Encontrarse en las salas con una obra sencilla, sincera y desenfadada como Tierra de zombies es algo digno de festejos. Una efervescente inyección de glucosa, una película con sabor a matineé, de esas que huelen a maní con chocolate, a refrescos y churros. Para que no exista confusión, estamos hablando de un registro futurista post-apocalíptico, de sobrevivientes en un mundo dominado por los muertos vivos, más escopetas, más sesos desparramados en el pavimento, más Woody Harrelson escupiendo clichés y poniendo cara de malo, más Bill Murray en un cameo demencial, más una catártica balacera en un parque de diversiones.
Otra vez nos encontramos con una divertida sátira al cine de muertos vivientes -aunque sigue sin superarse a Braindead, la obra de culto de Peter Jackson- y se agradece que el director Ruben Fleischer se haya arrojado al género sin dar mayores explicaciones a la plaga ni al apocalipsis, desatando una road movie fresca, libre de pretensiones y para nada culposa. Al comienzo el protagonista enumera un interesante conjunto de reglas de supervivencia, a lo que sigue una secuencia de créditos con caóticos ataques de zombis en cámara lenta mientras suena el poderosísimo clásico de Metallica “For whom the bell tolls”. Ya se da la pauta de que a continuación se sigue un entretenimiento puro, filmado con destreza y muy buen gusto.
Lo curioso es que la película también se toma sus tiempos para presentar parcialmente elementos pasados de los personajes, aportándoles ciertos matices para diferenciarlos de los estereotipos, y dándoles así un atractivo especial que confluye en algún tramo de genuina emoción. Es atípico que un cineasta, en el terreno de una comedia negra desquiciada, se permita que sus personajes respiren, planteen sus frustraciones, lloren y amen, y esto es un mérito sumamente loable.
Y quizá lo más adorable de ellos y de la película sea su carácter infantil. El objetivo primario del personaje de Woody Harrelson –un excelente actor de comedias al que no muchos cineastas le han descubierto la veta- es dar con determinadas golosinas antes de que les llegue su fecha de caducidad. De la misma manera, un par de chicas adolescentes quiere ante nada llegar a un parque de diversiones abandonado para revivir glorias pasadas. Una de las reglas que el protagonista aprende junto a su compañero de ruta es “disfruta de las cosas pequeñas”, por lo que la improvisada familia no pierde la oportunidad de destruir a palos una tienda de baratijas para turistas –al fin y al cabo eso no molesta a nadie, porque casi no queda gente en el mundo- ni de encontrarle cierto goce adrenalínico al asunto de extrminar no-vivientes. De estructura predecible y clásica, esta misma película no deja de ser un pequeño condensado, anárquico y risueño, una divertida ingesta que hasta merecería ser disfrutada varias veces.
Otra vez nos encontramos con una divertida sátira al cine de muertos vivientes -aunque sigue sin superarse a Braindead, la obra de culto de Peter Jackson- y se agradece que el director Ruben Fleischer se haya arrojado al género sin dar mayores explicaciones a la plaga ni al apocalipsis, desatando una road movie fresca, libre de pretensiones y para nada culposa. Al comienzo el protagonista enumera un interesante conjunto de reglas de supervivencia, a lo que sigue una secuencia de créditos con caóticos ataques de zombis en cámara lenta mientras suena el poderosísimo clásico de Metallica “For whom the bell tolls”. Ya se da la pauta de que a continuación se sigue un entretenimiento puro, filmado con destreza y muy buen gusto.
Lo curioso es que la película también se toma sus tiempos para presentar parcialmente elementos pasados de los personajes, aportándoles ciertos matices para diferenciarlos de los estereotipos, y dándoles así un atractivo especial que confluye en algún tramo de genuina emoción. Es atípico que un cineasta, en el terreno de una comedia negra desquiciada, se permita que sus personajes respiren, planteen sus frustraciones, lloren y amen, y esto es un mérito sumamente loable.
Y quizá lo más adorable de ellos y de la película sea su carácter infantil. El objetivo primario del personaje de Woody Harrelson –un excelente actor de comedias al que no muchos cineastas le han descubierto la veta- es dar con determinadas golosinas antes de que les llegue su fecha de caducidad. De la misma manera, un par de chicas adolescentes quiere ante nada llegar a un parque de diversiones abandonado para revivir glorias pasadas. Una de las reglas que el protagonista aprende junto a su compañero de ruta es “disfruta de las cosas pequeñas”, por lo que la improvisada familia no pierde la oportunidad de destruir a palos una tienda de baratijas para turistas –al fin y al cabo eso no molesta a nadie, porque casi no queda gente en el mundo- ni de encontrarle cierto goce adrenalínico al asunto de extrminar no-vivientes. De estructura predecible y clásica, esta misma película no deja de ser un pequeño condensado, anárquico y risueño, una divertida ingesta que hasta merecería ser disfrutada varias veces.
Publicado en Brecha 15/1/2010.
4 comentarios:
Es curioso esto que comentas de cierto aire infantil. Fui a verla con mi hijo adolescente y se lo pasó teta. A mí también me gustó, tiene un aire ochentero como pocas de las que pululan ahora del género. No se anda con rodeos de ningún tipo, desde el principio entra directamente en materia (lo que se agradece, pa qué más?), y aunque para mí le sobre el cameo de Murray (no lo aguanto), es entretenida y se deja ver. Sabiendo lo que se va a ver, no defrauda.
Un saludo!
Babel querida, sí es eso, y nada más. Yo estoy empezando a valorar un poco más estas pelis sencillas y directas, porque al fin y al cabo uno las acaba viendo varias veces, y las disfruta siempre.
Muchas de las pelis serias que celebramos no volveríamos a verlas en la vida, ni lo haremos, y eso es algo que me está llevando a cuestionar alguna cosa...
Bueno, nada, tan sólo una pequeña inquietud. Un abrazo.
desde que vi el trailer tengo MUCHAS ganas de verla... capaz hasta pago y la veo en el cine! (bromeo)
v.
Ahh ja ja ja (la ví hace un par de días) el cameo de Murray es uno de los puntos altos sin duda.
Regla n1. Estado físico. jaja
Publicar un comentario