viernes, 3 de diciembre de 2010

Harry Potter y las reliquias de la muerte – Parte I (Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 1, David Yates, 2010)

Oscuridad inconclusa

En una de las escenas de apertura puede verse a Hermione -una ya madura Emma Watson, que parece actuar cada día mejor- en su casa, de rostro grave y compungido apuntando a sus padres con su varita, y arrojándoles un implacable hechizo desmemorizante. Consciente de que su destino próximo la colocará en situaciones de extremo peligro, y que quizá incluso la exponga a la muerte, Hermione prefiere borrarse a sí misma de los recuerdos de sus progenitores. Al poco tiempo se desatarán sanguinarios ataques de mortífagos hacia los principales personajes, en los cuales morirán varios de los últimos y la sangre se derramará en forma intermitente. Los protagonistas ya no son niños (los actores mucho menos) y ya no están amparados por su viejo director –el tristemente fallecido Dumbledore-; obligados a madurar de golpe y a asumir una responsabilidad inmensa, la tensión se cierne gravemente sobre ellos. Así, esta séptima entrega es, hasta hoy, la más oscura y tétrica de las películas del niño mago, la menos rebajada de violencia y la primera que no está ambientada en el colegio Hogwarts, sino en el inhóspito mundo exterior -aquí los protagonistas emprenden una travesía en busca de objetos varios que les servirán para exterminar al villano-.
Para extender aún más una larga saga que amenazaba con culminar, y con obvias intenciones comerciales, la adaptación cinematográfica de la séptima novela de Harry Potter fue dividida en dos partes, de las cuales ésta sería la primera, y la segunda y última estaría proyectada para estrenarse en julio del 2011. La decisión es beneficiosa por un lado, en el sentido en que son respetadas las diversas instancias de acción presentadas en el libro –no hay grandes omisiones- pero también trae algunas consecuencias negativas: en la novela había una atroz bajada de ritmo, con los protagonistas alojados en una carpa en medio de un bosque y sin saber bien qué hacer, que es reproducida sin elipsis, y que lleva a que la narración se estanque drásticamente. El otro problema es que la película no tiene un desenlace contundente, sino que termina con un decepcionante e inevitable “continuará”, dejando una sensación de extracto o de capítulo carente de unidad.
Se está haciendo notoria la distancia actoral de Daniel Radcliffe (Potter), apenas correcto, con la de sus dos brillantes acompañantes Emma Watson (Hermione) y Rupert Grint (Ron), que se roban la película y logran cambios de registro y dobleces emocionales en pocos gestos. Como de costumbre, los demás secundarios están perfectos -la escuela británica se hace sentir- y la película en conjunto es disfrutable, aunque sin dudas un tanto hermética para quienes no tengan presentes las novelas o las anteriores películas. Por otra parte, los primeros veinte minutos son ágiles, intensos y poderosos, y más adelante no se vuelve a retomar ese nivel. En definitiva, como en tantas otras entregas, queda la sensación de que si bien hay potencial, no estuvo muy bien administrado y resuelto.

Publicado en Brecha 26/11/2010

1 comentario:

Lorbada dijo...

Excelente crítica. No soy muy fan de la saga pero reconozco que todas las películas tienen momentos memorables y esta tiene buena pinta.

Un saludo.