jueves, 14 de marzo de 2013

Por qué The Killing

Los muertos en el armario

Si bien las series televisivas estadounidenses han sido una auténtica revelación en los últimos años, seguramente AMC (American Movie Classics) haya sido uno de los más importantes canales abocados a su producción. En su programación se han contado varios de los principales hitos de los últimos tiempos: Mad Men, Breaking Bad, The Walking Dead. Y sin lugar a dudas: The Killing.
Quizá uno de las ventajas de esta serie es que consiste en tan solo dos temporadas -26 capítulos en total- y que en el último de ellos acaba resolviéndose el enigma -aunque los televidentes que llegan allí desearían que continuara-. El detalle la diferencia de tantas otras ya que la vuelve accesible por no insumir demasiado tiempo y por no perder metraje en redundancias o alargarse innecesariamente en bucles argumentales.
La historia comienza con un episodio dramático, digno de la serie negra: el horrible fallecimiento de la joven Rosie Larsen, hallada en la valija de un auto en el fondo de un lago. El informe forense da cuentas de que murió ahogada, intentando salir desesperadamente de adentro de la caja. La trama se centra entonces en la esforzada labor de dos detectives y su denodada búsqueda de la pista correcta.
Pero si bien esta premisa parecería acercar el relato a la típica historia policial, pronto la narración comienza a tomar una perspectiva coral, centrándose en varias subtramas paralelas -el devenir de la familia de la asesinada, las respectivas vidas privadas de los detectives, la labor diaria de los encargados de una campaña electoral por la alcaldía de Seattle-, y conforme va avanzando la serie se hace partícipe al televidente del daño social estructural que se genera a partir de una muerte trágica. Los personajes, imperfectos, dejan ver de a poco aspectos ocultos de sus vidas, secretos guardados que salen a la luz en momentos de desasosiego. Para colmo, los detectives cometen errores, siguen pistas falsas y en su misma investigación influyen involuntariamente sobre el entramado, causando daños irreparables.
Seattle, llamada comúnmente "la ciudad de la lluvia" es el entorno perfecto para esta historia; la persistente llovizna se condice con una atmósfera boscosa y húmeda, generando una envolvente superficie acuosa. El gris cromático, las gotas que se deslizan por los vidrios, los protagonistas que buscan refugio al interior de sus autos y una ambientación sonora que se impone con apagados tambores dramáticos son marcas características. Varios de los mejores capítulos fueron dirigidos por la polaca Agnieszka Holland (Europa Europa, El jardín secreto), con un nivel estético impagable.
El elenco es brillante. Desde los protagónicos hasta secundarios circunstanciales se desempeñan con entera profesionalidad en roles difíciles. No hay estereotipos ni personajes de una pieza: todos tienen sus ambigüedades y dobleces. Pero la figura central, quien lleva la historia sobre sus hombros es la detective Linden, soberbiamente interpretada por Mireille Enos. Una mujer obsesionada con la investigacion al punto de llegar a perder a su pareja y arrastrar a su hijo adolescente a hoteles baratos de la ciudad. Su rostro reflexivo e imperturbable, pálido e insomne, su bajo perfil y su mirada levemente desviada son de una profunda expresividad. Enos compone un personaje complejo, grande como la vida. Su compañero, el detective Holder (Joel Kinnaman), es de esos personajes malhablados, arrojados y políticamente incorrectos que generan adhesión inmediata, funcionando como notable contrapunto.
Aunque basada en la original danesa Forbrydelsen, la serie está dotada de una estética y una personalidad propia, y alcanza niveles de tensión únicos: no conviene dejarla pasar.

Publicada en revista "Dossier", 3/2013. 

4 comentarios:

Josep dijo...

La ví en su momento y se me hizo un pelín lenta aunque he de admitir que por lo menos tuvieron la gracia de finiquitarla pronto.

Dado que la comparación es ineludible, puedo decir que la serie americana, a mi gusto, supera en todo a la original, que se repitió con menos calidad en el planteamiento y por descontado en la interpretación, por mucho que le dieran premios a la protagonista.

Aunque ya me contentaría con que en España se produjera una temporada como la danesa, mira por donde...

Celebro que la hayas disfrutado.

Un abrazo.

marcbranches dijo...

A mí me gustó, aunque a veces se hiciera pelín desesperante. Por el final de la T1 le cayeron palos hasta en las pestañas a la showrunner, pero a mí me convenció. Supongo que sabes que finalmente va a haber una T3 a pachas entre Netflix y AMC, con un caso totalmente nuevo. Saludos.

Claudia Cartasso dijo...

La serie no reniega de su antecesora - las dos protagonistas usan pulloveres hermosos de esos que acá llamamos "bariloche" por ejemplo- pero la segunda, la americana está mucho más depurada, se eliminan algunas cuestiones inconducentes como un asesino serial que anda por ahí, el final está CAMBIADO por lo que el argumento termina siendo más redondo. (Ayuda mucho también que en los EEUU los casinos funcionen el las reservaciones -territorio federal- y sean explotados por y para los indios). Pero lo que distingue a The killing - y eso es lo que la hace extra-ordinaria es que se trata de una serie que confronta al espectador con su propia incapacidad de desasirse de sus prejuicios a pesar de que él mismo ve a dónde llevan los pre-juicios a los personajes de la serie. Por el tan mentado mecanismo de las identificaciones -con la situación y con los héroes o antihéroes- quien mire esta obra, (además tratándose de thriller, más especialmente) sacará una y otra vez sus propias conclusiones y a la vez censurará a los que en la serie sacaron las suyas. Por eso creo que The killing NO ES una serie que uno mira, sino que es una serie que TE MIRA a ti. Y al final de las dos temporadas concluyes que tu mismo también fuiste parte de esa matanza.

fran dijo...

gracias x la recomendación! la vi entera y me gustó muchísimo (y ahora la recomiendo). no me extraña de este blog q siempre tira la posta ;)

saludos