menores" de los estudios Ghibli, pero no estoy de acuerdo en absoluto. Una chica con problemas de salud es enviada a vivir junto a sus tíos a Hokkaido, donde puede entrar en contacto con la naturaleza y respirar aire puro. En uno de sus paseos por la costa, da con una extraña mansión abandonada que, naturalmente, está habitada por fantasmas. Por fuera de lo sobrenatural, la película esconde una notable reflexión sobre la depresión adolescente, sobre mandatos de género y extrañas herencias generacionales.

-Sea Fog (Shim Sung-bo, Corea del Sur).
Otro plato de cine serio que se convierte en cine de géneros, con el plus de que, sobre la mitad de la película, tiene lugar uno de los giros más impactantes e inesperados que haya dado el cine en  mucho tiempo. Un barco pesquero, con una tripulación estable y reducida, se aboca a otra de sus incursiones en altamar, pero la crisis del sector los empuja a llevar, desde China hasta Corea y como carga extra, a un grupo de inmigrantes ilegales. Obviamente, nada sale como es esperable.

-The Void (Jeremy Gillespie, Steven Kostanski, Canadá).
El mejor cine de terror viene de Canadá, sin dudas. Y si el gore de Bone Tomahawk no fue suficiente para ustedes, tendrán todo el caudal necesario en esta joyita demencial. Un policía se encuentra con un tipo herido, cubierto de sangre en la carretera, y lo lleva a un hospital más cercano, pero ahí dentro empiezan a pasar cosas muy raras. Para colmo, el recinto empieza a verse asediado por humanoides disfrazados, quizá miembros de un extraño culto. Un descenso al infierno con excesos y deformidades a lo Aja, y con un universo propio que debe mucho a Lovecraft y Carpenter.

-Tschick (Fatih Akin, Alemania).
Una road movie y buddy movie como hace mucho tiempo no había visto. Marik, un adolescente frikki de familia disfuncional, y Tschick, inmigrante ruso con pésima conducta y problemas de integración, son los desquiciados antihéroes de esta irresistible historia. Hartos de la monotonía, ambos deciden lanzarse a la aventura y conducir un auto robado en dirección a la Alemania profunda, donde tendrán un viaje iniciático y se encontrarán con personajes tan estrafalarios y más que ellos mismos. En este cruce, surgen brillos inesperados.

-Land of Mine (Martin Zandvliet, Dinamarca / Alemania).
La clase de películas de guerra que a mí más me gusta: no sólo porque se posiciona desde la perspectiva de soldados alemanes, sino por poner el foco sobre víctimas impensadas. Terminada la Segunda Guerra Mundial, el gobierno danés obligó a los prisioneros enemigos a desactivar las minas antipersonales que los nazis regaron por toda la frontera. Unos dos mil soldados, en su mayoría menores de edad, fueron forzados a remover los explosivos; aproximadamente la mitad perdió la vida o alguno de sus miembros en ese proceso. 

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