viernes, 28 de septiembre de 2018

Buscando... (Searching, Aneesh Chaganty, 2018)

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Eliminar amigo, Open Windows, y la notable Cyberbully son claros ejemplos de películas que utilizan y exploran a fondo la cotidianeidad de las nuevas tecnologías, volviéndolas omnipresentes. Así, asistimos a la interacción de los personajes con sus pantallas, registrando todo lo acontecido en su computadora. Videollamadas, noticieros de portales web, cámaras de seguridad, emails, chats, foros y redes sociales, youtube, o simplemente las interfaces cotidianas en las que se abren y cierran carpetas y archivos diversos, son los recursos que se combinan para hacer avanzar la narración. 
Como la inmersión en las redes sociales y otras plataformas y aplicaciones es un fenómeno relativamente nuevo, este tipo de películas dan lugar a una alta dosis de creatividad, de búsqueda experimental. El montaje pasa a ser algo más que una concatenación de escenas, porque también consiste en la división de la pantalla en sucesivos elementos y ventanas. Movimientos de mouse que silenciosamente dan cuenta de giros narrativos, situaciones presentadas abruptamente que se comprenden al entender qué programa está siendo utilizado, elipsis logradas por nuevos inicios de sesión o cambios en los fondos de pantalla (dando cuenta de que la acción pasó a suceder en otro momento y en otra computadora) son algunos de los recursos que hacen avanzar la narración.
Buscando… se vale de este registro para contar hábilmente una historia reiterada mil veces. Pero las premisas del thriller policial son irresistibles, y esta anécdota en la que un padre viudo se arroja a la búsqueda de su hija desaparecida tiene el poder de captar la atención a los pocos minutos. A priori podría pensarse que el formato es cansador, pero exceptuando un par de momentos en que la narración parece estancarse, por lo general fluye y hasta genera buenos fragmentos de tensión. El joven director indio-americano Aneesh Chaganty (27 años) parece desempeñarse bien en estos aspectos; el tiempo de demora en la respuesta de un chat, llamadas perdidas y mensajes que llegan sin que el protagonista se dé cuenta aumentan la ansiedad del espectador en momentos clave. 
Un punto curioso es que todas las interfaces, todos los programas y todos los chats están en español, por más que uno asista a una función subtitulada. Esto se debe a que, para las versiones en español y en francés de la película, estas secuencias fueron recreadas en su idioma respectivo; si bien el rodaje duró tan sólo 13 días, la edición y la animación posteriores insumieron dos años. Lo que en cambio no parecería estar tan bien es la dirección de actores; tanto el intérprete principal como la actriz que se desempeña como detective a cargo del caso se ven un poco desconectados de sus roles, como si no terminaran de comprender a sus personajes. Esto, sumado a una historia que a grandes rasgos no parece ofrecer nada nuevo, puede dejar la impresión de una película televisiva, algo amateur.

Publicado en Brecha el 28/9/2018

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