martes, 29 de abril de 2008

Indignado (again)


Qué mal que deben ir las cosas si una diferencia de apenas once años entre un hombre y una mujer, siendo la mujer mayor, supone el “conflicto” más agudo de una película. Quizá algo peor sean las manifestaciones culturales que refuerzan la idea de que en una relación de este tipo se están forzando convenciones realmente establecidas, y que parten de la base de que el vínculo va a ser algo transitorio, condenado al fracaso.
Aunque las intenciones de Amy Heckerling, directora de El novio de mi madre, sean dar a entender que no hay nada de malo en esta relación y que pese a todo el vínculo puede llegar a florecer, en este mismo discurso parecen reproducirse, a un nivel inconsciente, valores dominantes que desvalorizan como objeto de deseo a las mujeres mayores de ¡40! ("Nunca podría ser tu mujer" es el título original) y que ingenuamente reafirman el imperante culto a la juventud.
Semejante acusación de mi parte requiere una pronta justificación: es un tanto vergonzoso que para plasmar como viable la relación se exhiba en primera instancia a la mujer infantilizándose (la guerra de popcorn entre los protagonistas o cuando saltan juntos encima de la cama son escenas que rayan en lo ridículo), y en segunda instancia al hombre como el estereotipo del enamorado perfecto: desprejuiciado, comprensivo, fiel, racional cuando se precisa hablar seriamente con él, paciente ante las injustas acusaciones y algún ataque de celos por parte de ella. Si en la ficción los protagonistas mienten sobre su edad (ella restándose años, él sumando), la película a su vez miente sobre la edad de los verdaderos intérpretes, restándole 9 años a cada uno. En la vida real Michelle Pfeiffer tiene 49 y Paul Rudd 38.
Quizá más elocuente sea la forma en que están presentadas las otras mujeres que aparecen en la película. Pareciera que en el casting hubieran seleccionado específicamente a chicas jóvenes pero sin gracia, dotadas de cuerpos privilegiados pero de rostros inocuos, y en la película son expuestas como perfectas idiotas. La intención es clara: ninguna debería opacar a Pfeiffer.
Pero lo curioso es que Pfeiffer, con sus 49 años, está más hermosa que nunca (que esté bien en su papel ya es otra cuestión), y actualmente ni una Jessica Alba podría opacarla. El paso del tiempo y sus huellas en el cuerpo deberían verse como un proceso natural y no como un desastre, y ahí está el problema de la directora. Películas como El novio de mi madre, aunque pretendan hacer lo contrario, reproducen subliminalmente el discurso dominante, que tanto daño hace a la gente que lo toma como algo incontestable. "Si sos mujer y llegaste a los 40, estás acabada, salvo que seas como Michelle Pfeiffer" parece decir la película. La cultura del consumo nos está perdiendo; el atractivo de una mujer parece estar cada día más acotado (por los años, por los kilos, por los genes) y el destino final para ellas parece el de acabar ahogadas en un mar de silicona. De verdad esta humanidad me avergüenza cada día más.
Políticamente correcta en la superficie, la película lanza dardos críticos a la generación de los baby boomers, a la cirugía estética, al consumismo, a las nuevas generaciones y su arribismo laboral, a la anorexia, y hasta culmina con un explícito mensaje anti Bush. Aunque es algo discutible, este cronista es de los que creen que son mucho más perdurables y nocivos los múltiples discursos subyacentes a una película que los evidentes, los que se inscriben en su superficie.


Publicado en Brecha el 25/4/ 2008

jueves, 24 de abril de 2008

Las mejores películas (IV)

No creo que ninguna llegue a ser una obra maestra, pero a mi parecer estas pelis sobresalen y merecen atención. Todas están a disposición, consulte su mulo amigo.

Un couple parfait de Nobuhiro Suwa (Japón / Francia)
Suwa es grande. Admito que es la primer película que veo del hombre, pero es suficiente para colocarlo en un altar. En serio no sé como hizo para crear ambientes tan insoportables, y que los diálogos y los silencios se vuelvan tan incómodos. La película es lenta, claro que sí, pero también es sostenidamente intensa. De seguro, la mejor película acerca de un divorcio que vi jamás. Sí, mejor aún que aquella Sin anestesia de Wajda.

Persépolis de Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi (Francia / Estados Unidos)
Qué bien que viene el cine de animación francés. La vida de una iraní, a la que le toca atravesar regímenes dictatoriales uno tras otro, la muerte de varios de sus amigos y un arduo exilio en Europa. La sinceridad, las críticas y autocríticas volcadas, un muy buen ritmo y la sencillez en el trazado de los dibujos generan un planteo adictivo, rebosante de emotividad.

Qui m’aime me suive de Benoit Cohen (Francia)
Muy en la onda de The commitments, la contagiosa historia de una banda de rock, desde sus inicios hasta su abrupta ruptura. Los momentos musicales desbordan sentimiento y están filmados con la cercanía, la luminosidad y el colorido de los video clips más directos. También es cierto que el final descoloca y llama mucho la atención, y hasta puede despertar alguna queja.

[Rec] de Balagueró y Plaza (España)
Al final a uno le puede quedar la idea de que no hay nada nuevo bajo el sol, pero eso qué importa si se atraviesa una experiencia tan tensa y sorprendente. Qué película. Cómo me asustó y qué bien que filman estos hijos de puta. Y de estas películas rodadadas íntegramente con cámara subjetiva es la primera en la que se justifica que el cameraman, pese a todas las cosas horrendas que le pasan, siga filmando.

California dreamin’ de Cristian Nemescu (Rumania)
Lo malo es que el director se murió a los 27 años en un accidente automovilístico. Lo bueno es que dejó esta pequeña joyita. En realidad no es muy pequeña, dura cerca de tres horas. El protagonista, un jefe de estación al que se le ocurre detener a un tren de la OTAN con excusas burocráticas, es el responsable de una frase de antología: “fuck USA, fuck NATO, fuck Bill Clinton”.

El orfanato de Juan Antonio Bayona (Méjico / España)
Ya me cansé de leer críticas negativas sobre esta película. Han logrado indignarme. Trato de entender qué es lo que molesta tanto de esta peli y no le encuentro la vuelta. ¿Que se parece mucho a Los otros? claro que sí, y Los otros se parecía a The innocents, a Carnival of Souls y Al final de la escalera y no por ello deja de ser buena, y si seguimos con esta manía de los precedentes tachamos a toda la historia del cine. Recomiendo seriamente no darle corte a toda esta crítica rompehuevos. El orfanato es una película imponente, rebosante de climas, suspenso y buenos sustos. Denle una oportunidad.

Memories of Matsuko de Tetsuya Nakashima (Japón)
Quizá le sobren unos 15 minutos y tenga algún desborde kitsch que pueda disgustar a unos cuantos, pero también es cierto que algunos tramos están dotados de inusitada intensidad. En cierto sentido confirma una teoría que tengo y que últimamente vengo comprobando: cualquier desarrapado que vive en la calle tiene historias de vida increíbles, necesarias. No como las nuestras, las de los acomodados de siempre.

Edmond de Stuart Gordon (Estados Unidos)
Un imponente guión, concebido mucho antes que David Mamet se convertiera en un maldito neocon. William H Macy es un loser desquiciado y harto de todo, que causa estragos a través del hampa neoyorquino. El tono ácido e irónico y la inteligencia de los diálogos hacen de la película una experiencia particularmente entretenida.

Blades of glory de Josh Gordon y Will Speck (Estados Unidos)
Una de las mejores comedias norteamericanas que he visto en años. Algo parecido a Zoolander: un par de débiles mentales desplegando gags y chistes uno atrás del otro, y exponiéndose repetidamente al ridículo. Las escenas de coreografías sobre el hielo son la gloria, y Will Ferrell es un fenómeno, digan lo que digan las malas lenguas. Gracias Bea por recomendármela.

1408 de Michael Håfström (Estados Unidos)
La primer película que me gustó a mí y prácticamente a ninguno de los lectores de este blog. Si usted no la vio, considere que las probabilidades juegan en contra de mi y del filme, y véalo bajo su propia responsabilidad. Si lo ve y le gusta, deje su comment, que hasta lograron hacerme sentir mal.

jueves, 17 de abril de 2008

Top five (+ bonus track) (III)

Bueno, antes de que me sigan lloviendo los comments reprochando mi defensa a 1408, intentaré redimirme con una nueva selección de momentos musicales de películas no musicales, que al fin y al cabo parecen dejar contento a todo el mundo. Espero que lo disfruten y que, pese a todo, continúen visitando este blog.

Rouge no dengon - Kiki's delivery service

Ya era hora de que pusiera un video musical de alguna peli del gran Miyazaki. Esta es una de las tantas escenas de vuelo, de esas que el maestro filma como nadie, y que tanto he visto una y otra vez en mis últimos años de vida. Realmente creo que nunca me voy a cansar de las películas de este maestro indiscutible.



Down in Mexico - Death proof

Si Death proof es una muestra andante de que Tarantino es un director a contracorriente, la elección de sus mujeres también lo es. Vanessa Ferlito es imponente, y de seguro no tiene mucho que ver con los estándares de belleza que suelen regir en Hollywood: una mandíbula demasiado grande, pancita cervecera, brazos carnosos y hasta algo de ojeras; señales de que la chica sabe aprovechar la vida. Qué quieren que les diga, en este momento me resulta difícil encontrar una mujer que me caliente más.



Stuck in the middle with you - Reservoir dogs

Y ya que entramos en un tren de directores insuperables, sigamos con el dios Tarantino, y una de las escenas más ambiguas jamás vistas. A mí me dan ganas de bailar junto a Michael Madsen, y de partirle la cabeza al mismo tiempo. Y qué canción. Y qué película, una de mis favoritas de todos los tiempos.



Tap demencial - Zatoichi

Los japoneses son especialistas en finalizar las películas con grandiosos bailes catárticos. Me hubiese gustado poner el final de Shara, pero veo que hay que atravesar toda la peli para poder sentirlo. Además sería arruinar un desenlace único. No sé si Zatoichi es una buena película, pero este tap final es la vida, y como en realidad no tiene nada que ver con el resto de la peli no es un Spoiler para nada.



Karaoke dance party - Shrek

Y por si no tuvieron suficiente energía con el baile anterior, acá les va un remate que debe de ser el video musical más alegre y festivo que he visto en los últimos tiempos. Después de ver esto me dan ganas de salir a beber y romper cosas.



Bonus track - Viggo ensucia el sauna

Y como ya saben, suelo terminar estos posts con escenas de violencia extrema, para que recuerden que el mundo es un sitio nefasto, y que los musicales son una simple y artificiosa evasión. El apocalipsis es ahora, no se olviden... Y ahora a evadirse con un Viggo Mortensen en bolas que caga a piñas a dos grandototes armados. Igualito a la vida real, ¿no les digo? ¿a quién no le pasó esto alguna vez?



Coño puta carajo. Me acaba de llegar un mail de youtube que dice que estoy violando los copyrights de la NBC al colgar el video de Eastern promises, y por lo visto los que pinchen acá arriba no van a poder entrar. Me cago en la gran puta con esta policía internacional. No lo puedo tener colgado en el blog, pero supongo que nadie podrá evitar que pegue el link acá abajo. Pínchenlo.

http://www.youtube.com/watch?v=VlcMzfmGJQg

jueves, 10 de abril de 2008

1408 (Mikael Håfström, 2007)

King aporta, Cusack dignifica, Håfström brilla


Uno de los grandes atractivos de esta película son los primeros tramos del guión, adaptados de un relato de Stephen King. Mike Enslin (John Cusack) es un escritor especializado en lugares embrujados que se dedica a viajar de una ciudad a otra, recorriendo hoteles, casas, faros o catedrales presuntamente malditos y su descreimiento respecto a lo sobrenatural aumenta a diario. Su experiencia parece indicarle que todas las historias de apariciones y de antiguos asesinatos son explotadas para “vender” los recintos y atraer turistas. Es así que en la película no hay sobresaltos hasta pasados los primeros cuarenta minutos, pero hasta entonces la idea de partida tiene la suficiente fuerza como para sostener eficientemente el suspenso durante todo ese tiempo. Samuel Jackson es el gerente de un hotel de Nueva York que intenta persuadir al protagonista de que no se aloje en la habitación del título; argumentos no le faltan ya que, explica, innumerables muertes tuvieron lugar en esa pieza. El escritor también tiene sus razones, simplemente no cree en las maldiciones e insiste en alojarse allí. Pero como ocurre en el mejor cine de terror, los constructos racionales comienzan a verse desplazados por la creciente imposición de lo sobrenatural.
Otro de los puntos fuertes en la película es Enslin, el protagonista. Un personaje curtido, sin miedo, preparado para afrontarse a lo que sea. Es del tipo de caracteres fuertes, bien plantados, ideales para estos filmes. Al llegar a vérselo como un individuo quebrado, temeroso y vulnerable, se transforma en fuente de pánico para el que se vio amparado, respaldado en esa firmeza. Cusack convence y cumple airosamente la responsabilidad de cargar en sus hombros con una película en la que su presencia debe ocupar tres cuartas partes de la totalidad de los planos. Si el filme no decae en algún breve momento de debilidad del guión, –que lo hay- se debe a la credibilidad que supo despertar el actor.
El tercer punto fuerte tiene que ver con los aspectos técnicos y es mérito específico del director sueco Michael Håfström. Los primeros minutos dentro de la habitación son de un terror minimalista y psicológico, similar al de películas como Los otros o El orfanato. Se plasman múltiples factores potenciadores de nerviosismo: sonidos de fuera de campo, espejos escondidos que reflejan parcialmente al personaje, cortinas movidas por el viento, objetos amenazantes que se encuentran desenfocados por detrás del protagonista. Pasada esa primera etapa minimalista, el horror comienza a imponerse por acumulación. Las amenazas comienzan a corporizarse y el director apunta a la sorpresa, a la claustrofobia, a la angustia, generando atmósferas opresivas y enajenantes. La desesperación del protagonista aumenta en vertiginoso crescendo, con algunos momentos de distensión sabiamente dosificados para que los clímaxes sean aún más intensos. 1408 alcanza momentos de un desasosiego arrollador, y la vuelta de tuerca final, parecida a la de El descenso, reafirma aún más este aspecto. En definitiva, la película será difícilmente tolerable para quien no sea afín al género, pero sin duda se trata de una joyita para los adeptos.
Publicado en Brecha 11/4/2008

martes, 1 de abril de 2008

Sobre el nuevo cine rumano

Brotes del estancamiento


En los últimos dos años Rumania ha pasado de ser un perfecto ausente en el mundo del cine a ser el país más prometedor del actual panorama europeo. Muchos no hubiesen sabido ubicar a Rumania tan fácilmente en el mapa de no haber surgido este reciente estallido creativo, y la creciente imposición de su cine en los festivales de todo el mundo es un hecho tan sorpresivo como inexplicable.
Siempre que surge un fenómeno de estas magnitudes los entusiastas comienzan a hablar con ligereza de “nuevas olas” y los escépticos de “modas pasajeras”, ocurrió hace poco con ciertos estallidos de cine iraní, tailandés y surcoreano. Si bien el fenómeno rumano es relativamente nuevo y recién empieza a proyectarse mundialmente, también es cierto que de un día para otro a lanzado un puñado de películas sobresalientes, que arrasan con premios en festivales internacionales y han logrado hacerse de un sólido consenso crítico. Si esta tendencia se mantendrá unos años más o si, por el contrario, irá diluyéndose paulatinamente sólo podrá saberse con el paso del tiempo.
Lo asombroso es que Rumania apenas produce unas 20 películas anuales y a duras penas tiene un mercado interno donde colocar sus filmes. Es de los países del mundo en que la gente menos va al cine, sólo hay 65 salas en todo el país y el gasto anual promedio en entradas es de cuatro centavos de dólar por habitante. Los cineastas se ven obligados a difundir sus películas en el exterior, o ganar algún premio en festivales para recuperar los costos de sus inversiones. Es cierto que en Rumania existe una ley de cine, copia del modelo francés, que apoya la producción nacional y normalmente llega a cubrir un 50% de los gastos (los presupuestos rara vez exceden el millón de dólares), pero aún así las iniciativas fílmicas en el país son de un carácter prácticamente suicida.

Lazarescu, un punto de inflexión. Si bien existen notables películas rumanas anteriores, La muerte del Sr Lazarescu (2005) fue el primer filme rumano de gran recibimiento internacional y, se puede afirmar, la película “madre” de esta movida. El kafkiano viaje a través del sistema de salud rumano reunía constantes que se repetirían en varias de las películas posteriores: cámaras al hombro que se mantienen a un nivel terrenal y jamás ascienden ni descienden de la altura de los personajes, tomas largas y encuadres fijos, una concepción de la realidad que esquiva toda clase de espectacularidad, la preferencia por historias de la vida ordinaria, cuadros que se plantan de golpe causando cierto desconcierto pero que al rato toman una dirección clara, y un especial cuidado en el delineamiento de personajes, escapando deliberadamente a los estereotipos.
Además de todos estos elementos la película tenía un tono característico del cine rumano: aun cuando se acaba resolviendo la idea principal, al final queda flotando un inquietante sentimiento de irresolución. Lazarescu, como estaba cantado desde el título, termina muriendo. Pero junto al desenlace del filme se planta la idea de que el panorama quedó inconcluso, tenemos la seguridad de que hay graves problemas instalados, y que el cuadro puede repetirse indefinidamente. Nada funciona como debería funcionar en el cine rumano, los problemas técnicos del programa de televisión de Bucarest 12:08 (2006) se extienden a las instituciones, los sistemas ideados para generar comodidad, eficiencia y agilidad en los servicios operan contrariamente a su razón de ser cuando más se los requiere. La burocracia instalada como problema endémico, que enquista las instituciones y oprime a los demandantes.



Los estertores de la dictadura. El tema del estancamiento burocrático remite a otro que también es de importancia capital en el cine rumano: el fin de la era Ceaucescu y la sangrienta revolución de 1989. Los últimos días de la revolución, en que murieron más de mil personas y tres mil resultaron heridas, son tema central de The paper will be blue (2006), en la que un soldado de la milicia decide abandonar su pelotón y luchar junto a las masas, o de Cómo celebré el fin del mundo (2006) donde se acompaña a una familia alejada de Bucarest que atraviesa el momento de la caída del dictador.
Si la gente salió a las calles provocando la caída o si en cambio eso sucedió cuando todo ya estaba terminado es la incógnita central de Bucarest 12:08. ¿El fin definitivo de la era Ceaucescu fue provocado por las multitudes o por una facción oportunista de los militares y del instaurado partido comunista? ¿Fue una revolución o un golpe de estado? A fost sau n-a fost?, título original de Bucarest 12:08, significa ¿fue o no fue? La idea de explorar y cuestionar el pasado reciente está más que presente en esta generación de cineastas rumanos. La ardua tarea de indagar en hechos demasiado frescos, con personas aún muy implicadas y empeñadas en reescribir la historia a su manera.
El diálogo con el pasado, el pensar el presente con la mirada proyectada en hechos ocurridos hace un par de décadas puede verse como un proceso catártico natural y liberador, de subsanación de heridas aún abiertas. La era Caucescu se prolongó por más de dos décadas de férreo control social y a su policía secreta se le han imputado 300.000 asesinatos en el período; incluso se habla de que el actual estancamiento económico de Rumania es en parte consecuencia de la corrupción y los descomunales gastos por parte del régimen. Como en Corea del Sur, en donde hoy abundan los filmes que se sitúan en la dictadura militar de Choon Doo-hwan y que en reiterados casos recrean la masacre de Kwang-ju de 1980, traumáticos hechos recientes son pasto de inspiración para películas notables.

Humor negro. Pese a que a unos cuantos espectadores La muerte del Sr. Lazarescu no les cause ni pizca de gracia, bien es cierto que abunda en chispazos de un humor negro muy peculiar, funcionales al desesperado contexto. “La sala de cirugías parece un frigorífico” le dice un médico a otro, y en otra escena: “Los vecinos dijeron que estaba vomitando sangre”. “Quizá comió tomates”. Bucarest 12:08, también hacía uso del humor basado en el patetismo de ciertas situaciones, pero no debe pensarse que sea un rasgo característico del cine específicamente rumano. Nada de gracioso tiene, por ejemplo, la película Bless you prison (2002), una crudísima crónica que relata la historia de una mujer que es encarcelada y torturada por el gobierno comunista en 1953.


Un humor mucho más juguetón y contagioso tiene en cambio la notable California dreamin’ (2007) en la que a un jefe de estación de un pueblo perdido de la llanura rumana se le ocurre detener un tren de la OTAN que se dirige a Serbia durante los acontecimientos de Kosovo de 1999. La singularidad de la situación, (el jefe de estación detiene a los soldados norteamericanos por no tener sus papeles en regla) y el trazado de múltiples personajes variopintos mueven a una hilaridad casi permanente, y la película guarda alguna semejanza con la festividad balcánica y el sabor agridulce del cine de Kusturica. Su director, Cristian Nemescu, murió en un accidente a los 27 años, y la pérdida de un autor tan valioso y prometedor puede ser comparable a la de Fabián Bielinsky en Argentina o a la de Juan Pablo Rebella en Uruguay.

El común denominador. Pero la característica más significativa del nuevo cine rumano es la discreción y el compromiso con la realidad por parte de los realizadores. A los personajes más odiosos de sus películas se los muestra como seres cercados por circunstancias apremiantes, y si su accionar no es “justificable” puede llegar a ser comprensible de acuerdo a sus problemáticas internas. Serán irritables y abusivos, pero siempre son seres humanos. Pese a que muchos de los cuadros presentados en las películas pueden parecer terribles y angustiantes (Bless you prison, 4 meses, 3 semanas, 2 días, La muerte del Sr. Lazarescu) los realizadores no buscan situaciones especialmente horrendas sino que más bien pretenden acercarse a un denominador común. Cristian Mungiu, director de 4 meses, 3 semanas, 2 días señaló que para hacer su película se entrevistó con varias mujeres que tuvieron que recurrir a abortos clandestinos en la dictadura, y varias de las historias que escuchó eran terroríficas. El aborto de 4 meses, 3 semanas, 2 días bien podía haberse transformado en un desastre sangriento, sin por ello faltar a hechos reales. Lazarescu podía haber sido víctima de una operación errónea producto de la inoperancia médica, y la protagonista de Bless you prison atraviesa sesiones de tortura “leves” en comparación con las de muchos de sus compañeros. Y es que los cineastas rumanos por lo general no buscan los efectismos sino que, por el contrario, les rehuyen como a la peste. Los cuadros citados parecen ser historias que podrían haberle ocurrido a cualquiera, y así dan indicios de circunstancias similares y aún más graves.
Cristi Puiu (La muerte del Sr. Lazarescu), Cristian Mungiu (4 meses, 3 semanas, 2 días), Radu Muntean (The paper will be blue), Corneliu Parumboiu (Bucarest 12:08) son directores a seguir de cerca, aunque al ritmo que viene sorprendiendo el cine rumano no sería de extrañar que surgieran nombres nuevos en cualquier momento. Por lo pronto, Cristian Mungiu ha dado el aviso de que 4 meses, 3 semanas, 2 días es sólo la primera entrega de una trilogía llamada “Relatos de la edad de oro” sobre la vida en la dictadura, y los cineastas rumanos promedian hoy los 40 años, por lo que es muy probable que se siga hablando de ellos por un buen tiempo más.

Publicado en Brecha el 21/3/2008