jueves, 15 de junio de 2017

Por qué 13 razones

Deconstruyendo a Hannah 


El boom adolescente del momento viene precedido de ruido y mucha polémica. Pero no hay mejor publicidad que este tipo de controversias y, de hecho, nada podría despertar más la curiosidad de los liceales que esa avalancha de alertas a padres, la difusión de comunicados señalando el carácter pernicioso de la serie, como viene ocurriendo hasta hoy en colegios de Canadá y Estados Unidos. Tal revuelo parece injustificado, pero la serie de Netflix cuenta con material suficiente como para propiciar enfervorecidas discusiones, ya que toca sin rodeos temáticas candentes como el suicidio adolescente, el bullying, el uso generalizado de las armas, el machismo, el abuso sexual y las violaciones en los colegios. La serie de Netflix no es sólo polémica, sino que está lograda con un tratamiento eficaz de los ritmos y del suspenso, e incluye a media docena de personajes atractivos. Todo esto dentro de una anécdota sumamente original que engancha al espectador desde sus primeros giros. 
Clay Jensen, un muchacho algo nerd y retraído, atraviesa el duelo de la muerte reciente de una amiga muy cercana. Un día, al volver de clase, se encuentra un paquete de origen anónimo en la entrada de su casa: es una caja de zapatos en la que están guardadas siete casetes. Numerados en ambos lados, fueron grabados por una voz que le pesa como un yunque: poco antes de morir, Hannah se había tomado el trabajo de dejar constancia de las 13 razones por las que decidió terminar con su vida. Cada lado de cada casete es una razón, y cada razón tiene que ver con una persona. Esos 13 audios grabados deben ser entregados a cada uno de los sujetos implicados. Clay oye a Hannah diciendo lo que menos quisiera oír: “Si estás escuchando esto es porque tú eres una de esas razones”. Así, cada episodio de la serie representa un lado de la cinta, una causa, un verdugo directo o indirecto que contribuyó con su muerte. El relato verbalizado es recreado a través de flashbacks que llevan al muchacho a una dolorosísima travesía hacia su pasado inmediato, uno que le remueve cimientos, corazón y tripas, y mediante el cual comienza a vislumbrar dimensiones ocultas de la vida de su amada fallecida. 
La estructura narrativa presenta entonces un gran enigma y un par de incógnitas concretas: ¿qué llevó a la chica a su suicidio?, y, sobre todo, ¿cuál es la responsabilidad del protagonista? El recorrido a través de la serie supone la paulatina deconstrucción de una dignidad quebrantada, de una autoestima demolida episodio a episodio, y quizá haya quienes deberían dejar de leer por aquí, porque ahora vienen spoilers. Si bien es cierto que la responsabilidad de cada uno es totalmente desigual (de hecho, a los ojos de la ley sólo uno de los implicados debería ir a prisión, y quizá tres o cuatro podrían ser levemente imputados), la serie plantea un efecto mariposa por el cual dentro de un colectivo las pequeñas mezquindades, el cyberbullying, las burlas sexistas, pueden convertirse, por acumulación, en un ensañamiento profundamente dañino para las personas. Cuando el colectivo se focaliza y designa a un chivo expiatorio su vulnerabilidad puede volverse extrema. 
Es interesante también un tema que se toca lateralmente: la responsabilidad institucional. Si bien es cierto que no se habla de cómo el estímulo a la excelencia, la superación y la competitividad en los colegios fomentan la estratificación social, abriendo esa brecha entre “populares” y “perdedores” que es caldo de cultivo para el bullying, sí se muestra a una escuela secundaria dispuesta a defenderse con uñas y dientes en los tribunales para desvincularse de alguien a quien quisieran presentar como una oveja descarriada. Pero ya se ha anunciado una segunda temporada en la que el juicio será central, por lo que se puede sospechar que se profundice en esta temática. 
Lo más cuestionable de 13 razones es la indisimulada forma en que reproduce los patrones de belleza dominantes –todos los personajes obedecen a los más exigentes cánones del modelaje–, así como algunas caídas en inverosimilitudes poco agraciadas, como cuando sobre el final tiene lugar una violación, luego de que la víctima cometa imprudencias que exceden completamente la comprensión y al más básico sentido común. Pero de todos modos es muy recomendable ponerse al día con una serie que viene imponiéndose y circulando como pocas entre toda una generación.

Publicado en Brecha el 9/6/2017

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