jueves, 15 de julio de 2010

Fish Story (Yoshihiro Nakamura, 2009)

Apocalipsis punk


Una obra como Fish story es un verdadero desafío para un cronista. Se vuelve difícil reseñarla sin adelantar cosas en el intento, e intentar una sinopsis sin arruinar sus sorpresas. Porque Fish story es de esas películas que apenas empiezan cuando termina, es decir, recién al final uno puede comprender realmente de qué va, por qué tiene una estructura tan caótica, cuál es su significado último (si es que lo tiene) y por qué cuenta lo que cuenta. Es además, de esas obras imprescindibles que se quedan, que se graban en nuestra psiquis al punto que durante un rato se vuelve imposible pensar en otra cosa: no sólo llama a la reflexión en tanto se la ve, sino sobre todo, después de finalizada.
Y también es enormemente entretenida. Se trata en un principio de una obra coral en episodios, con varios personajes centrales -una banda de punk anterior a los Sex Pistols, un chofer de timidez y cobardía exasperantes, una adolescente con problemas y su encuentro casual con un autoproclamado “campeón de la justicia”, y tres hombres en una tienda de discos a la espera de que un meteorito impacte contra la tierra-. Las historias no tienen aparente vínculo entre sí, pero además están situadas en distintas épocas, con varios años de distancia entre unas y otras. Eso sí, todas remiten, directa o indirectamente, al fin del mundo y la destrucción final, y la aparente imposibilidad de evitarlo.
En cada una de las diferentes instancias los personajes cuentan atractivas anécdotas, con diálogos distendidos y amenos, y en ninguna de ellas se recurre a flashbacks para ilustrarlos. En cambio, la cámara va acercándose lentamente a los interlocutores, haciendo partícipe al espectador en el círculo de oyentes. El efecto es inmersivo, casi hipnótico, y de manera similar a la notable Historias extraordinarias, se desprende una gran confianza en el poder seductor de la narración oral. Los personajes cuentan historias propias y ajenas, reales o inventadas, que de alguna manera se condicen con algún otro aspecto de la enrevesada trama. Otro punto más que llamativo es que en varias escenas se le da al espectador datos que dan cuenta de algún suceso inesperado que va a ocurrir de un momento para otro, y que aporta considerables niveles de tensión y suspenso. Por ejemplo, en medio de una escena a bordo de un barco aparece una imprevisible pantalla oscura con letras que rezan: “Dentro de 3 minutos y 33 segundos el ferry será secuestrado”, en otro momento escuchamos una banda de punk en una grabación histórica, y sabemos que algún suceso extraño -y presumiblemente horrible- provocará la interrupción de esa grabación. Esos conocimientos parciales aportan un interés extra a cada fragmento.
Yoshihiro Nakamura es un prolífico director japonés que ha filmado películas de terror, comedias, dramas, thrillers, y hasta policiales. Lo curioso es que aquí alterna ciencia ficción, suspenso, drama, comedia, musical y artes marciales; el registro va cambiando con absoluta naturalidad, y todo confluye en una obra tan disfrutable que hasta dan ganas de quedarse a vivir en ella. Lo inesperado está a la orden del día, y sólo unos pocos espectadores, los más avispados y atentos podrían prever un desenlace tan descomunal. La conclusión que se desprende finalmente puede parecer muy optimista -quizá a muchos les convenga dejar de leer por aquí- pero sin embargo refiere a una verdad que muchos compartimos, y no debe haber quien no conozca alguna historia particular al respecto. Las obras artísticas causan efectos increíbles, y muchas veces, totalmente imprevistos u opuestos a lo que podría esperarse en un principio. “La música puede salvar al mundo” nos susurra la película, y hasta nos da las pruebas de ello, con un encantador collage de anécdotas. Separando la ficción de la realidad, cierto es que el arte realmente tiene sus efectos en la sociedad, y seguramente éstos sean mucho mayores de los que todos imaginamos.


Publicado en Brecha 15/7/2010

8 comentarios:

Roberto Carlos dijo...

Que gran película che.
La ví hace unos días después de haber conseguido un copia y quedé tan pero tan enganchado con la canción, que después de no haber podido encontrarla para descargar, terminé por capturar el audio desde un video de Youtube. El resultado: una copia de malísima calidad, pero copia al fin!!. Hay que escuchar ese tema.

Ni que hablar de la película, coincido con las tags: "ciencia ficción, suspenso, drama, comedia, musical y artes marciales".

Hay que tener cuidado y no adelantar nada, pero uno de los personajes que más me gustó fué el japo dueño de la disquería. Ese tipo tan colgado con la música y tan sereno. Muy bueno.
Aunque no es el único y hay otros, que también son geniales. En realidad, ahora que pienso, casi todos los personajes son geniales; incluso algunos con intervenciones breves pero brillantes. Pensando por ejemplo en lo que hace la novia del lider de la banda, en la escena que transcurre en la casa de él junto con el manager, y ella que está tirada en la cama muerta del pedo.Es muy graciosa.

Y bueno, son personajes bastante entrañables.
Otra cosa que me llama mucho la atención y que comparto contigo es esa naturalidad con la que se suceden los momentos. Pasan con una sensación de sencillez notable.
Extrapolándolo al campo literario, esas sensaciones me hacen acordar a algunas novelas de Murakami, donde los personajes tienen todo el tiempo y la calma del mundo para hacer sus cosas con suficiente normalidad.
Aún cuando ese mismo mundo pueda estar por acabarse!.

Saludos.

Diego Faraone dijo...

De acuerdo, personajes notables. Pero sobre todo, un guión perfectísimo. No tengo leído a Murakami, aunque sí había oído de esa sencillez y naturalidad, buen aporte.
Y una pregunta: viste la peli por recomendación mía o escuchaste de ella por otro lado? Es que me llama mucho la atención que un uruguayo la haya visto. Fue muy poco difundida y casi ni se ha escrito sobre ella en internet.
Gracias por comentar! Un abrazo.

Roberto Carlos dijo...

Justamente la vi por recomendación tuya. Antes no la había escuchado nombrar.

Por otra parte, el tema de la "calma" y la "naturalidad" me quedó picando, y sabés que ahora me acuerdo también de otro caso: Hierro 3, que lleva la calma (a mi gusto) al límite.
No he visto mucho cine oriental, pero es llamativa la reiteración de esa sensación, tanto allí como en la literatura.

En fin, gracias por los piques, y buena reseña.

Saludos!

Diego Faraone dijo...

Bueno, el cine oriental en realidad es tan variado como podría serlo, yo soy adicto desde hace unos años al cine del continente y sinceramente lo que hace Kim Ki-duk me paspa bastante (sólo alguna de sus pelis me parece buena) y no creo que valga la pena considerarlo como representativo de lo que se hace en oriente, ni siquiera de lo que es el cine coreano (que generalmente es mucho más dinámico y fulminante).
Claro que en algunos países hay mucha cancha en el registro y un gran historial cinematográfico, en Japón, Corea, Taiwán y China, principalmente. Y de ahí que los cineastas logren esa sensación de naturalidad que nombrás.
Salú, nos leemos!

Diego Faraone dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Diego Faraone dijo...

Qué loco. Acabo de recibir un comentario muy llamativo e IMPUBLICABLE. Pero no tengo manera de contestarlo de forma privada porque no tengo ningún dato del remitente.
Nada, que el que quiera mandarme mails personales lo haga plis a faraone.diego@gmail.com
Gracias.

Mat dijo...

Excelente película. A propósito, la novia del guitarrista es la chica que está sentada cuando ellos tocan y rompen todo, ella está ahí, y es la única que gusta de la banda.
Increíble que una canción pueda salvar al mundo, como dice, pero el título esta bien puesto, una "historia inverosímil"..., pero muy divertida!
Saludos!
Matías San

Diego Faraone dijo...

Hatarakimás Matías san! Es un buen apunte, y no me había dado cuenta del detalle a pesar de que ya vi la peli dos veces. Esos personajes son maravillosos!

Gran abrazo