viernes, 28 de agosto de 2009

G.I. Joe, el origen de Cobra (GI Joe: Rise of Cobra, Stephen Sommers, 2009)

Uf, que bazofia


No da ni para enojarse. El que avisa no traiciona y esta película nunca se presentó como algo más que el tanque descerebrado que es. El público que no es muy afín a la lógica de acción permanente más explosiones cada cinco minutos más comandos militares arrojados a una audaz misión por salvar al mundo, ya se habría distanciado inmediatamente al ver los avisos promocionales, posters o sinopsis. Tampoco se podía esperar algo bueno de Stephen Sommers (La momia, La momia 2, Van Helsing) un director cuya pasión por los efectos especiales parece ser directamente proporcional a su incapacidad de crear personajes o entramados atractivos.
Pero sí podía aspirarse a que en los llanos estereotipos que pueblan esta película existiera algún elemento que sirviese como vehículo de identificación, que los malos intimidaran, que alguno de los buenos tuviera un poco de carisma, que el dinamismo general proveyese tensión, incomodidad o sorpresa. Es algo que no ocurre, y ni siquiera hay una línea de diálogo aguda, medianamente graciosa o que trascienda a los lugares comunes más repetidos. A la manera de Lost, se introdujeron varios flashbacks en los que se habla del pasado de alguno de los personajes, pero es algo que apenas sirve para establecer alguna conexión entre buenos y malos, para demostrar que los antagonistas ya se conocían de antes; no agregan densidad a los perfiles ni aportan información relevante. Por fortuna el montaje utilizado por Sommers no es tan fragmentado como podría ser por ejemplo el de Michael Bay, y los elementos involucrados en los tramos de mayor dinamismo se diferencian bien, lográndose alguna escena de acción decente. Un fragmento de unos cinco minutos de destrucción constante a través de las calles de París es quizá lo único que podría rescatarse de esta película.
Se apela permanentemente a la fascinación que puede provocar la introducción de tecnologías orientadas a mecanismos de espionaje y destrucción, y su aplicación contra los terroristas malos, que están perfectamente equipados y han desarrollado un armamento paralelo con similar eficacia. El comando de agentes buenos se muestra como un organismo que desarrolla e integra a la perfección inteligencia, fuerza física y tecnología, y que logra aplicar esos recursos para triunfar sobre el mal a duras penas, por cuestión de milímetros o nanosegundos. Tan pero tan eficaz es el comando, que logra detectar el plan de los malos, elaborar estrategias de acción y desplegarlas con precisión en un abrir y cerrar de ojos; una constante que se repite en muchísimas superproducciones mainstream actuales (Transformers, El reino, incluso la saga Bourne) que muestran en un desempeño ejemplar, fluido y perfectamente coordinado a subdivisiones de la CIA, el FBI o las fuerzas armadas de los Estados Unidos.
Pueden leerse en internet cientos de elogios que se centran en la calidad de los efectos especiales, lo que indica que la película podría funcionar si se pensara como mero fuego de artificio. Una obra diseñada para encandilar en el momento que se ve, pero que se olvida en el preciso instante en que uno atraviesa la puerta de salida de la sala de cine.



Publicado en Brecha el 28/8/2009

jueves, 20 de agosto de 2009

¿Qué pasó ayer? (The hangover, Todd Phillips, 2009)

Después de la debacle


La premisa básica de ¿Qué pasó anoche? es irresistible. Un trío de amigos, luego de una despedida de soltero en Las Vegas, despierta descubriendo una cantidad de situaciones inexplicables, y ninguno de ellos recuerda nada de lo sucedido la noche anterior. Uno tiene un diente de menos, en la habitación de hotel en que se alojan encuentran una gallina, un sillón prendido fuego, también hay un bebé, un tigre en el baño y uno de los integrantes del grupo ha desaparecido. Luego salen a luz otros elementos, reflejo de un radical descontrol: uno de ellos se casó con una stripper, son reconocidos por nuevas y desconocidas amistades –también por unos cuantos enemigos acérrimos- y tienen en su poder, en lugar de su auto, una patrulla de policía.
Lo que en otras películas suele ser abordado como clímax o como sustento elemental (en Fear and loathing in Las vegas, por ejemplo) aquí se encuentra sabiamente soslayado. Como en Reservoir dogs, las circunstancias que desencadenan la trama, la más desaforada acción no se muestra nunca, y se ofrece un recorrido de reconstrucción por el cual el espectador logrará hacerse de una idea parcial –nunca total, y eso es un acierto notable- de lo que sucedió anteriormente.
Y por fortuna no se trata de un catálogo de excesos, un desparpajo donde la irreverencia más alevosa e infantil se impone. Por el contrario, se evita la estupidez escatológica presente en buena parte de las comedias norteamericanas actuales, y la gran elipsis permite inducir el desacato y que el espectador lo nutra con su propia subjetividad, en lugar de presenciarlo directamente. Tampoco se trata solamente de una sumatoria de sketches, los elementos de tensión están bien introducidos –las distintas amenazas que se ciernen sobre los protagonistas, el tiempo que los limita- y las sorpresas aparecen dosificadas y agregan empuje a la narración.
El formidable guión reúne varios de los elementos más atractivos de distintos géneros: del thriller, la trama detectivesca por la cual se van hilvanando respuestas a partir de pistas e indicios desperdigados; de la road movie el viaje como liberación y como crecimiento emocional y subjetivo; de las buddy movies, la irreverencia y la catarsis fundada en la ruptura de reglas de buena conducta. Llaman particularmente la atención los más bien desconocidos actores principales –en especial los brillantes Zack Galifianakis y Ed Helms en su interpretación de individuos limitados, simpáticos y medio psicópatas- y por supuesto el director Todd Phillips, del que aquí se conocieron Road trip y su más bien intrascendente Starsky y Hutch. ¿Qué pasó anoche? es una obra luminosa, enérgica a más no poder; la mejor comedia que este cronista ha visto en años. Es verdad que cerca del final tiene algún lugar común que se ve venir y podría haberse evitado, pero es apenas una fisura intrascendente, que no podría opacar una película tan divertida.

Publicado en Brecha el 21/8/2009

sábado, 15 de agosto de 2009

La piedra mágica (Shorts, Robert Rodríguez, 2009)

Quentin volvé


Robert Rodríguez es un director que despierta sospechas. Su carrera no podría ser más irregular: recorriendo siempre los géneros de matinée, (western, terror, policial negro, infantil) ha concebido marcados e inverosímiles altibajos. Es poco comprensible que el mismo creador de joyas adictivas como Del crepúsculo al amanecer o Sin city haya estado también al frente de emprendimientos imposibles como Erase una vez en México o Las aventuras del niño tiburón y la niña de fuego. Y lo más llamativo del asunto es que existe una figura muy cercana a Rodríguez cuya ligazón con el proyecto determina si la película acaba siendo buena o muy mala: Quentin Tarantino. Cabe sospechar -y la teoría se confirma con cada nueva película- que las “sugerencias” de Tarantino a la hora de escribir un guión, de colocar la cámara en tal o cual sitio, de dirigir actores y de montar el material resultante, son condicionantes para que Rodríguez entregue una obra digna de ser vista.
Y cabe suponer que Tarantino estuvo demasiado ocupado dirigiendo y promocionando su Inglorious basterds ultimamente como para darle una mano a su amigo Rodríguez, ya que La piedra mágica es de las peores películas que ha realizado el director mexicano hasta el momento -lo que es lo mismo que decir que probablemente sea una de las peores películas del año-.
Cualquiera puede pensar que un filme que reúne enormes cocodrilos ambulantes, un monstruo compuesto de moco, alienígenas en miniatura, una niña que se convierte en avispa, una bebé que adquiere una inteligencia sobrenatural y un armatoste metálico que pretende dominar el mundo, no podría ser aburrida. Pero Rodríguez logró lo imposible. Olvida en primer lugar que para que una película de género funcione debe asegurarse una coherencia interna que permita especular e interactuar con ese “mundo” alternativo, que la ficción más libérrima y fantasiosa requiere reglas intrínsecas para sustentarse. En segundo lugar, y quizá más importante aún, que la identificación con un personaje suele forjarse en función a su inteligencia, u otra característica humana que lo distancie de un llano estereotipo. Los dos problemas juntos derivan en la existencia, en el guión, de una enorme cantidad de cráteres de difícil explicación; no se entiende bien por qué los usuarios de la piedra de los deseos no le piden directamente que se acaben los problemas, que los malos desaparezcan o que se transformen en ladrillos –por decir algo-. La piedra mágica es arrebatada de las manos de los diversos personajes con una facilidad inconcebible en este mundo y cualquier otro, y cabe preguntarse si no se habrán untado todos las manos con manteca, en alguna escena perdida. En el desenlace se cae en ese facilismo complaciente por el cual los malos deciden que es mejor dejar de ser malos y convertirse en buenos, sin mediar explicación alguna.
Rodríguez utiliza otra vez una estructura narrativa episódica desordenada (ya la había usado en Sin city), y de verdad cabe preguntarse para qué, ya que obstaculiza el ritmo y la fluidez. Y quizá la misma historia hubiese quedado mejor si la hubiera expuesto linealmente, sin necesidad de darle tantas vueltas.

Publicado en Brecha 16/8/2009

miércoles, 12 de agosto de 2009

Las mejores películas XXX

Debido a la insistencia del público, acá va la esperada selección de películas XXX. No soy experto en la materia, y por eso van sólo las que estuve viendo recientemente.

Spankman 2 (Turquía)
El enmascarado ídolo de los niños sigue convirtiéndose al bajar el sol. Véanlo en la filmación amateur de una de sus noches más calentorras.


2 girls 2 cups (Brasil)
El éxito internetístico ya tiene su secuela!!! Y nuestras osadas protagonistas se deleitan intercambiando nuevos fluidos biliares. Ideal para ver con los abuelos.

Bajo el abeto te la meto (EEUU)
Esta arranca mas o menos, con mucha mariconada romántica, pero al rato ya empiezan a surgir los pepinos, las berenjenas, toda una huerta orgánica. Lo bueno se hace esperar.

Petiso pero me la piso (Tucumán)
Ricky Maravilla demuestra lo que es capaz de hacer con un botellón de viagra y un par de talentosos travestis lencerados. Ahora sabremos lo que tiene el petiso.

Orgía en la granja (Serbia)
Divertido festejo donde traviesos animales de corral son aleccionados por sus dueños. Hay un cameo antológico de Emir Kusturica. Y el caballo tiene un desempeño fenomenal.

Mamadas asesinas (Suecia)
Las simpáticas protagonistas no dudan en masticar cuanto filamento grosso se les aparece. Un estimulante cruce de géneros.

Doble garrote 3: cascada blanca (Indonesia)
El superdotado John Doplumbergum hace uso indiscriminado de su doble penetración. Provista de momentos de auténtica emoción, un clásico instantáneo.