viernes, 30 de abril de 2010

Shutter island (Martin Scorsese, 2010)

Los oscuros rincones de la mente


En un comienzo todo parecería indicar que nos encontramos ante un thriller psicológico, con énfasis en la investigación detectivesca y un curioso enigma de habitación cerrada: el caso de una asesina serial que escapó de la abarrotada celda de un manicomio, sin que nadie haya reparado en su fuga. Así es que el detective interpretado por Leonardo Di Caprio ingresa junto a un colega (Mark Ruffalo) a la isla del título, que en definitiva no es más que una institución convenientemente aislada de reclusión para criminales psiquiátricos. Shutter significa persiana, por lo que se trataría de una isla oculta, tapada, en la cual se esconden secretos incómodos. Di Caprio extraerá la rápida conclusión de que los interrogados no le son sinceros, y cuando la noche se cierra y se desata una terrible tormenta, es precisamente cuando la lúgubre isla comienza a cerrarse sobre él (shut es también cerrar) y se da paso, paulatinamente, a un inhóspito terreno de horror psicológico y moral.
Lo que acontece en el psiquiátrico dispara dolorosos recuerdos en el protagonista, especialmente vivencias ocurridas al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando formaba parte de los soldados que liberaron el campo de concentración de Dachau. Vívidos flashbacks integrados notablemente a la narración revelan los traumas del protagonista, y las razones por las que su incursión en la isla es también una misión personal.
Es de importancia crucial la “guerra” interna entre psiquiatras que se vive en el manicomio. Por una parte los defensores de métodos agresivos para tratar a los convictos (encadenamientos, lobotomías, terapias de choque) y por el otro los partidarios del trato humanista. No es menor que Di Caprio deje escapar su desaprobación primaria hacia la atención psicoanalítica y el buen trato con los criminales, como inercia quizá de un sentir popular y un revanchismo visceral e irreflexivo. La clase de posiciones imperantes que facilitan la existencia de ciertas prácticas deleznables.
La película se ubica en el contexto de la Guerra fría, en el año 1954. En ese entonces se encontraba en plena operatividad el programa MK Ultra, por el cual la CIA experimentaba con seres humanos utilizando radiación, drogas, hipnosis y electroshocks, con el objetivo de mejorar las capacidades para obtener información y desarrollar métodos de tortura e interrogatorios. A poco tiempo de la apertura de los campos de concentración, Estados Unidos ya estaba perpetrando atrocidades similares a las de sus vencidos enemigos.

No es extraño que Scorsese, uno de los más lúcidos exploradores de la violencia, establezca un paralelismo entre las aberraciones de alemanes y norteamericanos, sugiriendo que el problema no está en las nacionalidades ni en ningún “eje del mal” sino, como dice un personaje, “en la mente humana”. El pesimismo del director nunca fue tan impiadoso ni fue desplegado con tanto poderío en la pantalla. Es probable que, por las repetidas y dolorosas descargas impartidas sobre la audiencia, Shutter island tenga tantos defensores como sufridos detractores, pero conviene advertir que la película no es gráfica, sino que genera tensión mediante sugerencias sutiles, pistas falsas, y una batería de recursos orquestados con impecable precisión. Pocos cineastas además de Scorsese podrían haber pergeñado un clima de paranoia similar; la fotografía de Robert Richardson (JFK, Casino, Kill Bill), el diseño de producción de Dante Ferreti (Ginger y Fred, Gangs of New York, Sweeney Todd) y una minuciosa selección musical de temas preexistentes propician un clima sinuoso, gótico y expresionista que potencia la constante sensación de incertidumbre. Una escena con Di Caprio encendiendo fósforos para iluminar una celda de máxima seguridad en la más absoluta oscuridad integra realidad y fantasía como pocas veces se ha visto, generando un desconcierto mayor, en un brillante registro que recuerda algunos momentos de Ugetsu monogatari de Kenji Mizoguchi.
El elenco es otro punto fuerte. Di Caprio logra un personaje con tantos dobleces y cambios de registro como podría ser imaginable, Ruffalo y Ben Kingsley son alternativamente cálidos y amenazantes y no se sabe bien qué esperar de ellos, Emily Mortimer y Michelle Williams son dos desequilibradas inolvidables y Max von Sydow encarna un personaje totalmente siniestro. También desbordan talento breves apariciones de Patricia Clarkson y Jackie Earle Haley.
Shutter island puede ser dura, oscurísima y desasosegante, pero nadie podrá negar que se trata de una de las experiencias cinematográficas más ágiles, intensas y brillantemente concebidas de los últimos años.

Publicado en Brecha 30/4/2010

6 comentarios:

babel dijo...

Hola, muy buena reseña, sí señor. Me gustó, Scorsese parece que retoma el rumbo con este film tras algú que otro bajón. Se nota, como bien dices, su maestría a la hora de rodar; un festín de ángulos y encuadres magníficos y, sobre todo, me gustaron mucho los secundarios, Max von Sydow y Beng Kisley, están geniales ambos. Di Caprio ya sabes que no me convence, en realidad es el único "pero" que le veo al film. Salvando esto, un impresdible sin duda alguna.

Un saludo ;)

Josep Lloret Bosch dijo...

En este caso, Diego, no puedo estar más en desacuerdo contigo: me pareció pesada, larga, redundante y artificialmente embrollada, justo incurriendo en el peor de los pecados, que es presentar un guión repleto de trampas que ni siquiera en su final se aclaran.

Aun aceptando que Martin sabe rodar bien todas las escenas -solo faltaría, con la carrera que tiene a cuestas- toda esa mezcolanza de flasbacks de flashbacks me resultó triste, casi tanto como la interpretación de Di Caprio con su cara de niño perenne abotargada rematada por la aparición de esos ilustres secundarios que ponen cara de malo (Max y Ben o Ben y Max, como Isabel y Fernando, tanto monta monta tanto) para cobrar su cheque sin apenas despeinarse, claro que profundizar en unos personajes tan mal escritos resulta difícil incluso para ellos: se salva Mark, eso sí.

Porque a los cinco minutos de inicio, en esa celda cerrada a cal y canto, uno ya se huele que va a haber trampa y cartón, más arena que cal, y el edificio, así, acaba derrumbándose.

No creo que esta última película de Scorsese resista siquiera un decenio de revisiones calmadas.

Saludos transatlánticos.

Gerardo.H dijo...

Llevado de lo que sugiere tu artículo me decidí a verla y, a decir verdad, no me ha defraudado en lo absoluto. Si bien con arreglo a tu enfoque me podía figurar qué esperar de ella, el caso es que me ha entretenido más de la cuenta.
Entiendo lo que Josep dice respecto de lo enrevesado del guión, pero creo que justamente es por ello y por una excelente puesta escena que Shutter island funciona. Se me antoja una película cuyo guión es artificioso en el buen sentido, tal vez a la manera de algún que otro libreto escrito por Charlie Kaufman. Y es que, en mi opinión, es una de esas historias que funcionan a través de las artimañas narrativas, y que sin ellas apenas si tendrían gracia alguna.
Me atrapó desde el comienzo la banda de sonido y, ya adentrado en la trama, el sabor vintage que desprende todo el filme. En cuanto a las actuaciones creo que hasta el insufrible Di Caprio está bien; quien se espera una historia de detectives tiene en él a un comisario que escapa del esteriotipo medio de los comisarios, y el que se espera una de locos obtiene, asimismo, a un loco bastante cuerdo… En suma, me ha gustado…

¡Saludos!

PD: pese a que hace de loca y aparece en primer plano en una sola ocasión, a Emily Mortimer está como para desayunársela una mañana cualquiera… Tal vez Shutter island sea pésima y yo me convencí de lo contrario sólo porque sale ella; de hecho, no recuerdo que me haya desagradado ninguna película en la que se dejara ver…, así que… estem… ¡Mentira! ¡Buena peli!

Lonnie Blues dijo...

Me siento inclinado a darle la razón al colega Josep en esta oportunidad. Sin discutir la calidad visual de la película - que muestra algunas imágenes alucinantes como la del sector de "máxima seguridad" del asilo - me pareció que la acción quedaba lastrada por diálogos excesivamente largos, que no aportaban demasiada información a lo que ocurría. Coincido también en que la actuación más rescatable es la de Mark Ruffalo, aunque no puedo decir que Ben Kingsley o Max Von Sydow lo hagan mal, sino que sus personajes no parecen admitir mayor desarrollo. En definitiva, y teniendo en cuenta la innegable pericia de Mr. Martin detrás de cámaras, quizás si hubiera afilado las tijeras en la sala de montaje habríamos tenido una película mejor. Diría que fue una buena oportunidad desperdiciada.

Diego Faraone dijo...

Joder, parece que sólo hay visiones radicales, a favor y en contra. Y en cierto sentido me alegra, porque la peli lo amerita.

Josep, espero crítica tuya, pero, aunque prometo rever la peli de vuelta en breve, no creo que existan errores en el guión, (trampas sí, pero a mi parecer, muy justificables y para nada deshonestas).

Gerardo: Somos dos los que nos queremos desayunar a Emily Mortimer. Intolerable! Te reto a duelo. Sable o pistola, como gustes.

Lonnie!!! Tijeras, a Shutter Island! Pecador, blasfemo!!

Abrazo a todos.

Josep Lloret Bosch dijo...

Diego: mi comentario salió el 15 de marzo pasado: por una vez, me adelanté... :-)

Un abrazo.