La huérfana es uno de los platos fuertes de las carteleras actuales. Lars von Trier es hoy objeto de polémicas por su reciente El anticristo. Frank Darabont asombró hace poco con la imponente La niebla y una película sueca de vampiros (Let the right one in) es de lo mejor que ha podido verse este año. El cine de terror da señales de estar pasando por un buen momento y como nunca, se diversifica en múltiples formas y registros.
“Largo rato quedé ahí parado especulando, temiendo, dudando / soñando sueños que ningún mortal se atrevió a soñar jamás.” Edgar Allan Poe
La fruición de este tipo de cine, su disfrute, naturalmente obedece a cierto goce masoquista. Y es por eso que mucha gente prefiere mantenerse alejada del registro, ya que sencillamente no puede soportarlo. “¿Para qué sufrir en el cine?” suelen decir algunos prudentes con sensatez indeclinable, aunque es cierto que no es más comprensible ni justificable sufrir con un melodrama o una tragedia que con una llana y honesta película de terror. El intenso goce que provocan las grandes películas del género no es algo fácil de lograr: se necesita una anécdota llamativa y coherente en su lógica interna, una sabia dosificación de tensiones y sobresaltos, se requieren personajes sólidos con los que valga la pena sentirse identificado y es imprescindible el dominio de un lenguaje cinematográfico por los que imágenes y sonidos estén ligados estrechamente, montados con precisión quirúrgica. Lo transgresor y lo oculto son elementos esenciales en la puesta en escena, y la sugerencia y el enigma, aspectos ineludibles.
Y el cine de terror es también un espacio anárquico donde suelen romperse las reglas sociales, donde se violan los espacios sagrados, se tocan los tabúes y se insultan las buenas costumbres. La figura expresiva más frecuentada por este cine es la alegoría, y en ellas suelen plantarse sarcásticos apuntes sociales, a menudo impregnados de un pesimismo arrollador. Desde el horror psicológico de Alejandro Amenábar (Los otros) el clasicismo de Frank Darabont (La niebla) o Neil Marshall (El descenso) la brutalidad sofocante del cine francés (Alta tensión, Frontiere(s)) el ludicismo de Alex de la Iglesia (La habitación del niño) el existencialismo de Kiyoshi Kurosawa (Kairo, Retribution) y las pesadillas experimentales de Takashi Miike (Audition, Imprint) y Shinya Tsukamoto (Haze) una gran variedad de malos tragos atenta hoy contra las esperanzas de un colorido desenlace, y contra los resquicios mentales más vulnerables del espectador.
Los cineastas galos saben golpear donde duele. Lo que ya ha empezado a llamarse nouvelle horreur vague es quizá la corriente más dura, agobiante y extrema del panorama del horror actual. Un grupo de directores jóvenes que transgreden perpetrando atrocidades fílmicas, ofreciendo un cine visceral, violento a más no poder, y quizá más terrible por carecer de elementos sobrenaturales y por situarse en un terreno realista. El referente inevitable para este tipo de terrorismo audiovisual es el gran clásico bizarro The Texas chainsaw massacre de Tobe Hooper, una obra que, como pocas, ha dejado un legado considerable. En ella un grupo de adolescentes era asesinado uno por uno por una familia desquiciada, en un pútrido rincón de la desértica y conservadora norteamérica profunda. La nueva tendencia francesa parece retomar ese horror sucio y visceral, que igualmente emerge desde las entrañas de un país que, como bien sugería Caché de Michael Haneke, tiene más de un cadáver escondido en sus armarios. En la notable Frontiére(s), luego de atravesar un infierno y de ver morir a sus amigos en manos de un grupo de pervertidos neo-nazis, la protagonista sufre un colapso nervioso cuando se entera por la radio sobre el fortalecimiento de la extrema derecha en Francia. Los insufribles sucesos presentados en A l’interieur se sitúan en la noche de las protestas y las quemas de autos del 2005. Como un reverso a la comodidad burguesa presentada en buena parte del cine francés dominante, estas crueles exposiciones parecen sugerir que no existe tal estabilidad, que la insatisfacción se encuentra instalada, y que el mal emerge implacable, como señal visible de una sociedad soterradamente enferma.
Aunque quizá los que estén más enfermos sean los cineastas. Las protagonistas de Alta tensión, A l’interieur, y Frontiére(s) terminan bañadas en sangre de pies a cabeza; abundan los machetazos, las puñaladas con diversos objetos, las quemaduras en tercer grado y la deformidad física y mental. En algunos casos la acumulación de situaciones grotescas atenta contra la credibilidad de los planteos, y alguna de estas películas pierde interés por ese machaque innecesario. Este cronista admite que tuvo que entrecerrar los ojos para soportar el gratuito desenlace de A l’interieur, y ciertos desbordes explícitos acercan desafortunadamente a esta tendencia al más lamentable terreno del cine de torturas. Pero las películas rescatables del paquete no buscan el morbo por el morbo mismo, ofrecen notables atmósferas, y llaman a reflexiones profundas.
El director más importante de la camada, y en gran medida el precursor de esta movida brutal es el gran Alexandre Aja, quien luego de su notable Alta tensión logró en Estados Unidos una obra superior y casi intolerable, quizá la única remake del cine reciente que supera a la obra en la que se basa: Las colinas tienen ojos. El riesgo que corren estos cineastas es que su reclutamiento por Hollywood acabe por absorverlos totalmente -Aja ya tuvo un traspié con Espejos siniestros y los directores David Moreau y Xavier Palud, estimables autores de Ils, sufrieron una importante falta de libertades al filmar la remake de The eye-.
Muy cercano a la lógica de los sueños, y peor aún, de las pesadillas, se encuentra el cine de terror de Takashi Miike. Sus escabrosas imágenes y algunas horrendas escenas de tortura provocan rechazos viscerales inmediatos, pero a diferencia de las de muchos autoproclamados cineastas, sus películas no son gratuitas. En ellas impera una estimable sensación de injusticia ante las atrocidades perpetradas, se busca la identificación activa con las víctimas y son sugeridas reflexiones profundas sobre los extremos de violencia a los que es capaz de llegar el ser humano. En definitiva, la diferencia entre Miike y otros directores que muestran torturas explícitas (Eli Roth o Darren Lynn Bousman, entre otros) es tener un propósito (y algo de moral).
Otro gran cineasta nipón que ha transitado el género con singular talento es Kiyoshi Kurosawa. Se ha definido su austero estilo como una mezcla del J-horror con Antonioni, y es cierto que hay mucho de eso. Su cine no siempre es comprendido y suele desorientar a los fans del terror, quienes quizá queden a la espera de más sobresaltos y efectismos. Kurosawa radiografía la alienación, la soledad más febril, los fantasmas interiores y el peso de la urbanización sobre los individuos. Sus cuadros ofrecen múltiples lecturas, y por eso pueden resultar extraños para quienes los aborden con una visión superficial.
Con temáticas muy parecidas pero con un abordaje absolutamente distinto, el cine de Shinya Tsukamoto es perturbador y atmosférico. Quizá sea uno de los cineastas de ficción que menos miedo tiene a la experimentación audiovisual hoy en día, y su mediometraje Haze puede considerarse una de las obras mayores del terror actual. Un hombre despierta encerrado en una especie de laberinto en el que apenas tiene movilidad y dentro del cual sólo puede trasladarse reptando. No tiene idea de cómo fue a parar allí, y tampoco se vislumbra una salida posible. En ese recinto infame atravesará por distintas instancias, cada cual más claustrofóbica y asfixiante: un corredor por el que debe arrastrarse arrodillado con los dientes pegados a un extenso caño oxidado, un nauseabundo lago repleto de cadáveres en el que debe sumergirse. El enajenante desenlace es de una riqueza alegórica inmensa.
El futuro del terror se intuye prometedor sobre todo considerando a la producción japonesa. Es allí donde existe mayor cantidad de cineastas sólidos en la materia –a los ya nombrados deberían sumarse los nombres de Hideo Nakata, Takashi Shimizu y Takashi Ishii- y son ellos quienes más parecen esforzarse en concebir formas y dimensiones nuevas. Cualquier exploración seria al género debería abordar primordialmente este terreno, en todas sus variables.
Pero varias de las mejores obras creadas en occidente suelen ser co-producciones (ver recuadro). Esto tiene una explicación simple. Las películas financiadas desde diversos países -mayoritariamente europeos, pero también a nivel intercontinental- son la vía más eficaz de oponerse al cine norteamericano dominante. Para alcanzar los altos costos de producción y poder competir con la industria de Hollywood se reparten los gastos, favoreciéndose con las distintas ayudas públicas nacionales, ampliando los mercados y pudiendo llegar a espectadores de los distintos países involucrados. Por lo general se echa mano a figuras del star-system para protagonizar esas películas (Nicole Kidman en Los otros, Emmanuelle Béart en Vinyan, Julianne Moore y Gael García Bernal en Ceguera), y así poder atraer a esa audiencia acostumbrada al consumo de cine mainstream.
Últimamente han surgido también unos cuantos híbridos llamativos. Más que interesantes y por momentos geniales son los cuentos de terror animados de la francesa Peur(s) de la noir, y también son curiosas The burrowers, una mezcla de terror y western, Dance of the dead, comedia high school con zombies, The genetic opera, musical y gore, y muchísimas comedias negras que satirizan al género, como The cottage, Severance o Shaun of the dead, entre tantas otras.
Dentro del reciente cine de terror occidental pueden verse algunas premisas temáticas que se repiten. Una constante es la amenaza exterior, y más precisamente la que se entromete en la casa propia, vulnerando la privacidad hogareña. La obra precursora en este sentido es la demoledora y desestructurante Funny games de Michael Haneke, de la que Ils y A l’interieur recogieron su anécdota central. A su vez estas películas fueron copiadas por la reciente y más bien lamentable Los extraños y cierto es que ninguna de ellas alcanzó el nivel de la obra de Haneke. La amenaza exterior es en estos casos humana, arbitraria e incomprensible.
Otra constante es aquella en la que un grupo de personas sale de excursión placentera hacia algún lugar aislado y remoto, y son atacados por alguien. Por lo general, se trata de una salida de camping al medio del bosque, y en varios casos, los atacantes pertenecen o están ligados a grupos reaccionarios conservadores (Backwoods, Frontiere(s), Eden Lake). Aquí el mal es claro y tangible, y surge de ciertos núcleos antisociales y xenófobos.
Ya es difícil ver en el cine de terror occidental a una figura monstruosa o a una fuerza sobrenatural, y en los casos que la hay, esa amenaza no es peor que la otra, humana, mucho más presente y cercana. Aquellas obras de terror románticas, en las que un grupo de personas lograba vencer las adversidades actuando con valentía y espíritu de equipo prácticamente han desaparecido. Cuando surge una iniciativa en este sentido suele quedar trunca. El nihilismo está instalado, ya no parecen quedar cineastas en este género que confíen en la humanidad como emprendedora de grandes acciones, y eso parece todo un síntoma de nuestros tiempos.
Terror para un nuevo milenio
-El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001). España / México. Niños es un orfanato, a fines de los años treinta. Los fantasmas son lo mejor que les pasa.
-Los otros (Alejandro Amenábar, 2001). España / Estados Unidos / Francia / Italia. Al final de la escalera + Los inocentes + Otra vuelta de tuerca + Carnaval de almas.
-Kairo (Kiyoshi Kurosawa, 2001). Japón. Los vivos parecen zombis, y el mundo de los muertos no se diferencia tanto del nuestro.
-Ju-on (Takashi Shimizu, 2002). Japón. Los almas en pena se meten en todos los intersticios de la casa.
-Dark water (Hideo Nakata, 2002). Japón. El agua se escurre e invade la habitación, como los espíritus a la mente atribulada.
-Alta tensión (*)(Alexandre Aja, 2003). Francia. Cecile de France huyendo, defendiéndose, contraatacando. La hemoglobina le sienta bien.
-2 hermanas (Kim Ji-woon, 2003). Corea del Sur. Una madrastra cruel, dos chicas atormentadas, y a lo mejor nadie es lo que parece.
-El amanecer de los muertos (Zack Snyder, 2004). Estados Unidos / Canadá / Japón / Francia. Muertos vivos, obviamente. Y un amanecer, más un crepúsculo.
-Dumplings (Fruit Chan, 2004). Hong Kong. Para mantenerse en forma hay que alimentarse bien.
-Shutter (Banjong Pisanthanakun, Parkpoom Wongpoom, 2004). Tailandia. Un espíritu fotogénico, y algo cargoso.
-El descenso (Neil Marshall, 2005). Inglaterra. Seis mujeres, un pozo, un centenar de criaturas infernales.
-Haze (Shinya Tsukamoto, 2005). Japón. Para los que creían que necesitan un poco de aire.
-Las colinas tienen ojos (*)(Alexandre Aja, 2006). Estados Unidos. O el más frontal escupitajo al American dream. Abandonad toda esperanza...
-Retribution (Kiyoshi Kurosawa, 2006). Japón. Nuestro detective descubre que todas las pistas del asesinato conducen a sí mismo.
-La habitación del niño (Alex de la Iglesia, 2006). España. El terror japonés, homenajeado y satirizado por un gordo atorrante.
-Imprint (*)(Takashi Miike, 2006). Estados Unidos / Japón. Para los que creían que Audition era poco tolerable.
-[Rec] (Jaume Balagueró, Paco Plaza, 2007). España. Lo mejor con cámara subjetiva.
-Sweeney Todd (Tim Burton, 2007). Estados Unidos / Inglaterra. Al barbero se le fue la moto, y lleva navaja.
-Frontiere(s) (*)(Xavier Gens, 2007). Francia / Suiza. Chica embarazada + neonazis + terror francés. Mejor ni verla.
-La niebla (Frank Darabont, 2007). Estados Unidos. Una mezcla de Lovecraft y Romero que ni parece Stephen King. Lo mejor de Darabont.
-El orfanato (Juan Antonio Bayona, 2007). México / España. Otra vuelta de tuerca, más.
-Ceguera (Fernando Meirelles, 2008). Canadá / Brasil / Japón. En el reino de los ciegos, un gran poder representa una gran responsabilidad.
-Vinyan (Fabrice Du Welz, 2008). Francia / Bélgica / Inglaterra/ Australia. Porque tampoco es recomendable perder un niño en un tsunami.
-Eden Lake (James Watkins, 2008). Inglaterra. Adolescentes un tanto desquiciados, con uno o dos problemas craneales.
-Let the right one in (Tomas Alfredson, 2008). Suecia. Porque el vampirismo es un sentimiento.
-Deadgirl (Marcel Sarmiento, 2008). Estados Unidos. Individualismo patológico, y un poco de necrofilia.
-La huérfana (Jaume Collet-Serra, 2009). Estados Unidos / Canadá / Alemania / Francia. Padres adoptivos reciben una niña un tanto viciosa y degenerada.
(*) Sólo aptas para estómagos curtidos.
Publicado en Brecha 16/10/2008
10 comentarios:
Entonces, sí es para mí...
T. Mike es genial... a Kurosawa recién lo estoy descubriendo... en cuanto al cine francés de terror sí que no sé nada... gracias por la información. Una larga lista para estómagos insasiables.
Saludos.
Jesus Jara.
A mí la que me da miedo de verdad es BAMBI... Lo juro. No he visto más crueldad en una pantalla...
Maravilloso informe!!!
Lo que es bueno resaltar es que el cine de terror se habia dado por muerto hasta que Asia sacudio el circuito comercial. Y hoy estamos hablando de mas de una corriente extra EEUU, como hacia mucho tiempo no ocurria.
Vaya si sera positivo!!!!
Saludos.
http://cinemaparadisouy.blogspot.com/
Jesus, el Kiyoshi no es para cualquiera, hay que agarrarlo un tanto mentalizado. Pero creo que sus pelis valen la pena.
Ja, decís para estómagos insaciables, por un momento pensé que decías para estómagos insensibles.
dvd, Bambi, mierda que lo parió, eso sí que es una película jodida.
Gustavo, gracias tantas, y sí, los espectadores agradecidos con tanta variedad y calidad.
Un abrazo!
Bueno, yo soy un tipo con gustos más conservadores.. (ya está, lo dije.)
No sé si es válido distinguir entre "terror" y "horror"; yo asocio este último término con "lo repulsivo", es decir, con lo que espanta más por el asco que da... "por el asco que da / tu sociedad / por el pelo de hoy cuánto gastaste" (perdón, Sumo se cruzó en el camino :D ) El cine "gore", del que francamente no soy muy amigo, apuesta si no me equivoco a este tipo de sobresaltos. Salvo alguna que otra excepción que en este momento no se me ocurre, me parece en general una fórmula bastante boba del cine, que parece dirigida sobre todo a un público adolescente - más de uno debe haber aprovechado la oportunidad para "apretujarse" a la compañerita de turno, sobrecogida - no sean mal pensados - por los horrores de la pantalla.
Por otro lado, asocio el término "terror" a un cierto estado mental, a la angustia, a la zozobra emocional. Personalmente encuentro este estilo mucho más interesante, siendo uno de sus más recientes ejemplos la mencionada "La Huérfana", de la que ya habláramos en otro post. También "Los Otros", tremebunda historia de fantasmas que como bien señala Faraway debe mucho al amigo Henry James y a "La Vuelta de Tuerca" (también adaptada a la pantalla en más de una ocasión.) Me permito recordar hace unos años "La Llave Maestra" ("The Skeleton Key") una historia de vudú y magia negra - en todo sentido - bastante bien llevada, con Kate Hudson de protagonista y una pareja imbatible formada por los veteranos John Hurt y Gena Rowlands.
Fuera del área de lo "sobrenatural", el terror también contagia a otros géneros. La ciencia-ficción siempre es candidata a experimentar esta mezcla, y la fórmula "Alien" es quizás su ejemplo más exitoso. Cosa curiosa, no recuerdo en este momento ningún ejemplo reciente y de calidad de este tipo de películas - con la posible excepción de la interesante trilogía "Cube", que sólo llegó al Uruguay en formato DVD.
También el "policial" sabe asustar de vez en cuando, sobre todo cuando el argumento se asoma a algunas mentes desquiciadas. "Seven" de David Fincher, es una de las versiones cercanas del asunto que me pareció más efectiva. Del otro lado del mapa, coincido en que "Audition" pone los pelos de punta (no quiero ni pensar lo que puede ser la mencionada "Imprint".) Parece inevitable mencionar que los antecedentes del género hay que buscarlos en la obra de los maestros Fritz Lang junto al gordo Peter Lorre ("M") y cómo no, don Alfred Hitchcock junto al flaco Anthony Perkins ("Psycho").
Ahora, insisto: me sigo quedando con "El Resplandor" antes que con todos los descuartizadores, destripadores, empaladores, decapitadores, sondeadores y acupuntores; y antes que con buena parte de los vampiros, con casi todos los zombies y muertos vivientes que han aparecido en la pantalla. Sí, ya sé: es larga, es pesada, Jack Nicholson está rayeta desde el vamos y Kubrick se permitió zapatear alegremente sobre el libro original de Stephen King, reinventando la historia a su manera. Qué quieren que les diga: para mí sigue siendo extraordinaria.
Saludos.
Faraway:
Llegué a ver Bastardos sin gloria de Quentin. Creo que la "historia" queda olvidada con el contundente final que da el director a la obra. No se puede hablar de historia porque no es lo que sucedió. Por lo tanto, hablar de este filme como un posible discurso ideológico resulta inapropiado.
Copio esta cita: "Cabrera Infante: TAL VEZ EL CUENTO REQUIERA MÁS ARTE QUE DE VERDAD. ES DECIR, UNA CANTIDAD MAYOR DE JESÚS". Y cito algo más. (Todo esto está en el ensayo "Qué leer" del escritor cubano). "Anatole France por cierto nos dio una lección sobre qué es la memoria histórica en su cuento magistral "El procurador de Judea". Regresa a Roma Poncio Pilatos y en una fiesta romana, que ustedes pueden llamar orgía, su anfitrión le pregunta a Pilatos, que ha sido procurador en Judea, por "un judío díscolo" llamado Jesús. Pilatos, una taza de vino en la mano, la toga impecable, el peinado a lo César, piensa un momento y después dice: "¿Jesús? No he conocido a nadie de ese nombre".
Te digo todo esto porque en este blog: PUENTE AÉREO (http://puenteareo1.blogspot.com/) - A ver si le echas una mirada y una crítica también - propone una mirada fascistoide del filme.
saludos.
Jesus Jara.
Lo interesante es que estan apareciendo buenas propuestas en diferentes paises alrededor del planeta. Me entere que en uruguay filmaron una peli basada en una historia real que dicen sera impresionante. habra que esperar...
Saludos!
http://cinemaparadisouy.blogspot.com/
Lonnie, está bien la diferenciación que hacés de terror y horror, pero me temo que en mi concepción ambos estilos -el terror más psicológico y sugerente por un lado y el gore por el otro- ya se encuentran demasiado unidos. Sin ir más lejos, hasta la huérfana tiene sus momentos gore.
Digo, el cine gore puede ser muy malo en ocasiones, pero qué películas que se ha mandado.
Te recomiendo mucho Deadgirl, obra incómoda si las hay.
Ni idea de "Skeleton key", apunto. Y tendría que ver de vuelta El resplandor, porque la vi hace ya unos años, y no me entusiasmó demasiado. Pero algo se me debe haber pasado por alto...
Jesus, cuando pueda miro esa crítica, pero de antemano me parece que estará equivocada. Fascistoide inglorious? Me temo que no entendieron nada.
Gustavo, soy medio incrédulo al respecto. No imagino una película de terror uruguaya buena, pero ojalá así sea.
¿No serás amigo o pariente de los realizadores, o algo así?
Nada, gracias por el dato, estaremos atentos.
Abrazo a todos!!!
La segunda imagen ¿de qué pelicula es? Es lo suficientemente impactante para que me haya interesado. P.D. Felicidades por el blog, muy bueno, lo visito desde hace tiempo.
Cain, gracias por tu visita!
Uy, la segunda foto es de A l'interieur, una película que no sabría si recomendarte. Está muy bien filmada, pero es terror francés del extremo...
A mí no me termina de convencer. Todavía no puedo creer la inmensa gratuidad de las imágenes finales. No eran necesarias, de verdad...
Pero en fin, mirála y me comentás. Abrazoo
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