En alguna callejuela de Internet de cuya dirección no quiero acordarme, circula cierto programa que anticipa el año exacto en el que va a desaparecer la prensa en papel de cada país. A pesar de ser repetitiva y apocalíptica (recordemos que iba a desaparecer el cine, la radio, el vinilo) es de nuestro interés, porque la que sigue es una entrevista que habla sobre el periodismo en papel, y sobre el cine. Aunque es seguro que, si de distopías se trata, el entrevistado preferirá La naranja mecánica.
Y el entrevistado en cuestión es Diego Faraone, que ya ha dado el primer paso de toda rehabilitación: reconocer la enfermedad. Si bien acepta estar dominado por –así la llama él- la “insomne e inhóspita” cinefilia, reconoce que no tiene cura. Por eso ha preferido disfrutarla. Desde abril de 2004 empezó a colaborar con la causa “voluntariamente”, según dice, en portales como Arte7, Quinta Dimensión y Miradas de cine, aportando notas a las que hoy califica de “bastante fuleritas”.
Cuando le pregunto sobre la actualidad de los medios escritos y la alternativa digital que amenaza con reducirlos a cenizas, destaca la importancia de la lectura analítica y extensa, del artículo con más texto que foto, frente a la lectura frenética de muchas publicaciones digitales o impresas que priorizan la lectura reducida en caracteres y lista para llevar en bandeja (como las hamburguesas de una célebre cadena de comida rápida).
-Si bien es cierto que mundialmente muchísimos medios de prensa escrita están en crisis, y que muchos han cerrado directamente o eliminado secciones, no termino de creer que los medios impresos vayan a quedar del todo obsoletos. Muchos preferimos leer revistas o diarios tangibles, son más indicados para lecturas profundas y analíticas, mientras que en la web la tendencia es apuntar a lecturas fugaces, con notas y párrafos cortos. Es innegable que si uno precisa profundizar realmente en un tema, tendrá que echar mano a libros, estudios y trabajos que son muy difíciles o imposibles de encontrar en la web.
Creo que es muy importante que exista, en los medios impresos, una alternativa de resistencia a esa tendencia mundial a achicar textos, refritar y hacer todo más digerible. Le monde diplomatique, Brecha, e incluso algunas revistas de cine como El amante cine o Cahiers du cinemá se niegan a plegarse a esa tendencia. Por fortuna, algunas páginas web y algunos blog también. Es muy difícil o imposible escribir una nota profunda en 1500 caracteres.
-¿Y las secciones culturales?
-No pasan por un buen momento, pero tampoco creo que vayan a entrar en decadencia o dejar de existir.
-En el medio uruguayo todos conocen a casi todos ¿Eso te condiciona a la hora de referirte a una película?
-Eso condiciona a todos, y el que diga que no miente. En un país tan chico es imposible no conocer gente involucrada en la cuestión audiovisual, y cuanta más experiencia tiene un cronista, más serán los vínculos con los círculos en cuestión. Por fortuna nunca me ha tocado criticar la obra de un conocido, pero el día que me lo pidan, intentaré evitarlo a toda costa. De todos modos debo admitir que me he visto a mí mismo moderando mi léxico a la hora de vapulear una película uruguaya. Uno se siente menos suelto, más expuesto y observado, y sin dudas, existe la opción real de obtener una respuesta escrita inmediata que exprese un desacuerdo.
-El imperativo “apoyar la producción nacional”, a veces se vuelve “apoyar la producción nacional por el solo hecho de ser nacional”. ¿Defender un producto por el simple hecho de ser uruguayo, termina siendo un impulso o todo lo contrario?
-Nunca entendí esa tendencia. Supongo que obedece a un regionalismo berreta, a una idea de “progreso” a cualquier costo. Es ridículo apoyar una película sólo por el esfuerzo que significó o la localización geográfica en la que surge. Primero que sea buena, luego la apoyaré y halagaré con muchísimo gusto. Los que se hunden solos son los críticos, que pierden su credibilidad defendiendo películas intragables.
-¿Tuviste algún inconveniente por criticar alguna película uruguaya?
-Nunca tuve inconvenientes, aunque una vez escribí una crítica negativa a la película Joya, y me llegaron rumores de que el director me quería pegar o algo así, después me llegó alguna sentida expresión de desacuerdo por parte de algún encargado de producción. Pero nada muy resaltable.
-¿Creés en la tarea crítica, hoy tan vapuleada y tratada de obsoleta por algunos?
-Ja, si no creyera no dedicaría buena parte de mi vida a ello. La crítica es una forma de hacer pensar a la gente, de hacer dudar, de hacer disentir aún con el mismo crítico, y de educar la mirada. Vapulear al oficio crítico es como querer abolir el pensamiento.
-Hagamos una distinción entre el cine ‘comercial-popular’ y cierta forma de cine ‘social-comprometido de autor’. Desde parte de la crítica se desmerece -a priori- el alcance que pueda tener cine comercial, ¿Qué pensás al respecto?
-Bueno, esas sí que son críticas obsoletas. Es una tendencia de antaño que tiene que ver con ese ensalzamiento del cine “comprometido”, social, serio y reflexivo en detrimento de otro cine industrial, fabricado en cadena, hecho burocráticamente y con fórmulas establecidas. Pero lo cierto es que esos extremos nunca fueron absolutos, ni contrarios, que muchas veces las películas más comerciales se convierten en clásicos inmortales, y que la película más urgente y coyuntural puede ser olvidada inmediatamente.
-Por eso hasta hoy recordamos tanto el revolucionario montaje de Eisenstein como el Liberty Valance de John Ford y todo el western americano. ¿Qué tienen los clásicos para continuar vigentes?
-Supongo que así como no existe una fórmula para el éxito tampoco lo existe para que algo se vuelva memorable. Sin embargo adhiero un poco a lo que dijo Borges una vez al respecto; que sólo hay una constante en las obras maestras: la sorpresa. Un poco por eso es que me resisto bastante al cine “amable”, o apenas “interesante”.
-Esa definición (lo comercial siempre es malo por ser comercial) parece vacía de respaldo y justificaciones, algo paradójico si entendemos que la crítica se basa precisamente en justificar lo que se dice… Al respecto, en tu blog hacés una detallada clasificación de ‘especies’. Hablas de promotores, criticóides y, por último, de críticos. Suponiendo que te incluís en la última categoría, ¿qué debe tener un crítico que lo diferencie de los anteriores?
-Esta es una respuesta muy personal, pero me parece que es alguien que tiene que leer mucho, y no sólo sobre cine. Que tiene que ver las películas que le gustan pero también otras que quizá no tanto, y que debe saber analizar y analizarse a sí mismo. Alguien que aprende a responder la difícil pregunta: ¿por qué esta película me hace sentir de esta manera?
-Ya dentro de los críticos, decís que algunos se centran en nimiedades, catalogan de ‘interesante’, ‘contemplativo’ o ‘inteligente’ lo que es simplemente aburrido o lento. ¿Se trata de tener un sexto sentido para la percepción de lo que al resto se le escapa? ¿Depende de la formación del espectador? ¿O es una interpretación rebuscada del crítico?
-Bueno, esa cuestión ya va más en los gustos y obviamente nadie tiene un sentido “superior” que le ayude a discernir lo bueno de lo malo, y creo que un crítico, ante todo, debe ser fiel a lo que siente y lo que le provoca una película. Lo que pasa es que muchas veces los que abusan de esos adjetivos lo hacen de acuerdo a una pose y a la creencia de que existe un cine “elevado” por el sólo hecho de ser lento, difícil o hermético. Yo no tengo nada en contra de que la gente disfrute realmente de esa clase de cine, pero muchas veces se habla de “poesía”, de maravillas apoteósicas cuando ni siquiera se da una explicación al respecto. Si me van a decir que algo es genial, por lo menos que me cuenten por qué lo es.
-Eso va de la mano con el lenguaje técnico o especializado ¿Qué pensás del exceso de tecnicismos en una crítica (ya sea cinematográfica, musical, literaria)?
-No lo veo como algo necesariamente malo, mientras se tenga una buena pluma y se pueda hacer entender a los lectores no especializados de lo que se habla. Y también mientras el artículo sea ameno, ágil y no se convierta en un bodoque intragable, naturalmente.
-En tus reseñas te toca hablar del cine mainstream norteamericano, pero también del europeo y el nacional. Las salas comerciales de nuestro país exhiben mucho material realmente malo, pero el público lo respalda. ¿Se debe al cine en general, al público o a la distribución?
-No se puede echar la culpa al público por consumir el único cine que le llega. Los responsables son, sin dudas, los distribuidores, porque son los que presuponen de antemano lo que el público quiere o no. Porque son conservadores y no se arriesgan a traer películas diferentes, o a moverse un poco para conseguir obras más recónditas. Lo mismo los programadores de los canales de TV abierta. Nunca pasarían una película en blanco y negro, o pondrían en una tarde una película europea, surcoreana o tailandesa –y eso que las hay con más y mejores escenas de acción que las del cine mainstream-. No es menor que cuando se estrenó Saraband en Cinemateca 18 la gente se agolpó en la puerta formando una cola de dos cuadras de largo. Esa gente avalaba un cine diferente, pero es difícil encontrar distribuidores, o programadores de TV que apunten a colmar esas demandas, o a cambiar las percepciones del gran público.
-Hay mucho cine que no llega por las vías habituales y por lo tanto “no existe”… ¿Cómo ves el presente y el futuro del cine comercial americano?
-Nunca podría decir que esté en decadencia (quizá lo dije en algún exabrupto, pero me equivoqué). Por ahí están la Pixar, Dreamworks y Sony Animation haciendo películas grandiosas. Hay tipos con mucha cabeza como Tarantino, Scorsese, Burton o Fincher, y hay mucho potencial en la vuelta como para que una vez de cada poco tiempo tengamos una buena sorpresa. Nombro las últimas que me llamaron la atención muy positivamente: La niebla de Darabont, Apocalypto de Gibson y Meteoro de los Wachowski. Si prestamos atención a los estrenos semanales, diremos que la producción comercial americana es un desastre, pero visto el asunto en perspectiva, también podemos ver que hay tres o cuatro estrenos anuales que son buenísimos.
-¿Y el cine nacional?
-Está pasando por su mejor momento. Supongo que 25 Watts y el nuevo cine argentino envalentonaron a muchos nuevos cineastas, dando las muestras de que acá se podía hacer buen cine. Este año pasado se dio un salto importante: Mal día para pescar y Miss tacuarembó son dos películas de género muy personales y dignas. Es otra muestra de capacidad, y el cine de género siempre ayuda a impulsar la producción fílmica de un país.
-Sin embargo, el cine de género se practica poco en nuestro país. Últimamente hay muchos trabajos introspectivos e historias mínimas, y el sello de Control Z (las primeras películas de Stoll y Rebella básicamente) parece muy arraigado en varias películas uruguayas ¿Hasta qué punto eso es bueno y hasta qué punto encasilla al cine uruguayo, recién en pañales.
-A mí ya me está cansando un poco ese estilo. En argentina también hay un montón de cineastas que se centran, con un abordaje austero y distante, en anécdotas mínimas y cotidianas y con personajes a la deriva. Y ya tiene un poco de pinta de pose y de fórmula segura, de entrada garantizada a los festivales internacionales. Acné fue un poco el colmo de esta tendencia. ¿Alguna vez viste cuatro pibes de 13 años juntos que no se pasen hablando sin parar y rompiendo las bolas? Pero la austeridad y los personajes silenciosos y aburridos son lo que parece estar pegando hoy.
-¿Es por falta de ideas o conservadurismo que se termina siempre en esa misma afectada solemnidad? Digo esto porque esas historias nunca son declaradamente cómicas, de ciencia ficción, policiales, etc, y nunca tienen una trama demasiado sólida.
-No lo creo, a lo mejor existe en ellas una real voluntad para expresar algo, y los creadores prefieren usar ese estilo particular. Es una decisión estética, es como decir “yo no hago cine para las masas, sino para quien pueda entenderme” claro que al elegir ese camino muchos espectadores quedamos por fuera. Y como crítico, uno debería expresar su situación, y alertar al público potencial.
-¿Qué es lo primero a mejorar en el cine nacional hoy?
-No lo tengo muy claro, pero supongo que ante todo los cineastas deberían empeñarse más en contar historias, a transmitir energía y urgencias con anécdotas que los seduzcan. Me encantaría encontrarme una película uruguaya con un guión realmente original que la sustente.
-¿Y en la tarea de los cronistas, críticos o difusores culturales?
-Bueno, se necesitaría más profesionalismo. Pero no se puede exigir profesionalismo cuando no hay medios que paguen por ello. Lamentablemente en el Uruguay debe haber veintipocos críticos de cine activos, y de entre ellos sólo dos o tres deben ganarse la vida con ello (por supuesto que yo no soy uno de esos tres). Eso frustra iniciativas y lleva a quienes quieren especializarse a focalizar sus energías en otras cosas. Y la crítica de cine mal paga tiende a convertirse, a la larga, en una crítica pobre de contenido.
-Para cerrar, se va el 2010. ¿Cuáles fueron las mejores tres películas que viste en esta década?
-En primerísimo lugar Kill Bill (tengo una devoción casi patológica por el cine de Tarantino), después hay un par de documentales que me parecieron una brutalidad: The fog of war de Morris y La pesadilla de Darwin de Sauper, y después está la genial Memories of murder, del amigo Bong Joon-ho. Ya sé, te dije como cinco, pero me es muy difícil ponderar a una por encima de la otra cuando estamos hablando de estos pedazos de películas.
Y mientras la década se va, a Diego le llega la noticia de que fue seleccionado como Talent press para el próximo Festival de Berlín a celebrarse en febrero de 2011. Allí fue reclutado para escribir en la revista del festival (en inglés), por lo qué viajará al viejo continente. Actualmente escribe en el semanario Brecha y las revistas Dossier (bimestral) y Noteolvides.
Un poco sobre los medios y la crítica, un poco sobre el cine de acá y el de allá; el que se ve y el que no llega, el bueno y el malo (y el feo). Diego aceptó amablemente contestar a las preguntas y luego, casi sin aguantar más (no se si por mis preguntas o por su necesidad de cine), se internó raudamente en su centro de cinefilia privado. Voluntariamente, claro.
GONZALO PALERMO
Un sitio dominado por la insomne e inhóspita cinefilia, carcomido por múltiples disfunciones cáusticas. Críticas, reseñas, análisis y entrevistas referidas a novedades y tendencias del universo cinematográfico.
jueves, 9 de diciembre de 2010
Educar la mirada
Gonzalo Palermo, gran cinéfilo, estudiante de periodismo y administrador del blog amigo País del ricardito, tenía que entrevistar a alguien de la prensa para un trabajo que versaba sobre la entrevista y no se le ocurrió mejor idea que acribillar a un servidor. Y la verdad le estoy agradecido porque me llevó a decir cosas que hace tiempo pienso pero nunca tuve la oportunidad de dejar por escrito. Así que acá va, el ida y vuelta con Palermo. Espero les sea de interés.
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11 comentarios:
Muy muy interesante. La frase "Vapulear al oficio crítico es como querer abolir el pensamiento" me hizo acrodar a esta (terrible) publicidad: http://www.youtube.com/watch?v=A-FLez6hzUk
Saludos
Puaj! Aberrante... no tomo más Coca-cola. Claro que el fulano que opina ahí es algo así como el paradigma de lo que yo nombraba como "criticoides", el sabiondo que opina sin justificar, y le hace muy mal al oficio.
Pero bueno, eso de vivir "liviano", parece algo así como un "dejate llevar". ¿Por qué no un reveláte o algo por el estilo? Si hay críticos que dicen huevadas y hacen mal su trabajo, porque no disentir y manifestar esa indignación?
Así es la cultura del consumo; necesitan gente pasiva, acrítica, que viva liviano y trague y trague.
Muchas gracias por el aporte!
En mi proxima vida quisiera reencarnar en un diego faraone
Pa loco, lo peor son los comentarios que le hacen ahí en Youtube.
Me dió miedo.
Los caracteres pasivos y acríticos definitivamente son dos de las claves de las masas. Y las empresas, pero también los gobiernos, hacen "maravillas" con eso.
Virginia, (!!!???) Piraste mujer!!! Y gracias, supongo.
El Maik, lo peor es que esa postura fácil y anti-crítico es algo bastante difundido, yo ya he tenido discusiones con algún ejemplar de esos.
Abrazo!
Bueno, un honor que esta humilde (pero con delirios de grandeza, claro) entrevista esté en este blog. De verdad.
Nada más para agregar, solo que creo que el word (siempre español) cambió la "V" de Liberty Valance por la "B".
Muchas gracias por tu tiempo Diego... al menos sirvió para que alguien quiera reencarnar en un Diego Faraone.
Nos leemos
Ah, otra cosa. Respecto al vapuleo de la critica, había pensado acotar algo pero luego, sabiamente y dejando que mi entrevistado lo dijera todo, no lo hice. Era respecto a ciertos 'comunicadores' de una frecuentada FM. No tengo nada en particular contra ninguno de ellos, pero he escuchado en más de una oportunidad que se manifestaban en contra de la critica, "no entiendo eso de la critica" dijo al aire, uno de ellos recientemente. Eso es peligroso... y lamentable.
Pero claro, cuando uno habla de todo pero de nada a la vez -es decir; cuando no hay ni el más minimo riesgo o responsabilidad en lo que se dice- se puede criticar todo y ser, a la vez, inmune a toda critica (siendo redundantes).
Che Joker, si estoy pensando en la misma FM (y seguro que si), creo que diste en el clavo con eso de hablar "de todo pero de nada a la vez".
Me quedé tan colgado con el comentario de Virginia, que se me acaba de ocurrir: ¿Quieres ser Diego Faraone?!. Te encontré un alter ego en Hollywood!! jajaja, ta, ta, perdón por la guarangada.
Abrazo
Joker, arreglado lo del Balance. Y cuáles son esos comunicadores?? La verdá me estoy perdiendo algo, de qué emisora están hablando?
Ja, no, no te perdés de mucho. Como no me hablar en codigos te digo que me refería a ciertas personas de Océano Fm. En más de una ocasión escuché a dos "comunicadores" de esa radio reirse de la critica, decir "yo no entiendo la critica", etc... Lo curioso es que justamente ellos, que critican todo, son incriticables: nunca se equivocan porque no hacen nada, nada de lo que dicen se puede señalar con el dedo porque no dicen nada en concreto. Quiero decir: no hablan de nada en particular pero hablan de todo a la vez; pueden quejarse de todo pero cuando alguien los apunta ellos dicen "pero mirá que yo no soy periodista", o "no soy critico".
Uno de ellos es un tal Salvador Banchero. Está todo bien con ellos, no tengo ningún odio particularmente fervoroso contra ellos, diría que al contrario, no me caen mal. Pero su "me burlo de todo y nadie me puede pegar a mi" me rompe un poco.
Dejemos este tema tan triste...
Si, es la misma FM. Y son los mismos comunicadores. Digo, incluso pasando de Banchero en particular, creo que se puede hacer extensivo a casi cualquiera de los que están en la tarde ahí.
Salú!
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