Donde las ideas convergen
Del 17 al 26 de julio tiene lugar uno de los eventos cinematográficos del año: el encuentro nacional de televisoras latinoamericanas DocMontevideo. Entre sus diversas propuestas y opciones -que van desde las foros y los talleres, de los pitchings a las entregas de premios-, se destaca la "Semana del documental" (a partir del sábado 20), una selección de cine de calidad, que suma la posibilidad de charlar con sus creadores.
Cuando a cualquier persona relacionada con el fenómeno se le pregunta por las razones del auge del cine documental, la primera respuesta es sistemática: el abaratamiento de los costos. La imposición del digital, la practicidad en el uso de las cámaras y la posibilidad de filmar durante horas sin que ello suponga un costo importante revolucionaron el formato. Cuando se filmaba en 16 mm, -con rollos de 10 minutos a un costo de doscientos 200 dólares cada uno- era prácticamente imposible abocarse a un documental sin un importante respaldo financiero.
El documental es el terreno elegido usualmente por los cineastas debutantes, ya que por lo general se requiere de un equipo técnico reducido -algunos documentales relativamente exitosos incluso han llegado a filmarse por una sóla persona- y un costo económico que suele ser cinco veces más pequeño -o menor aún- que el de una ficción modesta. Para filmar un documental rara vez hay que pagar por locaciones, maquillaje y vestuario, sueldos de actores, etc, y hoy puede hacerse un largometraje de este tipo con tan solo una buena cámara y una computadora para editar el material.
Contar con un crew pequeño es una ventaja en muchos sentidos: los tiempos de filmación son más flexibles (aquí no suele ser necesiaria una "continuidad" temporal de los detalles, de las ropas, de los expresiones y los gestos de los personajes entre las distintas escenas) y uno puede adaptar su esquema de rodaje con otras actividades laborales que ayuden a ganarse la vida. Luis González Zaffaroni, director ejecutivo de DocMontevideo, agrega que "el transcurso del tiempo, ese tiempo que uno pasa en contacto con los personajes o trabajando con una historia o un tema, es un valor que luego va a tener la película."
La practicidad no sólo cambió el formato, sino con él al cine todo. Los límites entre ficción y documental son cada vez más difusos, y los festivales de cine son hoy inundados por películas muy difíciles de encasillar en un formato o en otro. Los documentales son en muchoso casos filmados, planificados y orquestados como una ficción -El Bella Vista es un ejemplo cercano- y las ficciones suelen tener un registro muy cercano al documental -los hermanos Dardenne, Abdel Kechiche, y los rumanos (con Christian Mungiu a la cabeza) confunden al espectador con sus cuadros hiperrealistas, sus no-actores y sus cámaras temblorosas-. El resultado es que la audiencia ha adaptado su visión a esta realidad y los cineastas de ficción cada vez deben de esforzarse más si es que quieren obtener una ilusión de verosimilitud, así como los documentalistas deben de cuidarse de que sus propios personajes no "sobreactúen" en su desempeño frente a cámaras. En uno u otro sentido, el agudizado ojo del espectador se ha vuelto implacable.
Hay muchas formas de rotular las diferentes formas de abordaje documental, pero últimamente se ha puesto cierto énfasis en la existencia del llamado "documental de creación" diferenciable del documental clásico, convencional y de investigación. Según González Zaffaroni el documental de creación sería "la obra de alguien que arriesga una mirada sobre el mundo, una interpretación subjetiva de la realidad en donde el lenguaje es un elemento para complejizar esa mirada y nutrirla de diferentes capas de interpretación. La diferencia es el motor, uno no busca plantear una tesis sobre algo. Marcás una diferenciación muy grande si estás planteando el documental como un "tema" (los documentales convencionales) o como una "historia" (los de creación)." Un documental centrado en un tema sería el típico filmado para la televisión (por ejemplo "La propaganda durante el III Reich") y uno centrado en una historia podría ser una aproximación familiar (Buscando a los Friedman de Andrew Jarecki o Cuchillo de palo de Renate Costa).
Sinergia. Cuando los documentales tienen cierta ambición, cuando se despegan de la cotidianidad más inmediata a los creadores y requieren de una planificación y un equipo mínimo, necesitan obtener una financiación, así como canales de distribución y difusión. Aquí es que juega un papel determinante el emprendimiento de DocMontevideo. Se trata de un espacio para la sinergia, para el encuentro de televisoras -una de las fundamentales vías de difusión para los documentales- productores y cineastas, una de esas instancias de aprendizaje y diálogo que fomentan la creación, el impulso a las iniciativas cinematográficas. El espectador suele ver los resultados, muchas veces sin tener en cuenta que este tipo de espacios son esenciales para que los documentales tomen forma; detrás de toda película concebida existen importantes encuentros y reuniones de negocios.
Hoy ya en su quinta edición, la iniciativa ha sido meritoria en muchos aspectos, pero conviene destacar una notable organización. En un país en que los eventos culturales están signados por los desperfectos, por los cambios de horarios, por los imprevistos, DocMontevideo ha sabido sortearlos con proyecciones, talleres y pitchings -exposición de proyectos documentales- que empiezan en hora, en espacios que facilitan el intercambio fluido y las tecnologías necesarias para un desempeño óptimo. En este sentido, el apoyo y la coordinación con la IMM, ANTEL y el Centro Cultural de España, -quienes aportan las locaciones- ha sido ejemplar.
Educar la mirada. González Zaffaroni cuenta en parte las razones por las que creyó conveniente un evento de este tenor en Uruguay: "Estuve en varios mercados -en Sao Pablo, por ejemplo- y veía que había varias teles de América Latina ahí presentes, como un poco perdidas, pero dispuestas al diálogo. Capaz que no tenían muchos instrumentos para relacionarse contigo pero estaban ahí. Eso fue como una señal para hacer DocMontevideo y abrir instancias de encuentro. De todos modos a nosotros nos resultan tan importantes las presentaciones de proyectos como las instancias de formación y de entrenamiento previo. Todo tiene que estar acompañado de formación: desde la construcción de público, ver películas, analizar, entender el sentido de por qué se hacen los documentales. Muchas veces a las teles con las que trabajamos todavía les es difícil involucrarse con proyectos en etapa de desarrollo y sobre todo en procesos que son largos. La idea es cambiar la concepción y adaptarlas a este cambio." Los canales de América Latina que participan son cada vez más, y la reciente incorporación de Al-Jazeera -cadena de televisión que llega a más de 250 millones de espectadores- significó un espaldarazo muy poderoso para el evento. Los responsables de Al-Jazeera, luego de recorrer festivales de América Latina, eligieron a DocMontevideo como plataforma para hacer un llamado para la creación de una serie de documentales, de inmensa proyección internacional.
De todos modos, el rol de DocMontevideo es acotado y González Zaffaroni opina que para que exista en el país más constancia en la creación documental tendrían que desarrollarse mejor otras vías: "Nosotros quemamos las baterías en diez días, pero esta instancia de formación necesita una continuidad, algo que deben dar las escuelas de cine, tiene que haber un colectivo que genere un dinamismo, que retroalimente lo que un cineasta hace con otro, para inspirarse o tener un listón más alto, para ir más allá. Y esto también tiene que ir acompañado de políticas culturales, incentivos para la producción y la financiación". Consultado sobre el rol de TNU en esta formación y en la difusión de documentales, opina que "Virginia Martínez, que a su vez es documentalista, abrió una franja muy importante ya que empezó a difundir contenidos, creando a su vez una demanda. Es un proceso de maduración institucional que está sucediendo a la par en varios países, aunque aún es incipiente y joven."
Las películas. El espacio de "La semana del documental" es una de las instancias de proyección documental más sólidas de nuestro país. La muestra, de tan sólo cinco largometrajes en cada edición, asegura la calidad y da a conocer a varios de los autores más talentosos de la actualidad. La entrada es libre y las proyecciones vienen seguidas de una charla con los creadores, y normalmente son seleccionadas una película uruguaya, dos latinoamericanas y dos del resto del mundo.
Se recuerda a Nicolas Prividera por la notable M, una pesquisa documental por la que el joven director intentaba reconstruir la memoria de su madre desaparecida, recolectando relatos de allegados y compañeros de militancia. Testimonios inexactos, confusos y contradictorios frustraban al cineasta, y éste no escondía su indignación porque las piezas del puzle no cerraran y la imagen de su madre quedara perpetuamente difusa. Tierra de los padres, es la polémica película seleccionada y una propuesta muy interesante. Como decíamos anteriormente, a veces es difícil establecer las fronteras entre documental y ficción, y en este caso todas las escenas son orquestadas y planificadas, bordeando lo experimental o lo directamente ensayístico. La premisa consiste en colocar en el Cementerio de la Recoleta a varias personalidades de la cultura argentina -cineastas, dramaturgos, escritores- leyendo citas de muchos de los héroes nacionales allí enterrados. El resultado es impactante. Dichos de Sarmiento, de Rosas, de Roca, hablan de una vocación genocida; panegíricos de la masacre y la tortura, sin ocultamiento de un odio visceral hacia los gauchos y hacia los indios. El recorrido histórico es elocuente sobre una Argentina que fue un matadero perpetuo, un continuum de exterminio cuya última expresión fue la dictadura del 76. Desde el corazón de Buenos Aires son erigidos mármoles a oligarcas nefastos y execrables -una película similar podría filmarse sin dificultades en nuestro Cementerio Central- de quienes los políticos de hoy no se atreverían a desentenderse. Por mucho que nos pese, nuestra patria fue construida con tormentos inenarrables.
La crítica argentina Sofía Castaño señala en la Revista mexicana Replicante algunas elecciones estéticas no muy acertadas, como la cámara estática, las voces apagadas y monótonas: "todo está en su sitio, todo está quieto, porque quienes hablan aquí son los muertos. Las personas que leen los libros no comulgan con los dichos racistas, retrógrados, violentos y clasistas a los que dan voz. Para remarcar más esta idea de “la palabra de los muertos” los actores se desvanecen en el aire, justamente como fantasmas. Más allá de las estimables intenciones del cineasta, es la construcción de la imagen de Tierra de los padres lo que nos hace suponer que esta ideología permanece en su tumba. Pero, como habitante de la ciudad de Buenos Aires, puedo decirles que en realidad está viva". Involuntariamente quizá, Prividera plantea como superada una temática candente, un peligro latente en la idiosincrasia argentina que es nada menos que el fascismo profundo, vivencial y cotidiano. De todos modos, se trata de una obra original que llama a la polémica metiendo el dedo en asuntos no resueltos y en llagas especialmente sensibles.
Drill baby drill, del norteamericano de raíces polacas Lech Kowalski es uno de tantos documentales que se hacen actualmente denunciando la intrusión de multinacionales que son instaladas cerca de pueblos y comunidades rurales, contaminando sus recursos naturales y arruinando su calidad de vida. Así fue Vienen por el oro vienen por todo, (sobre la megaminería en el pueblo de Esquel), La pesadilla de Darwin de Hubert Sauper, (que relata la horrenda experiencia de la pesca de la perca en Tanzania), o Historia de dos orillas de Cristian Jure, (sobre las papeleras Ence y Botnia). En este caso se trata de la multinacional petrolera Chevron, que busca instalar un pozo de gas de esquisto en las inmediaciones de una pequeña aldea al este de Polonia, cerca del límite con Ucrania. La comunidad logra darse cuenta a tiempo y se moviliza para impedir la invasión. Paralelamente, el abordaje se centra en los estragos causados por Chevron en Pensilvania, Estados Unidos, donde ya es demasiado tarde para revertir los daños sobre las tierras y la contaminación del agua, el envenenamiento de animales y de la población misma. Un documental que indigna y especialmente cuando se dan a conocer datos específicos que hablan de la enorme desigualdad de fuerzas, como la existencia de leyes en Estados Unidos que prohiben que los médicos les digan a sus pacientes que fueron intoxicados como consecuencia de las plantaciones de gas de esquisto. La mirada comprometida, el arduo trabajo de investigación y de seguimiento a la lucha organizada contra un Goliat aparentemente invencible hacen que el planteo se vuelva cautivante.
Elena, de la joven cineasta brasileña Pietra Costa (29 años) ejemplificaría notablemente el "documental de creación" nombrado anteriormente, ya que la directora se centra en su propia y fatídica historia familiar y especialmente en la de su hermana, Elena, una adolescente que le marcó la vida en todo sentido y en la cual se refleja constantemente. Elena, obsesiva compulsiva, quiso cumplir el sueño frustrado de su madre de ser actriz de cine, fracasando en el intento. Finalmente Pietra registra su seguimiento a los pasos de su hermana, desestimando los consejos de su madre de no ser actriz y de nunca pisar Nueva York. Esta sentida película es una búsqueda, una vía para purgar y catalizar una pena profunda y una carga con la que lidiar. Es también de esos abordajes familiares en los que se hecha mano a material filmado hace muchos años. Como en Buscando a los Friedman, se corre con la fortuna de que la familia contaba con cámaras en un momento en que su uso aún no era generalizado, y Petra tuvo la suerte de dar con 50 horas de rollos familiares.
El registro intimista bordea lo poético y lo existencial, se juega con imágenes experimentales y oníricas que vienen a cuento, logrando una composición envolvente y sin nunca dejar de lado la historia central.
Pero seguramente la mejor de las películas seleccionadas es el mockumentary (o falso documental) Un tigre de papel del veterano cineasta colombiano Luis Ospina, un recorrido por la historia social y política de Colombia de 1934 hasta 1981, centrada en la vida y obra de un tal Pedro Manrique Figueroa, supuesto artista y poeta precursor del collage y el gulash en Colombia. Con una mirada irónica y crítica pero siempre humana y empática, el documental refiere a la militancia política en períodos de efervescencia social, a las vivencias de las diferentes generaciones de luchadores políticos de la izquierda revolucionaria, y cómo sus ideologías comulgaban con la creación artística.
La historia empieza justo en el mismo momento en que Mao organiza la Gran Marcha de liberación de China del antiguo orden, un primer período en que el Partido Comunista Ruso "sugiere" a sus escritores seguir los principios de "fidelidad y representación artística" de la realidad socialista. Así, cada período está remarcado por los eventos históricos que determinaron las ideologías predominantes, así como sus expresiones militantes y artísticas. Este devenir tiene su momento de crisis en el episodio final, "Los años negros" (entre 1974 y 1981) signados por la prohibición del Partido Comunista a toda expresión artítica que no fuera fundamentada con criterios "sensatos".
En la película son "entrevistadas" varias personalidades reales, protagonistas de este devenir histórico que, en parte, hablan de este tal Manrique como si lo hubieran conocido, cuando en realidad parecieran hablar de sí mismos. Un tigre de papel es una película inteligentísima, no excenta de costados humorísticos.
Ya se ha escrito aquí acerca del notable documental uruguayo Todavía el amor de Guzmán García, concebido en base a entrevistas a ancianos que tienen un aspecto en común: el salir a bailar tango a boliches de Montevideo. La película explora las diversas, caprichosas y llamativas formas y dimensiones en que el amor continúa presente en esta última etapa de la vida, con testimonios sentidos y un encanto particular.
Publicado en Brecha el 19/7/2013