Cuidados nocivos
Es
curioso el devenir del cine de terror reciente. Si a comienzos de los
2000 el talento parecía situarse específicamente en el mundo asiático,
con un puñado de directores japoneses, surcoreanos y tailandeses que
atentaban contra las audiencias llevando a los espectadores al borde del síncope cardíaco (con obras como Ringu, Dark Water, Shutter, 2 hermanas y Ju-on),
ese talento pareció morir allí mismo y tranferirse a occidente,
afirmándose hoy en directores que siguieron en esa línea de horror
psicológico como James Wan (Insidious), Scott Derrickson (Sinister), y Oren Peli (Actividad paranormal); que se nutrieron de aquellos retomando sus mejores recursos para causar miedo, con inmediatos éxitos en las taquillas.
En
este registro y junto a esta nueva camada podría incorporarse al aquí
director Andrés Muschietti, un argentino que logró llamar la atención
del director y productor Guillermo del Toro (El laberinto del fauno, Hellboy 1 y 2, El hobbit) con un corto de tres minutos llamado Mamá,
en el cual se basó esta película. Vale la pena acercarse a ese cortometraje, en él Muschietti daba muestras
de su talento detrás de cámaras, pero también apelando a miedos
inconscientes: "Nos tenemos que ir, mamá ha vuelto" le dice una niña
muerta de miedo a su hermana, para acto seguido llevársela corriendo por
las habitaciones de una casa, siendo acechadas por un pútrido cadáver.
Un corto tan breve invoca una ambigüedad incómoda entre el mundo de
los vivos y los muertos, y retrotrae a un universo infantil opresivo en
que una madre puede ser objeto de amor pero también una pesadilla
sofocante, vehículo de ira o de ominosa locura.
A
ese mínimo fragmento se le incorporó aquí una historia coherente e
inquietante: un padre cae víctima de la crisis financiera, asesina a su
mujer y en su fuga va a parar a una cabaña perdida, en la que pretende matar a sus dos hijas para después quitarse la vida. Pero es
interrumpido por una fuerza sobrenatural que lo reduce a fiambre, y que se dedicará a cuidar de las niñas a lo largo de cinco años. En una
excelente secuencia de créditos, se da cuentas de qué ocurrió con esas
niñas durante ese tiempo, mediante una sucesión de dibujos infantiles
que echan luz sobre un lapso de supervivencia que jamás es relatado o
explicitado. Cuando las niñas son encontradas en un inaudito estado de
salvajismo -es impactante la llegada de unos leñadores a la choza, y su
primer encuentro con ellas- a un tío le toca hacerse cargo de su
crianza, y por extensión, a su novia (Jessica Chastain, en un papel nada que ver con el que hizo en La noche más oscura),
una punkie que lo último que quiere en la vida es tener hijos.
Instaladas en la casa, queda claro que las niñas traen consigo algo
intangible y pavoroso: se dispara una sucesión de efectivos sustos, pero
quizá la historia comience a volverse manida. Todo huele a horror
japonés, con horrendos sonidos en off, figuras borrosas, la presencia
sobrenatural que hostiga a la protagonista y placares que no conviene
abrir. Los golpes de efecto funcionan aunque ya estan muy vistos, pero
la cosa vuelve a levantar sobre el final, con tramos inesperadamente
bellos y poéticos que recuerdan -y están a la par- de los mejores
momentos burtonianos.
Publicado en Brecha el 22/3/2013
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