-La pesadilla de Darwin de Hubert Sauper (Austria, Bélgica, Francia, Canadá, Finlandia, Suecia).
Una espantosa genialidad. Si existe una película que plasma con claridad las más grandes miserias de este mundo, esa es La pesadilla de Darwin. Una multinacional que arrasa con todo lo que puede tener de productivo el Lago Victoria, pobreza y prostitución extremas, evangelistas anti-condón, sida masificado, aeropuertos destrozados, tráfico de armas, explotación salvaje, gobiernos que no se sabe muy bien para qué están y un celador que mata a todo el que se le acerca. Difícil olvidarse de “la perca del Nilo” luego de ver este documental.
-Eastern promises de David Cronenberg (Inglaterra, Canadá, Estados Unidos).
Desde que Cronenberg se junta con Viggo Mortensen, las cosas salen de maravilla. Media docena de personajes que dan un miedo bárbaro, la Naomi Watts que anda desquiciada metiéndose adentro de cualquier antro y Cronenberg que no nos ahorra sus estallidos gore ni su violencia extrema. Y las vueltas de tuerca no se las espera nadie.
-Tropa de elite de José Padilha (Brasil).
Por la voz en off y el descenso al submundo de las favelas se parece bastante a Ciudad de Dios. Se trata de un acercamiento crudo y realista al BOPE (Batallón de Operación Policial Especial) de Río de Janeiro, aquellos escuadrones que entran periódicamente a las favelas para matar a cuanto negro se les cruce. A pesar de la dimensión humana que se le da a los soldados, la aproximación acaba por distanciarnos aún más de ellos. El director no deja que quepan dudas sobre el devastador efecto que ejercen estos individuos sobre el tejido social.
-Sicko de Michael Moore (Estados Unidos).
Moore es un demagogo y un manipulador, y algunos de los recursos que usa me parecen bastante deshonestos. Pero igual, qué buenas que están sus películas. Si en todos los países hubiese un Michael Moore filmando, el mundo de seguro sería un lugar mucho mejor.
-Jesus camp de Heidi Ewing y Rachel Grady (Estados Unidos).
Las directoras infiltran sus cámaras para documentar la temible avanzada evangelista por Estados Unidos. A los niños los adoctrinan para amar a Jesús, para odiar a Harry Potter, para llorar por los fetos muertos y, por supuesto, para votar a los republicanos. Son un ejército de 80 millones y van en aumento. El documental me mantuvo entre la náusea y las convulsiones durante hora y media, lo que quiere decir que es muy bueno.
-Borrachera de poder (L’ivresse de pouvoir) de Claude Chabrol (Alemania, Francia).
¡Qué grande Chabrol! Desde L’enfer no me gustaba tanto una de sus películas. Acá la inmensa Isabelle Huppert es una jueza de instrucción que se dedica a encarcelar a los cabecillas de un entramado político-empresarial, corrupto hasta la médula. Hay películas que emocionan, otras que molestan, otras que entretienen y otras que transportan nuestros pensamientos a lugares inexplorados. Para mí esta fue de esas últimas. Lo único que no está muy bien es la imagen caricaturesca de alguno de los empresarios, pero la película en general sí que vale la pena.
-Ficción de Cesc Gay (España).
El sutil surgimiento del amor en el encuentro fortuito de dos adultos casados. ¿Será que Cesc Gay se está Rohmerizando? Sea como sea, mientras siga haciendo este tipo de películas eso es algo digno de festejos. Una película construida con silencios, gestos y verdades no dichas más que por el puro diálogo. De seguro, la más emotiva de esta selección.
-A scanner darkly de Richard Linklater (Estados Unidos).
Una de las mejores adaptaciones de una novela de Phillip K. Dick que he visto en el cine, aunque es cierto que hasta hoy no hubo muchas aceptables. Como es frecuente en Dick, cada nueva vuelta de tuerca abre complejidades y nuevas interpretaciones posibles. Y tengo la impresión de que la fracturada mente de un adicto nunca estuvo tan bien expuesta.
-Bee movie de Steve Hickner y Simon J. Smith (Estados Unidos).
Seinfeld se manda un guión multitemático y con más giros que una puta noria, pero la película en su conjunto es inteligente y muy divertida. En los medios la destrataron bastante y por lo general no gustó demasiado, pero yo insisto en que vale la pena acercarse.
-Noche y niebla de Alain Resnais – 1955 (Francia).
Y acá un clásico, para desvirtuar un poco. Coeurs y esta peli me han servido para borrar mis prejuicios respecto a Resnais. Con justicia, uno de los mejores documentales de todos los tiempos. Cuando las imágenes no son lo suficientemente espantosas, la voz en off relata sucesos escalofriantes que equilibran la opresión permanente. De esas películas que llevan a valorar un poco más la vida y un poco menos a la humanidad.