Infancia añorada
Es perfectamente comprensible y hasta lógico que en la carrera de un director existan altibajos de calidad. Hasta trayectorias magistrales de grandes como Hitchcock, Kurosawa, Bergman o Kubrick presentan innegables y notorios declives. Lo normal es que las obras maestras se intercalen con varias películas atendibles y hasta con algún bodrio en las filmografías de los grandes directores, pero es casi imposible encontrarse en la historia del cine con algún creador que haya logrado mantener la excelencia en la totalidad de su obra[1].
Y por esto me gustaría comenzar este artículo con una afirmación tajante y radical: todas las películas de Hayao Miyazaki son excelentes. Todas y cada una de ellas son factibles de ser llamadas obras maestras, y todas han sido nombradas como tales en medios especializados. No he podido ver la obra íntegra de otros directores que algunos consideran intachables como Murnau, Bresson, Ozu o Imamura, y por esto permítanme que celebre la única filmografía maestra que he podido ver en su totalidad.
Por supuesto que estoy entrando en un terreno muy subjetivo y estas afirmaciones son discutibles. Para mi Porco Rosso (Kurenai no buta, 1992) no llega a alcanzar la perfección del resto de la filmografía de Miyazaki, pero para otros entusiastas es una obra maestra y hasta lo mejor del director. En cambio, se pueden ver comentarios sobre Kiki´s delivery service (Majo no takkyûbin, 1989) en la que se alude a ella como a una obra menor, pero a mi parecer es una obra maestra insuperable. Repito lo que escribí anteriormente: todas y cada una de las películas de Miyazaki son factibles de ser llamadas obras maestras. Y nótese que no hablo sólo de excelencia técnica, sino de obras maestras en varios sentidos, desde el puramente emocional hasta el de la riqueza conceptual contenida en ellas.
Hasta el video musical que dirigió Miyazaki es brillante, también las series que hizo para TV, y las películas en las que no dirige pero colabora de una forma u otra siempre mantienen un muy buen nivel. Dicho en otras palabras: todo lo que toca este tipo es digno de verse. Si usted vio alguna de las películas de Miyazaki y quedó deslumbrado por tanta maravilla, le traigo una buena nueva: aún le queda un buen camino por recorrer.
Toda esta intro va para ilustrar lo difícil que me fue optar por una sola de las películas del maestro, y para que se tenga en cuenta que esta opción no se debe a una “superioridad” de esta obra particular con respecto a las demás. La opción de Mi vecino Totoro se debe principalmente a que ella reúne varias de las constantes de Miyazaki, y porque parece ser una de las películas más íntimas del director.
Sin dudas es además su filme más minimalista; en él no hay grandes peligros ni guerras que amenacen con destruirlo todo como sí las hay en sus películas más “hard” (Nausicaa del valle del viento (Kaze no tani no Naushika,1984), La princesa Mononoke, (Mononoke Hime, 1997), El castillo ambulante (Hauru no Ugoku Shiro, 2004). Claro que minimalismo en el universo de Miyazaki implica que existan criaturas negras y redondas que viven en el polvo, animales inconcebibles y árboles que crecen como por arte de magia hasta niveles insospechados.
Metamorfosis y crecimiento. Uno de los elementos que se repiten en la obra de Miyazaki es la mudanza. Puede ser una mudanza corriente en la que una familia decide instalarse por conveniencia en otro sitio, (los comienzos de Mi vecino Totoro y El viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no kamikakushi, 2001), las transformaciones que va sufriendo el castillo ambulante), puede ser una mudanza forzada donde el protagonista debe abandonar su vida pasada y comenzar otra (Sofi al comienzo de El castillo ambulante), o una mudanza voluntaria (la de Kiki en Kiki´s delivery service), o también puede ser un viaje con el destino incierto propio de la aventura (Lupin III en El castillo de Cagliostro (Rupan sansei: Kariosutoro no shiro, 1979), Nausicaa en Nausicaa del valle del viento, Pazu y Sheeta en Laputa: el castillo en el cielo (Tenkû no shiro Rapyuta, 1986), Porco Rosso, Ashitaka en La princesa Mononoke). La mudanza implica un cambio en la percepción y asimismo es crecimiento individual y transformación de los personajes, Miyazaki hace particular hincapié en un proceso de aprendizaje que se va dando a lo largo de las películas, que culmina con una importante autoafirmación y significa un paso más hacia el mundo adulto. La preferencia por personajes femeninos que se encuentran en la etapa de la prepubertad o de la pubertad misma refuerza la transición con una transformación física implícita y el descubrimiento de un bricolage de sensaciones nuevas.
Los personajes infantiles suelen provocar adhesiones incondicionales y estas parecen aumentar cuando los niños son víctimas de alguna injusticia. Al vérselos enfrentados a contrariedades, insertos en mundos fantasiosos y atravesando metamorfosis emocionales y físicas la adhesión se vuelve entonces inevitable. Otro atractivo del director es que en estos universos coherentes y planificados hasta el último detalle, siempre quedan intersticios para que el espectador deje colar su propia imaginación. Nunca queda todo explicado en sus películas; ni Miyazaki mismo tiene la solución para determinadas incógnitas que quedan abiertas y en esto su cine es absolutamente atípico y dista sobremanera del cine de animación occidental.
En Mi vecino Totoro el físico en crecimiento de las niñas coincide con la mudanza a un entorno semirrural, y con la enfermedad de su madre, quien hubo de trasladarse a un hospital. Durante su infancia, Miyazaki vivió en la prefectura de Saitama en Tokorosawa, donde se ambienta la película, y su madre sufrió de tuberculosis, por lo que estuvo internada por un largo tiempo. Es probable que en la película esta mudanza a un lugar tranquilo y apartado se deba al estado delicado de la madre de las protagonistas[2].
Al verse despojado de uno de sus integrantes, el núcleo familiar debe organizarse y redistribuir las tareas cotidianas entre los otros miembros. De esta manera, Mei, de 4 años y Satzuki, de 11, deben ayudar al padre a limpiar, cocinar, lavar la ropa y cuidarse entre ellas. En Miyazaki por lo general los personajes suelen entregarse con absoluta alegría y dignidad a los trabajos manuales más duros, por lo que la verdadera carga para estas niñas es lidiar con la ausencia de los lazos afectivos maternos.
Y por momentos se llega a augurar lo peor. Pese a que Mi vecino Totoro es la película de Miyazaki más apta para niños pequeños, el director no les ahorra los malos tragos. Los espectadores de más temprana edad deberán lidiar, al igual que las niñas, con la frustración por la ausencia de la madre y hasta con la idea probable de su muerte, e incluso se llega a despertar la sospecha de que una de las niñas protagonistas pudiera haber muerto. Como en los mejores y más recordados cuentos infantiles, se enfrenta a los pequeños interlocutores a situaciones difíciles que tienen su correlato en la realidad.
Al igual que en El viaje de Chihiro, sobrevuela la sospecha de que todo el universo sobrenatural desplegado en pantalla es producto de la imaginación de las protagonistas. Algo así como una válvula de escape para superar las tribulaciones a las que deben hacer frente, y si se quiere, una alegoría de la transición, la superación y el crecimiento.
El “Totoro” es el nombre mal pronunciado por Mei para designar a un Troll, de los que ella ve en sus cuentos y quizás proyecta en la realidad. Algo así como una mezcla de conejo, oso y búho. Debe de tenerse en cuenta que Miyazaki escogió los años cincuenta para situar la acción porque la televisión aún no había llegado a las casas y los niños solían jugar mucho tiempo al aire libre, dando rienda suelta a su imaginación.
Otra constante del director son las escenas de vuelo. En casi todas sus películas las hay y todas ellas generan, además del vértigo propio de las alturas, una sensación de libertad infinita. En estos vuelos sobre naves-libélulas, escobas voladoras, aviones, dirigibles, monoplanos, dragones o animales alados en el que el espectador viaja junto a los protagonistas, se llega a comprender hasta qué punto las posibilidades que ofrece la animación son ilimitadas y de qué modo la falta de imaginación del promedio de los animadores las ha acotado hasta el día de hoy. La escena de las niñas viajando junto a los totoros sobre el bosque es una de las más bellas que nos ha regalado Miyazaki. Las hermosísimas partituras de Jo Hisaishi juegan siempre a favor de las atmósferas y merecerían todo un artículo aparte.
El poder de la naturaleza. Sin lugar a dudas hay una gran nostalgia por los espacios verdes. Miyazaki ha sido testigo de una creciente y dolorosa industrialización del Japón, en la que paulatinamente fueron desapareciendo los extensos campos de su infancia. Como Kurosawa, Herzog, Terence Malick o Lisandro Alonso, Miyazaki tiene un talento especial para darle a la naturaleza un papel primordial, abrumador, como si se tratase de un personaje más.
Se ha hablado de Miyazaki como de un director ecologista, y esto suele ser un error típico de la mirada occidental. En todo caso debería afirmarse que su visión es panteísta, es decir, que considera a lo natural como elemento de culto y preconiza la comunión armónica entre el hombre y su medio ambiente. Estos principios, también presentes en la filosofía china del tao son otra de las constantes en Miyazaki. También hay en sus películas un importante parentesco con el shintoismo y la creencia en poderes sobrenaturales provenientes de la naturaleza. Así, la deificación de “mononokes” o espíritus del bosque es típica de los rituales shintoístas.
La historia de Mi vecino Totoro es entonces una vuelta a la infancia de Miyazaki, ese mundo inocente, incontaminado, rebosante de imaginación y en que el hombre y la naturaleza aún conviven en armonía. Es probable que Kanta, el vecino de las protagonistas, no sea otro que el mismo Miyazaki, un niño tímido que dibuja caricaturas en los márgenes de sus cuadernos, juega con aviones de juguete y se enamora de Satzuki, la mayor de las hermanas.
En el sitio web de fans de Miyazaki Nausicaa.net se explica que no hay posibilidades de que el director filme una continuación de Mi vecino Totoro. Él mismo ha comentado que Mei y Satzuki no vuelven a ver a Totoro nunca más, porque si hubiesen seguido visitando ese mundo no hubieran podido regresar a la vida mundana. Durante los créditos finales, se ven cuadros fijos que dan cuenta de lo que fue sucediéndoles a los personajes luego de terminada la historia, y en ninguno de ellos se muestra a las niñas interactuando con los totoros.
Visto que a Miyazaki no le van las secuelas, crucemos los dedos porque al menos nos siga regalando universos nuevos donde sumergirnos por muchísimos años más. Y por supuesto, que siga gozando de buena salud.
[1] Evidentemente estoy hablando de filmografías de tres o más películas. Son varios los directores que han dirigido apenas una o dos obras y que sus filmografías son también intachables.
Metamorfosis y crecimiento. Uno de los elementos que se repiten en la obra de Miyazaki es la mudanza. Puede ser una mudanza corriente en la que una familia decide instalarse por conveniencia en otro sitio, (los comienzos de Mi vecino Totoro y El viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no kamikakushi, 2001), las transformaciones que va sufriendo el castillo ambulante), puede ser una mudanza forzada donde el protagonista debe abandonar su vida pasada y comenzar otra (Sofi al comienzo de El castillo ambulante), o una mudanza voluntaria (la de Kiki en Kiki´s delivery service), o también puede ser un viaje con el destino incierto propio de la aventura (Lupin III en El castillo de Cagliostro (Rupan sansei: Kariosutoro no shiro, 1979), Nausicaa en Nausicaa del valle del viento, Pazu y Sheeta en Laputa: el castillo en el cielo (Tenkû no shiro Rapyuta, 1986), Porco Rosso, Ashitaka en La princesa Mononoke). La mudanza implica un cambio en la percepción y asimismo es crecimiento individual y transformación de los personajes, Miyazaki hace particular hincapié en un proceso de aprendizaje que se va dando a lo largo de las películas, que culmina con una importante autoafirmación y significa un paso más hacia el mundo adulto. La preferencia por personajes femeninos que se encuentran en la etapa de la prepubertad o de la pubertad misma refuerza la transición con una transformación física implícita y el descubrimiento de un bricolage de sensaciones nuevas.
Los personajes infantiles suelen provocar adhesiones incondicionales y estas parecen aumentar cuando los niños son víctimas de alguna injusticia. Al vérselos enfrentados a contrariedades, insertos en mundos fantasiosos y atravesando metamorfosis emocionales y físicas la adhesión se vuelve entonces inevitable. Otro atractivo del director es que en estos universos coherentes y planificados hasta el último detalle, siempre quedan intersticios para que el espectador deje colar su propia imaginación. Nunca queda todo explicado en sus películas; ni Miyazaki mismo tiene la solución para determinadas incógnitas que quedan abiertas y en esto su cine es absolutamente atípico y dista sobremanera del cine de animación occidental.
En Mi vecino Totoro el físico en crecimiento de las niñas coincide con la mudanza a un entorno semirrural, y con la enfermedad de su madre, quien hubo de trasladarse a un hospital. Durante su infancia, Miyazaki vivió en la prefectura de Saitama en Tokorosawa, donde se ambienta la película, y su madre sufrió de tuberculosis, por lo que estuvo internada por un largo tiempo. Es probable que en la película esta mudanza a un lugar tranquilo y apartado se deba al estado delicado de la madre de las protagonistas[2].
Al verse despojado de uno de sus integrantes, el núcleo familiar debe organizarse y redistribuir las tareas cotidianas entre los otros miembros. De esta manera, Mei, de 4 años y Satzuki, de 11, deben ayudar al padre a limpiar, cocinar, lavar la ropa y cuidarse entre ellas. En Miyazaki por lo general los personajes suelen entregarse con absoluta alegría y dignidad a los trabajos manuales más duros, por lo que la verdadera carga para estas niñas es lidiar con la ausencia de los lazos afectivos maternos.
Y por momentos se llega a augurar lo peor. Pese a que Mi vecino Totoro es la película de Miyazaki más apta para niños pequeños, el director no les ahorra los malos tragos. Los espectadores de más temprana edad deberán lidiar, al igual que las niñas, con la frustración por la ausencia de la madre y hasta con la idea probable de su muerte, e incluso se llega a despertar la sospecha de que una de las niñas protagonistas pudiera haber muerto. Como en los mejores y más recordados cuentos infantiles, se enfrenta a los pequeños interlocutores a situaciones difíciles que tienen su correlato en la realidad.
Al igual que en El viaje de Chihiro, sobrevuela la sospecha de que todo el universo sobrenatural desplegado en pantalla es producto de la imaginación de las protagonistas. Algo así como una válvula de escape para superar las tribulaciones a las que deben hacer frente, y si se quiere, una alegoría de la transición, la superación y el crecimiento.
El “Totoro” es el nombre mal pronunciado por Mei para designar a un Troll, de los que ella ve en sus cuentos y quizás proyecta en la realidad. Algo así como una mezcla de conejo, oso y búho. Debe de tenerse en cuenta que Miyazaki escogió los años cincuenta para situar la acción porque la televisión aún no había llegado a las casas y los niños solían jugar mucho tiempo al aire libre, dando rienda suelta a su imaginación.
Otra constante del director son las escenas de vuelo. En casi todas sus películas las hay y todas ellas generan, además del vértigo propio de las alturas, una sensación de libertad infinita. En estos vuelos sobre naves-libélulas, escobas voladoras, aviones, dirigibles, monoplanos, dragones o animales alados en el que el espectador viaja junto a los protagonistas, se llega a comprender hasta qué punto las posibilidades que ofrece la animación son ilimitadas y de qué modo la falta de imaginación del promedio de los animadores las ha acotado hasta el día de hoy. La escena de las niñas viajando junto a los totoros sobre el bosque es una de las más bellas que nos ha regalado Miyazaki. Las hermosísimas partituras de Jo Hisaishi juegan siempre a favor de las atmósferas y merecerían todo un artículo aparte.
El poder de la naturaleza. Sin lugar a dudas hay una gran nostalgia por los espacios verdes. Miyazaki ha sido testigo de una creciente y dolorosa industrialización del Japón, en la que paulatinamente fueron desapareciendo los extensos campos de su infancia. Como Kurosawa, Herzog, Terence Malick o Lisandro Alonso, Miyazaki tiene un talento especial para darle a la naturaleza un papel primordial, abrumador, como si se tratase de un personaje más.
Se ha hablado de Miyazaki como de un director ecologista, y esto suele ser un error típico de la mirada occidental. En todo caso debería afirmarse que su visión es panteísta, es decir, que considera a lo natural como elemento de culto y preconiza la comunión armónica entre el hombre y su medio ambiente. Estos principios, también presentes en la filosofía china del tao son otra de las constantes en Miyazaki. También hay en sus películas un importante parentesco con el shintoismo y la creencia en poderes sobrenaturales provenientes de la naturaleza. Así, la deificación de “mononokes” o espíritus del bosque es típica de los rituales shintoístas.
La historia de Mi vecino Totoro es entonces una vuelta a la infancia de Miyazaki, ese mundo inocente, incontaminado, rebosante de imaginación y en que el hombre y la naturaleza aún conviven en armonía. Es probable que Kanta, el vecino de las protagonistas, no sea otro que el mismo Miyazaki, un niño tímido que dibuja caricaturas en los márgenes de sus cuadernos, juega con aviones de juguete y se enamora de Satzuki, la mayor de las hermanas.
En el sitio web de fans de Miyazaki Nausicaa.net se explica que no hay posibilidades de que el director filme una continuación de Mi vecino Totoro. Él mismo ha comentado que Mei y Satzuki no vuelven a ver a Totoro nunca más, porque si hubiesen seguido visitando ese mundo no hubieran podido regresar a la vida mundana. Durante los créditos finales, se ven cuadros fijos que dan cuenta de lo que fue sucediéndoles a los personajes luego de terminada la historia, y en ninguno de ellos se muestra a las niñas interactuando con los totoros.
Visto que a Miyazaki no le van las secuelas, crucemos los dedos porque al menos nos siga regalando universos nuevos donde sumergirnos por muchísimos años más. Y por supuesto, que siga gozando de buena salud.
[1] Evidentemente estoy hablando de filmografías de tres o más películas. Son varios los directores que han dirigido apenas una o dos obras y que sus filmografías son también intachables.
[2] Sin embargo, tampoco debe descartarse la posibilidad de que la familia esté huyendo de alguna situación insalubre. La reacción refleja de Satzuki de ocultarse cuando cree ver a un policía puede sugerir algún tipo de fricción con las autoridades.
19 comentarios:
Yo también soy uno de los defensores de Kiki (Nicky en su versión española) aunque siempre me ha costado destacar cualquier película de Miyazaki sobre las demás, con la excepción de El Viaje de Chihiro, que vence en la comparación a cualquier otra película (sea o no de este cineasta).
Lo cierto es que a pesar de que existe una corriente generalizada en destacar el carácter sobresaliente de (casi toda) la obra de Miyazaki, todavía hay sectores de la crítica que la etiquetan y destierran al ámbito exclusivo de la animación, sin mencionar los enormes méritos artísticos y cinematográficos que el análisis de dichas obras encierra.
Recomiendo, especialmente, Susurros del Corazón (Mimi wo Sumaseba), del malogrado Yushifumi Kondo, sobre un libreto del propio Miyazaki: una cinta de gran belleza a la altura de las mejores cintas de la Ghibli.
Un saludo, camarada.
Susurros del corazón!!! claro que sí, una película absolutamente entrañable.
Yo tengo un particular culto además por The cat returns (Neko no ongaeshi) de Hiroyuki Morita, basada en una idea original de Miyazaki. Allí también están muchas de las constantes del director, y la banda sonora, bueno, es una delicia absoluta.
Por fortuna aún me queda alguna de los estudios Ghibli por ver...
No podría estar mas de acuerdo con usted, Totoro es una obra maestra y como dice "bango" a mi tambien me cuesta encontrar una pelicula "no-animada" que se le pueda comparar.
En esta pelicula como en ninguna otra de Miyasaki lo que es soprendente es la fluidez y naturalidad con la que trascurre la trama (una trama muy sencilla si uno trata de explicarla), parece que desde el comienzo la pelicula siempre tiene la calma necesaria para mostrar o contar cosas que en producciones animadas ( o no) occidentales nunca tienen tiempo de mostrar.
Hablo de como empieza la pelicula y vemos a Mei mirando un estanque con renacuajos, o vemos como el viento mueve las hoas de los arboles, o cosas por el estilo que son elementos comunes y que son el alma de le pelicula.
La musica por supuesto es grandiosa - sobre todo como esta utilizada.
Esta pelicula la he visto facilmente 100 veces pues durante unos años era la favorita de mi hija y nunca me resultó aburrida.
Ademas de los clasicos momentos de la pelicula como la llegada del gatobus o el primer encuentro de Mei con Totoro hay una escena sin dialogo que demuestra el estilo del tipo:
en un momento de la pelicula Mei y Satsuky salen de la escuela y comienza a llover, corren para protegerse de la lluvia hasta que llegan a un pequeño santuario y pidendo permiso se cobijan de la lluvia - no hay musica de fondo que subraye nada , solo el ruido de la lluvia.
Entonces aparece kanta caminando hacia su casa y cuando las ve sin decir nada les ofrece su paraguas, pero con cara de enfado.
Las niñas toman el paraguas y kanta sale corriendo sin decir una palabra empapandose y al final de la escena se ve que kanta se rie y está feliz.
...grandioso.
De todas las de Miyasaki esta es mi favorita tambien por su economia de recursos fantásticos.
Una nota curiosa es que por lo que me comentaron se estrenó en japón en un programa doble con la pelicula de Ghibli "La tumba de las luciernagas" (grave of fireflies),
una de las cosas mas tristes y depresivas que he visto en mi vida.
PD: Han visto la pelicula del hijo de Miyasaki como director.
Gedo Senki - Tales from Earthsea(2006),
Ya me puse el mulo a bajar la peli del hijo de Miyazaki.
Si me preguntas, la verdad no le tengo mucha fe. Por lo general los hijos de los grandes directores no llegan ni a la cintura de lo que fueron sus padres. Y la probabilística juega muy en contra de Goro Miyazaki, digamos que está condenado a que lo comparemos forzosamente con su padre... y por supuesto, tiene todas las de perder.
No he llegado a ver 100 veces Mi vecino Totoro, pero digamos que voy por las 30. Mi hija también lo exige.
Yo he visto la del hijo del Miyasaki pero queria comentarla con alguien, ya me dirá que le pareció.
En cuanto a lo de las 100 veces de Totoro, es mas un "a pesar de mi" que un "estoy orgulloso de".
De todas formas no me puedo quejar es preferible haber visto tantas veces a Totoro que fumarme "Barbie y las princesas bailarinas" que en la actual etapa "rosa" es la pelicula favorita de mi hija.
uyy acabo de leer su "incidente" de las luciernagas con su hija, me imagino que su mujer se lo queria comer crudo...
...
Por lo que voy leyendo es un aficionado al cine oriental, quizas ya lo sabe pero hay una muy buena web que publica los ultimos estrenos de cine oriental, anime y series asiaticas en V.O. (+ subtitulos)
www.asia-team.net
...
Otras recomendaciones, de anime :
- Mindgame
- Paprika (Satoshi Kon)
Tomo nota de las recs! De Satoshi Kon vi no hace mucho Tokyo Godfathers, que me gustó mucho, y desde entonces siempre he quedado con ganas de enganchar alguna más.
De Perfect blue, oí hablar muy bien. Voy a probar con alguna de esas.
Psé, Allzine es mi sitio de cabecera. De verdad no hay mejor lugar para encontrar enlaces de cine asiático de buena calidad.
Después de ver "El Castillo ambulante" mi admiración incondicional por Totoro se relativizó. Concluyo que Miyazaki se va superando y también madura.
No se me ocurrió nunca que la familia viniese huyendo de algo salvo de el exceso de población que es tan común en todo Japón y la polución correlativa. Tampoco pensé en una enfermedad grave o peligro de muerte de la madre de las niñas: Viendo los gráficos finales pensé que en el curso de un embarazo se habría puesto malita y por ello su estadía en el hospital. Toda esa dramatización y esos miedos los atribuí a los temores de las niñas. De hecho el director nos presenta situaciones -como la de la aparición de la sandalia - y nos deja a nosotros que "nos hagamos la película". Concuerdo con el panteísmo y la militancia ecológica y hasta ambientalista de Miyazaki: En el viaje de Chihiro la escena de los desperdicios después del baño del genio del río es harto elocuente.
A "la princesa Mononoke" no la tengo en cuenta más que como un primer experimento en nada comparable a las siguientes, aunque es allí donde se exponen más diafanamente las ideas del director.
El Ñato Martín
Nunca había pensado en la posibilidad del embarazo. Ahora que comentás eso del final con el bebé, veo que es una opción posible. Lo que sería curioso en ese caso es que las niñas no nombren jamás la llegada de un hermano, y mirá que si hay algo que enloquece y se vuelve una obsesión para las niñas es la idea de tener hermanos.
No concuerdo con lo que decís de "La princesa.." y la veo muy lejos de ser un experimento. Más bien Miyazaki está refinando los elementos que venía exponiendo antes, especialmente en Nausicaa... A mi Mononoke me parece una obra imponente, sin duda más "adulta" aunque quizá no tan emotiva. Me recuerda mucho al Kurosawa de después de los 70 en muchos sentidos.
Muchas gracias por dejar tu comentario.
Bueno, si hay celos de por medio de parte de las niñas - o incluso del padre - podría ser que justamente el tema se eludiera, se quitara de cualquier conversación. De hecho hay muchas metáforas en relación al nacimiento de nueva vida como cuando sueñan con que crecen las semillas mágicas del huerto.
Mononoke se vuelve bastante densa, el director no logra en ella la síntesis que en las siguientes. Claro que recuerda a Kurosawa...por lo -por momentos- aburrida.
El ñato martín
No debe ser casual que el ícono de Miyazaki sea Totoro. Me llama la atención que siendo tan detallista repita los rostros de los personajes como si para sus nuevos trabajos eligiera a los mismos actores. (El padre de Satzuki, el padre de Kiki. La Nani o abuela de Kanta : Bertha Satsuki/Ursula etc. etc.)
Me gustó visitar http:/www.ghibli-museum.jp/azur/ (está en japonés pero es muy entretenido)
Un saludo
Yoviatotorodiezmilveceschaval
Tanto la tesis de la tuberculosis como la del embarazo pueden ser válidas. Miyazaki no explicita nada así que supongo que el espectador puede creer lo que quiera.
Me parece que tanto Mononoke como las películas de Kurosawa de los 70, esas que te parecieron aburridas, no pegan mucho con las medidas de tiempo estándares del cine al que estamos acostumbrados nosotros, los occidentales. Las películas de Kurosawa fueron pensadas cuando ir al cine era un suceso, cuando se trataba de todo un evento semanal. Uno pagaba una entrada y esperaba que le rindiera, que la película no se acabara nunca. Ese criterio de antes, a nosotros, hiperconsumidores ansiosos, nos molesta un poco. Siempre me pareció que hoy, este tipo de películas hay que verlas haciendo una pausa de 10-20 minutos en el medio, estirar las piernas, tomarse un café quizá, para disfrutarlas en todo su esplendor.
Yo tengo una gran deuda con Visconti, porque rara vez dispongo de una tarde entera para poder ver alguna de sus interminables (aunque brillantes) películas. Deberías darle más oportunidades al gran Kurosawa. Barbarroja es de lo más grande que he visto jamás, por ejemplo.
Hola,
yo todavía no he tenido la suerte de ver esta película, pero si he visto buena parte de la obra de Miyazaki y concuerdo contigo que no tiene films malos, ni siquiera regulares.
Gracias por el comentario hecho en mi blog..agregue un link a tu sitio.
Saludos.
Hola:
Llego con agrado a tu blog. El anime me fascina. Y sin lugar a dudas todos en los que el nombre de Miyazaki se deja ver.
Yo también hace algunos días he visto El castillo ambulante, y confieso que a pesar de mis 20 años, estuve a punto de llorar dos veces. Y ojo que yo no soy nada romántico. Tengo el corazón duro. Pero lo que la vida real no me da, el ARTE me lo procura. Me vuelvo terrible y despreciablemente sentimental.
Cada vez que veo una película de Miyazaki dejo mis problemas para respirar un poco. Todas éstas te dan una paz interior.
Saludos, Jesús Jara.
Si pueden visiten mi blog: http://espaciochico.blogspot.com/
Encontrarán algunas reseñas de películas, libros; entre otras particularidades. (Estoy a punto de crear un espacio para los animes)
Hola:
Llego con agrado a tu blog. El anime me fascina. Y sin lugar a dudas todos en los que el nombre de Miyazaki se deja ver.
Yo también hace algunos días he visto El castillo ambulante, y confieso que a pesar de mis 20 años, estuve a punto de llorar dos veces. Y ojo que yo no soy nada romántico. Tengo el corazón duro. Pero lo que la vida real no me da, el ARTE me lo procura. Me vuelvo terrible y despreciablemente sentimental.
Cada vez que veo una película de Miyazaki dejo mis problemas para respirar un poco. Todas éstas te dan una paz interior.
Saludos, Jesús Jara.
Si pueden visiten mi blog: http://espaciochico.blogspot.com/
Encontrarán algunas reseñas de películas, libros; entre otras particularidades. (Estoy a punto de crear un espacio para los animes)
Gracias Jesús por tu comment, ya me estaré tirando por tu blog. De lo que decís de ponerse sentimental, yo prácticamente lloro solamente en el cine. Es mi sitio de descarga, supongo.
Vaya análisis del cine de Miyazaki que se ha marcado usted a raíz de uno de sus films: tremenda reseña y magnífico viaje por los entresijos del cine de este hombre, en serio, me has dejado impresionado; y tus lectores veo que han colaborado lo suyo para enriquecer esta entrada. Te felicito.
Miyazaki es de mis directores favoritos. Como indicas, no tiene película mala o floja, y aunque tengamos nuestras favoritas, las que consideremos más débiles serán siempre por comparación dentro de la propia filmografía del director. Esta que reseñas es de mis favoritas, junto a Porco Rosso y …Chihiro. Siempre es una gozada conversar con gente admiradora de este director. Para ser cine “marginal” de animación, como muchos lo consideran, no tomándolo en serio o relegándolo a lo puramente anecdótico, el cine de este hombre es de los que más interesantes discusiones proporciona.
Me uno a los que consideráis Susurro del Corazón como un film a reivindicar, así como la obra de Satoshi Kon: mi favorita es Millenium Actress; de mis 3 animes favoritos.
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