Menos es más
Ganadora del premio a mejor película argentina en el 28º Festival de Mar del Plata, La utilidad de un revistero es una hazaña por donde se la vea, y una obra sumamente divertida y transgresora. Invitado por la Cinemateca para presentar su estreno en Uruguay, (en Buenos Aires aún no llegó a salas) su director se extendió en sus intenciones, sus afinidades cinematográficas, sus búsquedas.
Se trata de una ópera prima absolutamente novedosa. No sólo por ser una de las películas argentinas más inteligentes y divertidas de los últimos tiempos, sino porque además se permite jugar y valerse de premisas cinematográficas atípicas. Adriano Salgado, su director, logró una hazaña impensable: que un largometraje sin movimientos de cámara y con un sólo plano fijo en el interior de un apartamento (aunque la existencia de un fundido a negro, cerca del final, de cuentas de la existencia de un único corte) sea además un relato ágil, con diálogos hilarantes, dotado de tan sólo dos personajes sumamente atractivos –las brillantes actuaciones de Maria Ucedo y Yanina Gruden son bazas que juegan fuerte–. En su interacción, y con la excusa de una entrevista de trabajo, ambas protagonistas le van agregando nuevas capas a la historia y, al mismo tiempo, planteando una reflexión sobre los formatos de cine y teatro; sus puntos en común, sus diferencias.
De bajo perfil, Adriano Salgado tiene más de veinte años de experiencia en cine, pero siempre como técnico y particularmente como sonidista. Finalmente como director su detallismo, su esmero puntilloso se hace patente no sólamente en un guión propio cargado de significados y referencias sutiles, sino además en una cuidada puesta en escena que rompe con esquemas preconcebidos, suponiendo una valiosa lección cinematográfica. En una amena entrevista con Brecha, Salgado dio cuentas de un proceso creativo y una forma particular de entender el cine.
–No recuerdo películas que sostengan un plano durante tanto tiempo, salvo que contemos los experimentos audiovisuales de Andy Warhol (que difícilmente puedan llamarse cine). ¿Te inspiraste en la forma de alguna película en particular?
–Hubo una película mexicana que en su momento me gustó mucho, La tarea (1991) de Jaime Humberto Hermosillo, y que me sirvió en parte como inspiración. Ahí había antes del plano fijo algunos movimientos de cámara, pero en determinado momento la protagonista va y deja la cámara quieta en un rincón, y a partir de allí la película queda en ese plano y pasa a ser el registro de lo que filma esa cámara escondida. Claro que hay varios cortes disimulados porque fue una película rodada en cinta (quizá no podían filmarse más de diez minutos seguidos), pero ese fue un disparador para preguntarme cómo podía funcionar una película con un sólo plano. Y para considerar qué otros elementos deberían entrar en juego para generar interés y atrapar de algún modo al espectador.
–Si hay algo que demuestra La utilidad de un revistero es que el montaje no necesariamente impone el ritmo de una película. La tuya carece prácticamente de montaje, ¿cómo dirías que se genera el ritmo en este caso?
–Son muchos elementos, los cambios en la decoración, los diferentes elementos que juegan en el encuadre, el uso de la música y el sonido, los movimientos de las actrices, las diferentes instancias de diálogo. Pero hay que tener en cuenta que desde el momento en que empieza la película hay un tiempo muerto de varios minutos que de algún modo sirve para predisponer al espectador a que cada pequeño cambio sea visto como un gran suceso. Así, cuando entra en el plano la primera de las actrices se convierte en algo muy importante, y ni hablar de cuando suena el timbre y aparece la segunda.
–Otro punto fundamental es que la película también echa por tierra precisamente todas esas convenciones que exigen plot points o giros de guión a los cinco minutos de metraje, para que supuestamente la atención del espectador no decaiga. Los giros de guión acá demoran más en aparecer, y tu película dura dos horas y divierte y mantiene en vilo a la audiencia, sin siquiera mover la cámara. ¿cuál dirías que es la clave de eso?
–A mí me parecía interesante que ambos personajes se estuvieran conociendo por primera vez en ese encuentro. El espectador también las está conociendo en ese proceso, o sea que la película parte desde un punto 0. Yo creo que eso, más allá de los tiempos muertos o los giros de guión que haya o no, motiva cierta curiosidad que lleva a ser partícipe en la historia... Además al irse dosificando la información, los personajes van creciendo al punto de que terminan siendo muy diferentes a lo que parecían en un comienzo.
–Es muy llamativo el humor dentro de la película, y en especial el elemento de transgresión, por el cual la chica más joven, gracias a su personalidad arrojada, parecería cometer muchos errores durante la "entrevista", dice y hace cosas que no debieran hacerse jamás en una entrevista de trabajo, aunque no pareciera ser muy consciente de ello. Parece otro elemento que juega fuerte para la incomodidad...
–Claro, y yo quiero agregar que a mí me interesaba especialmente mostrar tiempos muertos, porque me parece que muchas veces dicen más cosas sobre las personas que los diálogos que puedan tener o lo más propiamente utilitario del guión. Yo noto que en el cine uno ve constantemente cortes, elipsis, la trama avanza atropelladamente y cada nueva escena supone un salto que obliga a estar pendiente de como se suceden las acciones. Si vos cuando viniste para acá, por ejemplo, saliste de tu casa y te tomaste un taxi, en una película te pueden filmar cerrando la puerta de tu casa, parando el taxi y subiéndote a él. Corte y te estás bajando y llegaste al hotel. Ahora, capaz que si omitiéramos ese corte y filmáramos todo lo que te pasó adentro del taxi, quizá ese diálogo aparentemente casual que tuviste con el tachero, todo ese tiempo "muerto" puede decir muchas cosas de quién sos vos. A mí me interesan esos tiempos muertos porque suelen ser elocuentes de quiénes son los personajes. Un amigo hace poco me contaba una anécdota sorprendente: durante una fiesta tuvo sexo con una mujer casada, en el baño, mientras el marido y los hijos de la mujer estaban en la sala de fiestas. Este amigo me contó así sin más el asunto de la relación sexual y yo no podía creer que omitiera todos los detalles que a mí más me interesaban, que era cómo se fue dando esa situación, ese asunto de la seducción, de las miradas que se cruzaron antes del hecho en sí. Creo que ahí está lo increíble y la gente y los espectadores no están muy entrenados para apreciar toda esa riqueza de detalles.
–Son muy interesantes los diálogos que la película establece entre cine y teatro. Como por ejemplo cuando uno de los personajes dice casualmente que "...la luz y el sonido orientan la atención del espectador".
–Si, hay varios de esas referencias dispersas, y la obra que se representa en la maqueta, no sabés lo que me costó escribirla... Me interesaba especialmente que esa obra de teatro fuese más bien cinematográfica (con fundidos a negro, elipsis) y que la película en su conjunto en cambio fuese más bien teatral, sin cortes y fluida. Hay algo que a mí me encanta del teatro y es que tiene un carácter accidental que lo vuelve enormemente atractivo. Por ejemplo, si en el teatro a uno de los actores se le vuelca el café encima de otro, existe un margen de duda, uno a veces no tiene claro si eso que sucedió es algo que está guionado o si fue realmente un accidente. El otro día vi una obra en la que la actriz subiendo una escalera se tropezaba y caía varios escalones golpéadose el culo. Cuando vi eso me agarré la cabeza durante media hora, pensando en pobre, lo que le había pasado y qué situación incómoda tener que disimular e improvisar después de eso. Pero cuando terminó la obra me enteré que esa caída también estaba guionada. Eso a vos en el cine no te va a pasar nunca, porque si en una toma algo sale mal el director pide que se corte y se hace de nuevo. Haciendo toda la película en una sóla toma, en parte se podía romper con ese artificio, y podía darse una naturalidad distinta al abordaje.
–¿La etiqueta "experimental" fue un atributo positivo o una maldición a la hora de "vender" la película?
–Creo que es más bien una maldición. Yo quise adelantarle a los potenciales espectadores que mi película es un plano fijo; en parte como una alerta, para que la gente fuera predisponiéndose, que no les resultara pesada, e incluso para que el público más bien cinéfilo fuese a ver mi película. Pero lamentablemente este elemento persuadió a mucha gente de no ir a verla, e incluso creo que mismo muchos de esos cinéfilos dejaron de verla al oír acerca de este perfil experimental.
Publicado en Brecha el 14/8/2015
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