El otro, el mismo
Una de las mayores revelaciones del cine reciente ha sido la del director canadiense Denis Villeneuve. Si bien fue con la impactante Incendies (galardonada con más de 40 premios en festivales) que obtuvo fama y reconocimiento internacional, Prisioneros, un brillante thriller recientemente estrenado, lo confirma como uno de los más grandes talentos del panorama actual, además de un autor que sabe poner en el tapete temas profundos y acuciantes, como los conflictos bélicos en Oriente Medio, el pragmatismo imperante en la idiosincrasia estadounidense o la noción de justicia por mano propia. Para mejor, Villeneuve filma bastante y hace películas con una frecuencia admirable. Prisioneros y Enemy fueron ambas estrenadas el mismo año y en este momento el director ya se encuentra embarcado en dos proyectos nuevos.
Enemy es una película en la cual los climas se tornan envolventes, a menudo oníricos, en muchos casos directamente lúgubres y opresivos. El protagonista (Jake Gyllenhaal) es un profesor de historia algo huraño que dicta cátedra sobre régimenes totalitarios y convive con su novia, a la que no parece prestarle demasiada atención. Cuando un día se decide a alquilar una película en un video club, descubre desconcertado que uno de los personajes, un extra que aparece tan sólo por unos momentos, es muy parecido a él. Luego de una breve investigación logra dar con ese actor, alarmándose al caer en la cuenta de que ambos son absolutamente idénticos. La perspectiva del relato saltará, a partir de este punto, a la de ambos personajes alternativamente; por un lado el profesor de historia asustado, y por otro el no menos sorprendido actor, quien está a punto de enfrentar la paternidad y comienza a ver el hallazgo como algo digno de sacar provecho.
Cuanto más fantasiosa se vuelve la historia, más puede comprenderse que se trata de una gran alegoría, y que el espectador debe intentar darle un significado. De a poco se va acrecentando el costado más irreal y surrealista de la historia, y comienzan a verse insertos vívidos sueños. Cuando los insectos gigantes comienzan a aparecer, la narración toma inesperados y auténticos tintes cronenbergianos. La tentación de convertirse en otro, de tener otra vida, otra mujer, de escapar de una cárcel cotidiana comienza a ser el nuevo foco, y son plasmados notables apuntes y sugerencias acerca de las parejas que perduran en el tiempo y sobre la infidelidad. La imagen recurrente de una araña gigante lleva a pensar en las relaciones maritales como en grandes telas que mantienen a los individuos cautivos. Enemy podrá irritar a algunos espectadores adictos a las explicaciones, pero se trata de un ejercicio de estilo brillante; uno que, además, llama indefectiblemente a la reflexión.
Publicado en Dossier, 7/2014.
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