lunes, 16 de marzo de 2020

Mujer en guerra (Woman at War, Benedikt Erlingsson, 2018)

El invencible Goliat



Podría hacerse una buena selección de películas enfocadas en el inmenso poder de las multinacionales, en cómo ellas han transformado (por no decir, destruido), el mundo en el último siglo y, por sobre todo, en la forma en que quienes las dirigen se encuentran a años luz de distancia (tanto física como ideológicamente) de los problemas mundanos y los intereses comunes. En esta hipotética selección no podrían faltar los documentales La corporación y American Factory, la película mexicana Un monstruo de mil cabezas, la portuguesa La fábrica de nada y la francesa En guerra. Siguiendo el buen nivel, también cabría agregar esta película a la lista. 
Dirigida por el islandés Benedikt Erlingsson, quien ya había filmado previamente la notable Historias de caballos y de hombres, se presenta una nueva historia de tipo David y Goliat, en la cual una mujer decide defender el carácter de reserva natural de su país, enfrentándose, de manera muy cinematográfica (sus armas son básicamente arco y flecha, un largo cable y una sierra circular), a las corporaciones que explotan las minas de aluminio en su país, y que contaminan tanto ríos, aires y suelos. En el preciso momento en que se encuentran a punto de expandirse mediante un tratado con China, esta aguerrida protagonista inicia sus atentados, poniendo en jaque a una de las principales ramas productivas del país. 
El sarcasmo y el humor crítico son atinados. Como nadie dudaría de una profesora de canto, de clase media, blanca y de poco más de cincuenta años, es un turista latino quien corre siempre con la mala suerte de andar papando moscas por ahí cerca y de ser arrestado como principal sospechoso. Las noticias hablan de la llegada del extremismo islámico y de obstáculos al “progreso”, mientras algún vecino teme por la restricción de sus libertades individuales, aún cuando los atentados no hacen daño a nadie, y sólo obstaculizan parcialmente el funcionamiento de las fábricas. Lo más interesante del planteo es que, conforme la mujer se convierte en una auténtica amenaza nacional –ella reivindica sus atentados bajo el seudónimo de “La mujer de la montaña”– Goliat redobla esfuerzos para apresarla, y así es que ella pasará a enfrentarse con drones, cámaras infrarrojas y hasta helicópteros que sobrevuelan la zona. 
El resultado es una película que oscila entre el thriller, el drama familiar, la aventura, la denuncia social y la comedia; de manera similar a lo que sucedía en Birdman, una banda de músicos y un trío de cantantes ucranianas se aparecen de a ratos tocando la música “incidental” en directo, aportando un toque casi surreal al relato. Así, la película recuerda a aquella otra y a varias de las más logradas y entretenidas de Emir Kusturica; como ellas, está lograda con inteligencia, y supone una experiencia diferente e íntegramente disfrutable.

Publicada en Brecha el 28/2/2020

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