La maldad incontenible
El historial de Robert Stromberg, aquí director debutante –esta película es, según el sitio IMDB, la ópera prima más costosa de la historia del cine– es sorprendente. Ha trabajado en la elaboración de efectos especiales en más de noventa títulos, incluyendo portentos realistas como los de Life of Pi y La carretera, y con colaboraciones en Los juegos del hambre, Game of Thrones, El laberinto del fauno y Capitán de mar y de guerra. También ha sido diseñador de producción de Avatar, Alicia en el país de las maravillas y Oz: el poderoso.
Este recorrido se ve reflejado aquí, pero lo llamativo en este caso es que, si bien los efectos especiales tienen su interés y su poder de impacto, no es allí donde se encuentra el principal mérito, y ellos se ven distribuidos para acompañar a una historia, no para sustentarla. Basada en el clásico de Disney La bella Durmiente (1959) se retoman un par de escenas míticas y se juega construyendo una historia en torno a una villana que originalmente estaba brillantemente caracterizada. Así, esta película se acopla a una serie de películas infantiles muy interesantes centradas en villanos– (Mi villano favorito, Megamente), en los cuales se deconstruyen las nociones clásicas de buenos y malos, y se proponen heroísmos allí donde hubo personajes esencialmente malignos.
Es entonces que esta nueva Maléfica propone una historia notablemente relatada, que además se permite poner de revés a varios de los estereotipos presentes en el clásico de Disney. Las hadas salvadoras son aquí egoístas e incompetentes (de lejos el mejor desempeño actoral del cuadro es el de Imelda Staunton como una de ellas) el príncipe azul es un carilindo inútil y, ante todo, Maléfica es una figura terriblemente trágica: algo así como un ángel bondadoso traicionado por un hombre y cuyas alas son arrancadas: la truculencia propia de los cuentos infantiles clásicos se encuentra presente.
Las nociones del bien y del mal se vuelven entonces confusas y se ven trastocadas. Maléfica se convierte en un personaje oscuro, resentido, sumido en el dolor, que en un exabrupto imperdonable conjura una maldición contra una bebé recién nacida. Asimismo su antagonista se sume en una oscuridad de paranoia culposa, un rey que en una defensiva patológica invoca la más irracional violencia. Las espinas construidas alrededor de ambos refieren a estados anímicos peligrosos, como consecuencia lógica de una serie de sucesos brillantemente concatenados.
Por último es interesante cómo han cambiado los personajes femeninos en el cine infantil dominante reciente, desde Wall-E a Shrek, desde Valiente a Monsters vs aliens, vemos cómo los comportamientos prototípicos reservados para el hombre y la mujer han sido alterados. Y tanto Frozen como esta película desmitifican las viejas nociones de "amor verdadero" (especialmente de aquel que es intempestivo, o que surge a primera vista) enalteciendo un amor que trasciende los géneros y que, además, se cultiva con el tiempo.
Publicado en Brecha el 13/6/2014
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