Manipulación Puritana de Absoluto Anonimato [1]Ilustración: Eduardo Cardozo
Desde hace tiempo que llama la atención el recato del cine estadounidense para filmar escenas de sexo o que contengan situaciones de gran crudeza y realismo. Lo que no todo el mundo sabe es que no se trata de una decisión voluntaria de los cineastas, sino que impera en la metrópoli un sutil y tenaz aparato de censura, un sistema que castiga las malas palabras, la sangre, el uso de drogas, la violencia realista y por sobre todo, cualquier explicitación o referencia directa a las relaciones sexuales.
Una vez finalizada la producción de cualquier película a ser exhibida y distribuida al interior de los Estados Unidos, sus responsables son instados a enviar una copia a la MPAA (Motion Picture Asociation of America) para ser examinada por un consejo de calificaciones que la coloca en alguna de las categorías establecidas: G, PG, PG-13, R y NC-17. Este sistema de calificaciones parentales -o “rates”- utilizado para toda película a exhibirse en el país[2], ha devenido en un auténtico órgano represor de la libertad de expresión de los cineastas.
Las calificaciones
Una película calificada como G (General audiences) no tiene, según el criterio del consejo, ningún elemento que pueda ser considerado nocivo para un niño. En las películas de esta categoría no existen las malas palabras, ningún tipo de desnudos, no se hace uso de drogas, y la violencia es mínima y prácticamente infantil. Son películas G Buscando a Nemo, Cars y Ratatouille.
Las películas PG (Parental guide sugested) por su parte pueden tener alguna blasfemia, alguna palabrota como “mierda” o “culo”, algún limitado atisbo de violencia y quizá una brevísima desnudez, como vérsele la raya del culo a un personaje masculino. No hay uso de drogas, y de sexo ni hablamos. Aquí figuran Los increíbles, Shrek y El viaje de Chihiro.
PG-13 (Parents strongly cautioned) significa que algunos elementos de la película pueden ser inadecuados para menores de 13, los cuales deberán entrar a la sala de cine acompañados de un mayor. Aquí podrían verse algunos breves desnudos pero nunca orientados a una actividad sexual. Puede haber alguna mala palabra, pero no muchas. Se puede escuchar la palabra “mierda” y algunos de sus derivados como “bullshit”, “dumbshit” o “shit-head”. La palabra “fuck” no puede ser repetida varias veces, por lo que los cineastas deben dosificar rigurosamente sus “fucks”. Un simple “fuck you” está bien, pero por ejemplo un “may I please fuck you?” (¿podría cogerte por favor?) o un “I enjoy getting fucked” (me gusta que me cojan) son absolutamente inaceptables. Puede haber situaciones de violencia, pero no pueden ser realistas o demasiado persistentes. La sangre está prácticamente vedada, los heridos pueden tener un poquito de sangre, pero los muertos rara vez.
A esta categoría aspiran a llegar la mayoría de las superproducciones, ya que al obtenerla se aseguran importantes beneficios. Al poder entrar familias enteras a ver las películas, los ingresos provenientes de la taquilla son mayores. Duro de matar 4.0, por ejemplo, fue reeditada y “suavizada” para entrar en esta calificación, y no es casual que sea la menos violenta y más bienhablada de la serie. La tendencia actual es forzar la entrada a esta clasificación y por tanto volver “familiarizable” a la mayoría de las películas, y los productores vierten sus esfuerzos y presionan a los directores para que rebajen la sangre y el lenguaje y eliminen las escenas de sexo. En esta categoría entran también películas como Transformers o The Simpsons movie.
La palabra “fuck” repetida más de 5 o 6 veces ya se liga un R (Restricted) el consejo recomienda no llevar menores a la sala de cine, aunque los menores de 17 (de 18 en algunos estados) pueden entrar siempre que vayan acompañados de sus padres o de un adulto guardián. Aquí ya podemos encontrarnos con escenas muy violentas, uso de drogas, referencias verbales al sexo y hasta alguna escena de sexo recatado, -por lo general de parejas heterosexuales, en la postura del misionero y filmadas de la cintura para arriba-. Las películas que entran en esta calificación van siendo cada vez menos; en el período 2000-2005 la producción de películas calificadas como R ha caído 12% anual, mientras que la producción de cintas G ha aumentado en un 38% anual. En la categoría R fueron colocadas las películas Una historia de violencia, Kill Bill, South park, 300, American pie, The host, y las más bien inocuas Fahrenheit 9/11 (por lenguaje e imágenes violentas), Flores rotas (lenguaje, algún desnudo y breve uso de drogas) Perdidos en Tokio (por contenido sexual) y Secreto en la montaña (sexualidad, desnudez, lenguaje y algo de violencia). Las películas de Kevin Smith obtuvieron casi todas ellas esta calificación, por hacerse uso de un lenguaje muy “fuerte”.
NC-17: muerte comercial
Pero la peor pesadilla del cineasta es entregar una película y que la MPAA la califique como NC-17 (No one 17 and under admitted). Nadie menor de 17 puede entrar a las salas. Esta categoría, denominada “X” hasta 1990, es la que se utiliza normalmente para calificar a las películas pornográficas. Las grandes salas de cine no reciben películas con esta calificación, las más importantes cadenas de alquiler y venta de dvds -Blockbuster, Wal-mart, Hollywood video- se niegan a trabajar con ellas y gran cantidad de medios de comunicación no acepta publicidad para estas películas. Para un productor, la diferencia entre un “R” y un “NC-17” puede significar millones o decenas de millones de dólares.
Un desnudo frontal femenino puede ser R pero un frontal masculino es un NC-17 asegurado. Las escenas de sexo filmadas de la cintura hacia arriba son R pero la misma secuencia filmada en plano general probablemente sea un NC-17. Si un personaje femenino tiene un orgasmo demasiado prolongado –aunque no haya desnudos- tenemos un NC-17.
El sexo homosexual casi siempre se gana el sello maldito, también las orgías o las posiciones sexuales no aceptables para el consejo. De hecho, a cualquier película que según el criterio del consejo contenga “comportamientos aberrantes” se le estampa un NC-17. Filmar personajes desnudos en rozamiento puede ser viable, pero filmar un culo moviéndose frenéticamente ya es un suicidio comercial. Nadie duda que filmes como Réquiem por un sueño, Los muchachos no lloran o Kids sean películas para adultos, pero el actual sistema de calificaciones está sepultando en vida a este tipo de producciones independientes.
Ojos bien cerrados de Kubrick obtuvo originalmente un NC-17, por lo que en la famosa secuencia de orgías se debieron digitalizar cuerpos de hombres vestidos que taparan las zonas pélvicas en fricción, y así poder ingresarla a R. La película de lesbianismo adolescente But I’m a cheerleader, que no tiene desnudos pero sí aparece una chica masturbándose por encima de la ropa obtuvo la misma calificación. Jamie Babbit, la directora, apuntaba a un público adolescente que pudiera verse reflejado en las circunstancias exhibidas, y de mala gana debió mutilarle algunas escenas para poder obtener el anhelado R.
Cuando una película es catalogada por el consejo como NC-17, el cineasta responsable del filme suele recibir una llamada telefónica de un integrante de la MPAA que le pasa el aviso de la decisión del consejo de calificaciones, y que además le aporta sugerencias específicas de cortar tal o cual escena, para que pueda volver a entregar el material para una nueva apreciación. En algunos casos aislados, estos llamados avisan de un NC-17 terminante e irreversible, como el recibido por el director John Waters en referencia a su más bien moderada A dirty shame que no pasa de ser una simple comedia negra y que no tiene desnudos. Según el consejo de calificaciones el tono de toda la película era inapropiado y no había edición posible que la pudiera remediar. Por lo visto no sólo está prohibido filmar sexo sino que además está prohibido hablar de sexo.
Pero, ¿qué es la MPAA?
Si existe una organización cinematográfica poderosa en el planeta, esa es la MPAA, fundada en 1922 y la cual defiende los intereses de los seis principales estudios de Hollywood: Buena Vista Pictures Distribution, Sony Pictures, Paramount Pictures (Viacom -que compró los derechos de Dreamworks en 2006), 20th Century Fox, Universal Studios, y Warner Bros. Juntas estas compañías controlan más del 95% del negocio del cine en Estados Unidos, y además forman parte de grandes conglomerados que, en su conjunto, poseen más del 90% de los medios de comunicación de Estados Unidos.
La MPAA se autodefine como una organización “sin fines de lucro” creada para amparar la industria cinematográfica: “la voz defensora de la industria del cine, video y televisión estadounidenses”. La organización nuclea entonces al oligopolio que domina todas las fases de la cadena de valor cinematográfica: desarrollo, producción, posproducción, distribución y exhibición. La MPAA es, además, de los más acérrimos y salvajes enemigos de la piratería mundial.
No es casual que el blanco preferido del consejo de calificaciones sean las producciones independientes o extranjeras, o cualquier película que pudiera significar una “amenaza” para la industria (ver lista al final del artículo). Para darle una vuelta de tuerca más al asunto, vale la pena nombrar que las películas Hostal, Hostal 2, El juego del miedo 3 o Destino final 3, películas de particular sadismo, que ostentan escenas de tortura explícitas y que por tanto ameritarían un NC-17 como ninguna, fueron calificadas como R.
La película no ha sido calificada aún
En el brillante documental This film is not yet rated el cineasta Kirby Dick indaga en el tema y se propone descubrir quiénes son los que efectivamente ponen las calificaciones. Quién integra el consejo es uno de los grandes secretos de la MPAA, y ninguno de los especialistas a los que el director entrevista sabe darle una respuesta al respecto. Según la misma organización se trata de un panel demográficamente balanceado de 8 a 11 padres, con hijos de entre 5 y 17 años. Dicho panel discute y vota la calificación final para cada película.
Es curioso como un consejo con tanto poder se mantiene en el secreto más absoluto, comenta Dick en el documental y se propone descubrir quienes son verdaderamente esos padres. Para la indagación, contrata a una detective privada que durante meses investiga a todos los que entran en auto a la sede de la MPAA en Los Angeles. De a ratos, la cámara la acompaña en la pesquisa, y luego de algunas persecuciones, de registrar la basura de algunas personas, de muchas idas y venidas y de largas esperas, las conclusiones obtenidas son notablemente satisfactorias. La detective descubre la identidad de los 9 padres que integran el consejo, la mayoría con hijos mayores de 18 años, y todos ellos elegidos a dedo por la republicana Joan Graves, presidenta del consejo de calificaciones.
Cerca del final de la película, Kirby Dick entrega el mismo documental a la MPAA y el consejo le pone un NC-17 más grande que una casa. El director opta por “apelar”, lo que significa que no está de acuerdo con su calificación y que además no está dispuesto a cortar nada. La apelación es un recurso que la MPAA propone para esos casos, pero no son muchos los directores que la pidieron, y muy pocos de los que lo hicieron y se enfrentaron al consejo de apelaciones salieron airosos.
Kirby Dick apela y, como era de esperarse, no le sirve para cambiar la calificación de su película, pero gracias a la habilidad de la detective contratada logra descubrir la identidad secreta de los catorce integrantes del consejo de apelaciones. Doce de ellos son grandes figuras del negocio cinematográfico, y los otros dos son representantes de la iglesia, uno de la católica y otro de la metodista.
Todo huele a podrido
La excusa de que los niños no deberían estar expuestos a ciertas películas ha servido para que ciertos grupos vinculados a la derecha religiosa y conservadora pongan cotas a las libertades de los cineastas independientes. Los espectadores adultos debemos conformarnos con ver películas mutiladas, sustancialmente distintas a las concebidas originalmente, y por tanto debemos tolerar que el consejo de la MPAA, al infantilizar y aplanar las propuestas del cine dominante, uniformice al público como si todos fuésemos niños.
En tiempos de guerra, Hollywood disfraza la contienda bélica presentando explosiones, destrozos y masacres como verdaderos “daños colaterales” de violencia limpia, inmaculada, sin sangre y sin dolor real, en general justificada por fines superiores. La tortura no es un comportamiento aberrante y por tanto los menores de edad acompañados podrán interiorizarla sin mayores problemas, pero la sexualidad sí puede ser perjudicial para su salud mental.
Es preocupante que si bien existe muchísimo buen cine en otras partes del mundo, Hollywood sea quien acapare las salas de cine y la atención a lo largo y ancho del globo, despidiendo productos cada vez más homogéneos. Hasta se puede advertir como el puritanismo desmedido del centro ha repercutido negativamente en las propuestas de la periferia. Hace tiempo que, por ejemplo, el erotismo en el cine mundial ha decaído sustancialmente, siendo directores como el francés Jean-Claude Brisseau o el coreano Hong Sang-soo de las pocas excepciones que brillan por su singularidad y su falta de concesiones. En EEUU, aunque muy minoritarios, existen también los David Lynch, los Vincent Gallo o los Larry Clark, auténticos focos de resistencia, pequeños puntos de luz en un territorio inmóvil, anquilosado, donde el recato absoluto ya es la regla.
Contenido aberrante
Estas son sólo algunas de las películas cuya versión original obtuvo la calificación NC-17. La amplia mayoría de ellas debió ser reeditada para su posterior difusión en los Estados Unidos.
-Kika (Pedro Almodóvar, 1993)
-Killing Zoe (Roger Avary, 1994)
-Cajeros (Kevin Smith, 1994)
-Showgirls (Paul Verhoeven, 1995)
-Kids (Larry Clark, 1995)
-Crash (David Cronenberg, 1996)
-Gummo (Harmony Korine, 1997)
-Felicidad (Todd Solondz,1998)
-La vida soñada (Erick Zonca, 1998)
-Ojos bien cerrados (Stanley Kubrick, 1999)
-But I´m a cheerleader (Jamie Babbit, 1999)
-Réquiem por un sueño (Darren Aronofsky, 2000)
-American psycho (Mary Harron, 2000)
-Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001)
-The rules of attraction (Roger Avary, 2002)
-Haute tension (Alexandre Aja, 2003)
-House of 1000 corpses (Rob Zombie, 2003)
-Los soñadores (Bernardo Bertolucci, 2003)
-La mala educación (Pedro Almodóvar, 2004)
-Team America (Trey Parker, 2004)
-A dirty shame (John Waters, 2004)
-Where the truth lies (Atom Egoyan, 2005)
-Las colinas tienen ojos (Alexandre Aja, 2006)
-This film is not yet rated (Kirby Dick, 2006)
-Se jie (Ang Lee, 2007)
Una vez finalizada la producción de cualquier película a ser exhibida y distribuida al interior de los Estados Unidos, sus responsables son instados a enviar una copia a la MPAA (Motion Picture Asociation of America) para ser examinada por un consejo de calificaciones que la coloca en alguna de las categorías establecidas: G, PG, PG-13, R y NC-17. Este sistema de calificaciones parentales -o “rates”- utilizado para toda película a exhibirse en el país[2], ha devenido en un auténtico órgano represor de la libertad de expresión de los cineastas.
Las calificaciones
Una película calificada como G (General audiences) no tiene, según el criterio del consejo, ningún elemento que pueda ser considerado nocivo para un niño. En las películas de esta categoría no existen las malas palabras, ningún tipo de desnudos, no se hace uso de drogas, y la violencia es mínima y prácticamente infantil. Son películas G Buscando a Nemo, Cars y Ratatouille.
Las películas PG (Parental guide sugested) por su parte pueden tener alguna blasfemia, alguna palabrota como “mierda” o “culo”, algún limitado atisbo de violencia y quizá una brevísima desnudez, como vérsele la raya del culo a un personaje masculino. No hay uso de drogas, y de sexo ni hablamos. Aquí figuran Los increíbles, Shrek y El viaje de Chihiro.
PG-13 (Parents strongly cautioned) significa que algunos elementos de la película pueden ser inadecuados para menores de 13, los cuales deberán entrar a la sala de cine acompañados de un mayor. Aquí podrían verse algunos breves desnudos pero nunca orientados a una actividad sexual. Puede haber alguna mala palabra, pero no muchas. Se puede escuchar la palabra “mierda” y algunos de sus derivados como “bullshit”, “dumbshit” o “shit-head”. La palabra “fuck” no puede ser repetida varias veces, por lo que los cineastas deben dosificar rigurosamente sus “fucks”. Un simple “fuck you” está bien, pero por ejemplo un “may I please fuck you?” (¿podría cogerte por favor?) o un “I enjoy getting fucked” (me gusta que me cojan) son absolutamente inaceptables. Puede haber situaciones de violencia, pero no pueden ser realistas o demasiado persistentes. La sangre está prácticamente vedada, los heridos pueden tener un poquito de sangre, pero los muertos rara vez.
A esta categoría aspiran a llegar la mayoría de las superproducciones, ya que al obtenerla se aseguran importantes beneficios. Al poder entrar familias enteras a ver las películas, los ingresos provenientes de la taquilla son mayores. Duro de matar 4.0, por ejemplo, fue reeditada y “suavizada” para entrar en esta calificación, y no es casual que sea la menos violenta y más bienhablada de la serie. La tendencia actual es forzar la entrada a esta clasificación y por tanto volver “familiarizable” a la mayoría de las películas, y los productores vierten sus esfuerzos y presionan a los directores para que rebajen la sangre y el lenguaje y eliminen las escenas de sexo. En esta categoría entran también películas como Transformers o The Simpsons movie.
La palabra “fuck” repetida más de 5 o 6 veces ya se liga un R (Restricted) el consejo recomienda no llevar menores a la sala de cine, aunque los menores de 17 (de 18 en algunos estados) pueden entrar siempre que vayan acompañados de sus padres o de un adulto guardián. Aquí ya podemos encontrarnos con escenas muy violentas, uso de drogas, referencias verbales al sexo y hasta alguna escena de sexo recatado, -por lo general de parejas heterosexuales, en la postura del misionero y filmadas de la cintura para arriba-. Las películas que entran en esta calificación van siendo cada vez menos; en el período 2000-2005 la producción de películas calificadas como R ha caído 12% anual, mientras que la producción de cintas G ha aumentado en un 38% anual. En la categoría R fueron colocadas las películas Una historia de violencia, Kill Bill, South park, 300, American pie, The host, y las más bien inocuas Fahrenheit 9/11 (por lenguaje e imágenes violentas), Flores rotas (lenguaje, algún desnudo y breve uso de drogas) Perdidos en Tokio (por contenido sexual) y Secreto en la montaña (sexualidad, desnudez, lenguaje y algo de violencia). Las películas de Kevin Smith obtuvieron casi todas ellas esta calificación, por hacerse uso de un lenguaje muy “fuerte”.
NC-17: muerte comercial
Pero la peor pesadilla del cineasta es entregar una película y que la MPAA la califique como NC-17 (No one 17 and under admitted). Nadie menor de 17 puede entrar a las salas. Esta categoría, denominada “X” hasta 1990, es la que se utiliza normalmente para calificar a las películas pornográficas. Las grandes salas de cine no reciben películas con esta calificación, las más importantes cadenas de alquiler y venta de dvds -Blockbuster, Wal-mart, Hollywood video- se niegan a trabajar con ellas y gran cantidad de medios de comunicación no acepta publicidad para estas películas. Para un productor, la diferencia entre un “R” y un “NC-17” puede significar millones o decenas de millones de dólares.
Un desnudo frontal femenino puede ser R pero un frontal masculino es un NC-17 asegurado. Las escenas de sexo filmadas de la cintura hacia arriba son R pero la misma secuencia filmada en plano general probablemente sea un NC-17. Si un personaje femenino tiene un orgasmo demasiado prolongado –aunque no haya desnudos- tenemos un NC-17.
El sexo homosexual casi siempre se gana el sello maldito, también las orgías o las posiciones sexuales no aceptables para el consejo. De hecho, a cualquier película que según el criterio del consejo contenga “comportamientos aberrantes” se le estampa un NC-17. Filmar personajes desnudos en rozamiento puede ser viable, pero filmar un culo moviéndose frenéticamente ya es un suicidio comercial. Nadie duda que filmes como Réquiem por un sueño, Los muchachos no lloran o Kids sean películas para adultos, pero el actual sistema de calificaciones está sepultando en vida a este tipo de producciones independientes.
Ojos bien cerrados de Kubrick obtuvo originalmente un NC-17, por lo que en la famosa secuencia de orgías se debieron digitalizar cuerpos de hombres vestidos que taparan las zonas pélvicas en fricción, y así poder ingresarla a R. La película de lesbianismo adolescente But I’m a cheerleader, que no tiene desnudos pero sí aparece una chica masturbándose por encima de la ropa obtuvo la misma calificación. Jamie Babbit, la directora, apuntaba a un público adolescente que pudiera verse reflejado en las circunstancias exhibidas, y de mala gana debió mutilarle algunas escenas para poder obtener el anhelado R.
Cuando una película es catalogada por el consejo como NC-17, el cineasta responsable del filme suele recibir una llamada telefónica de un integrante de la MPAA que le pasa el aviso de la decisión del consejo de calificaciones, y que además le aporta sugerencias específicas de cortar tal o cual escena, para que pueda volver a entregar el material para una nueva apreciación. En algunos casos aislados, estos llamados avisan de un NC-17 terminante e irreversible, como el recibido por el director John Waters en referencia a su más bien moderada A dirty shame que no pasa de ser una simple comedia negra y que no tiene desnudos. Según el consejo de calificaciones el tono de toda la película era inapropiado y no había edición posible que la pudiera remediar. Por lo visto no sólo está prohibido filmar sexo sino que además está prohibido hablar de sexo.
Pero, ¿qué es la MPAA?
Si existe una organización cinematográfica poderosa en el planeta, esa es la MPAA, fundada en 1922 y la cual defiende los intereses de los seis principales estudios de Hollywood: Buena Vista Pictures Distribution, Sony Pictures, Paramount Pictures (Viacom -que compró los derechos de Dreamworks en 2006), 20th Century Fox, Universal Studios, y Warner Bros. Juntas estas compañías controlan más del 95% del negocio del cine en Estados Unidos, y además forman parte de grandes conglomerados que, en su conjunto, poseen más del 90% de los medios de comunicación de Estados Unidos.
La MPAA se autodefine como una organización “sin fines de lucro” creada para amparar la industria cinematográfica: “la voz defensora de la industria del cine, video y televisión estadounidenses”. La organización nuclea entonces al oligopolio que domina todas las fases de la cadena de valor cinematográfica: desarrollo, producción, posproducción, distribución y exhibición. La MPAA es, además, de los más acérrimos y salvajes enemigos de la piratería mundial.
No es casual que el blanco preferido del consejo de calificaciones sean las producciones independientes o extranjeras, o cualquier película que pudiera significar una “amenaza” para la industria (ver lista al final del artículo). Para darle una vuelta de tuerca más al asunto, vale la pena nombrar que las películas Hostal, Hostal 2, El juego del miedo 3 o Destino final 3, películas de particular sadismo, que ostentan escenas de tortura explícitas y que por tanto ameritarían un NC-17 como ninguna, fueron calificadas como R.
La película no ha sido calificada aún
En el brillante documental This film is not yet rated el cineasta Kirby Dick indaga en el tema y se propone descubrir quiénes son los que efectivamente ponen las calificaciones. Quién integra el consejo es uno de los grandes secretos de la MPAA, y ninguno de los especialistas a los que el director entrevista sabe darle una respuesta al respecto. Según la misma organización se trata de un panel demográficamente balanceado de 8 a 11 padres, con hijos de entre 5 y 17 años. Dicho panel discute y vota la calificación final para cada película.
Es curioso como un consejo con tanto poder se mantiene en el secreto más absoluto, comenta Dick en el documental y se propone descubrir quienes son verdaderamente esos padres. Para la indagación, contrata a una detective privada que durante meses investiga a todos los que entran en auto a la sede de la MPAA en Los Angeles. De a ratos, la cámara la acompaña en la pesquisa, y luego de algunas persecuciones, de registrar la basura de algunas personas, de muchas idas y venidas y de largas esperas, las conclusiones obtenidas son notablemente satisfactorias. La detective descubre la identidad de los 9 padres que integran el consejo, la mayoría con hijos mayores de 18 años, y todos ellos elegidos a dedo por la republicana Joan Graves, presidenta del consejo de calificaciones.
Cerca del final de la película, Kirby Dick entrega el mismo documental a la MPAA y el consejo le pone un NC-17 más grande que una casa. El director opta por “apelar”, lo que significa que no está de acuerdo con su calificación y que además no está dispuesto a cortar nada. La apelación es un recurso que la MPAA propone para esos casos, pero no son muchos los directores que la pidieron, y muy pocos de los que lo hicieron y se enfrentaron al consejo de apelaciones salieron airosos.
Kirby Dick apela y, como era de esperarse, no le sirve para cambiar la calificación de su película, pero gracias a la habilidad de la detective contratada logra descubrir la identidad secreta de los catorce integrantes del consejo de apelaciones. Doce de ellos son grandes figuras del negocio cinematográfico, y los otros dos son representantes de la iglesia, uno de la católica y otro de la metodista.
Todo huele a podrido
La excusa de que los niños no deberían estar expuestos a ciertas películas ha servido para que ciertos grupos vinculados a la derecha religiosa y conservadora pongan cotas a las libertades de los cineastas independientes. Los espectadores adultos debemos conformarnos con ver películas mutiladas, sustancialmente distintas a las concebidas originalmente, y por tanto debemos tolerar que el consejo de la MPAA, al infantilizar y aplanar las propuestas del cine dominante, uniformice al público como si todos fuésemos niños.
En tiempos de guerra, Hollywood disfraza la contienda bélica presentando explosiones, destrozos y masacres como verdaderos “daños colaterales” de violencia limpia, inmaculada, sin sangre y sin dolor real, en general justificada por fines superiores. La tortura no es un comportamiento aberrante y por tanto los menores de edad acompañados podrán interiorizarla sin mayores problemas, pero la sexualidad sí puede ser perjudicial para su salud mental.
Es preocupante que si bien existe muchísimo buen cine en otras partes del mundo, Hollywood sea quien acapare las salas de cine y la atención a lo largo y ancho del globo, despidiendo productos cada vez más homogéneos. Hasta se puede advertir como el puritanismo desmedido del centro ha repercutido negativamente en las propuestas de la periferia. Hace tiempo que, por ejemplo, el erotismo en el cine mundial ha decaído sustancialmente, siendo directores como el francés Jean-Claude Brisseau o el coreano Hong Sang-soo de las pocas excepciones que brillan por su singularidad y su falta de concesiones. En EEUU, aunque muy minoritarios, existen también los David Lynch, los Vincent Gallo o los Larry Clark, auténticos focos de resistencia, pequeños puntos de luz en un territorio inmóvil, anquilosado, donde el recato absoluto ya es la regla.
Contenido aberrante
Estas son sólo algunas de las películas cuya versión original obtuvo la calificación NC-17. La amplia mayoría de ellas debió ser reeditada para su posterior difusión en los Estados Unidos.
-Kika (Pedro Almodóvar, 1993)
-Killing Zoe (Roger Avary, 1994)
-Cajeros (Kevin Smith, 1994)
-Showgirls (Paul Verhoeven, 1995)
-Kids (Larry Clark, 1995)
-Crash (David Cronenberg, 1996)
-Gummo (Harmony Korine, 1997)
-Felicidad (Todd Solondz,1998)
-La vida soñada (Erick Zonca, 1998)
-Ojos bien cerrados (Stanley Kubrick, 1999)
-But I´m a cheerleader (Jamie Babbit, 1999)
-Réquiem por un sueño (Darren Aronofsky, 2000)
-American psycho (Mary Harron, 2000)
-Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001)
-The rules of attraction (Roger Avary, 2002)
-Haute tension (Alexandre Aja, 2003)
-House of 1000 corpses (Rob Zombie, 2003)
-Los soñadores (Bernardo Bertolucci, 2003)
-La mala educación (Pedro Almodóvar, 2004)
-Team America (Trey Parker, 2004)
-A dirty shame (John Waters, 2004)
-Where the truth lies (Atom Egoyan, 2005)
-Las colinas tienen ojos (Alexandre Aja, 2006)
-This film is not yet rated (Kirby Dick, 2006)
-Se jie (Ang Lee, 2007)
[1]Gran parte de los datos volcados en este artículo fueron extraídos de tres fuentes específicas: The Internet Movie Database http://www.imdb.com/, la página oficial de la MPAA http://www.mpaa.org/ y el documental This film is not yet rated (Kirby Dick, 2006).
[2]No es una obligación legal entregar las películas para una calificación, pero cualquier cineasta o productor que desee tener un mínimo de difusión al interior de los Estados Unidos debe asumir las reglas que impone la MPAA.
Publicado en Brecha 5/10/2007
12 comentarios:
Es verdasd hollywood da asco y aguante el cine asiatico... me parecen muy buenas las fotos y por sobre todo los titulos ...
Qué suerte! si lo que te gustó fueron las fotos y los títulos será porque el texto es una cagada. Lo tomo como un cumplido, igual.
Hola, faraway:
Me ha encantado descubrir tu blog.
Respecto a este post, he de confesarte que me ha maravillado el trabajo realizado, excelente.
Coincido en tus apreciaciones por completo.
Precisamente, ya hace semanas que andaba con la idea de publicar algo parecido en mi bloc.
Leído que ha sido tu trabajo, me temo que nada podría aportar, por lo que he pensado hacer un simple comentario introductorio y enlazar con el tuyo, a cuya profundidad no aspiro llegar.
Antes de hacerlo, quisiera recibir tu placet.
Saludos.
Ni que hablar hermano! Eso no se pregunta, todo link a mi blog es más que bienvenido, y más si viene de uno como el tuyo.
El mes que viene va a salir el artículo en Miradas, porque ando con ganas de difundir el tema todo lo posible. Creo que no carece de relevancia y que merecería conocerse más.
Por otra parte, la mayor parte de los datos sale del documental de Kirby Dick. El mérito es mucho más de él que mío.
Pues con tu permiso, he procedido a publicar nueva entrada en mi bloc haciendo enlace a tu comentario, al tiempo que te he añadido en mi corta lista de enlaces sugeridos.
Gracias por tu amabilidad.
Me impongo como tarea conseguir visualizar el documental al que humildemente remites el mérito de tu comentario.
Saludos.
Bueno, Josep, lo tuyo ha sido excesivo. Acabo de poner un link a tu bloc, que ya lo venía leyendo y me parece notabilísimo. Te agradezco mucho, ya que cuanto mayor difusión tenga este tema, mejor. Creo que es importante que la gente se dé cuenta de la involución que significa para el cine la política represiva de la MPAA. Si se elige cualquier película norteamericana al azar de los años 70, resultará mucho más suelta y transgresora que el 99% de los productos actuales.
Pues yo estoy totalmente deacuerdo que se censuren las peliculas. Esta demostrado que la pornografia endurece y no queremos dañar a nuestros jovenes.
Cual es la necesidad de estar mostrando piel a todo momento??
Y con lo del lenguaje pasa lo mismo,la juventud tiende a repetir lo que ve, y si ve q en esa pelicula que la ve todo el mundo y fue aceptada , el pensara que estara bien tambien hacerlo...
Practicamente Hollywood es la responsable de implantar la basura que lleva la gente hoy en dia...Quierase o no , es la verdad...
Se q este comentario no sera publicado porque no conviene pero al menos alguien le dijo la verdad
Estoy de acuerdo con usted, señor Alexander, a mí la pornografía también me la endurece. Gracias por decir la verdad.
Al señor Alexander:
Creo que debería leer otra vez el comentario.
¿Acaso le parece correcto que los jóvenes se eduquen viendo en el cine las atrocidades sádicas de muchas películas que pasan la censura?
El problema es que la "piel", como Vd. eufemísticamente dice, se ha retirado de las pantallas para todos, y las películas actuales sólo son timoratas sexualmente hablando, sin discriminación, con lo cual ya no existe prácticamente cine para adultos; al tiempo, también nos quitan toda expresión políticamente incorrecta.
Queda un cine infantiloide, para memos que desatan sus demonios pegando tiros en las escuelas.
¡Mejor les iría con menos violencia y más amor!
Claro que matar al prójimo sin decir tacos debe ser más aceptable...
JA JA, vaya uno a saber como hice para atraer a este ejemplar de ser humano. Está claro que yo no he escrito para gente como Alexander y de ahora en más, de volver a escribir otro comment, no estoy seguro de publicárselo: no creo que valga la pena llevar el debate hasta ciertos niveles.
Digame represor o déspota, Alex, pero sí, soy el administrador del blog y sólo dejo los comments que me da la gana y creo que aportan algo a la entrada original.
A propósito Josep, gracias por aportarle tu cordura al blog. Por suerte todavía queda gente como vos que utiliza y explota las conexiones sinápticas.
Creo que mucha gente opina como Alexander y no por ello son ejemplares raros o con mentes obsoletas.
En parte estoy de acuerdo con la censura, tal vez no por las mismas motivaciones que Alexander.
En lo que me es particular la serie Hostal y semejantes debería haber sido censurada y multados sus realizadores. La tortura, el sexo explícito y variado existen, la gente dice palabrotas, el problema es ese regodeo con la imagen que termina generando determinadas identificaciones en gentes de cociente intelectual bajo que se suma a la noción de pertenencia cero.
Pero por otra parte si la censura no existiera...¿no sería todo demasiado más aburrido? ¿a quién le daríamos?.
Flaklandstroll
Ahora: La culpa de todos los males de la humanidad no la tiene el cine de Hollywood, sería demasiado simplista algo así aunque es cierto que ha generado corrientes de pensamiento masivas y tendenciosas como: "Indios malos, blancos buenos"
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