¿Dónde está Jessica Hyde? Pregunta un hombre corpulento, algo pasado de peso y con dificultades respiratorias a varias personas a lo largo de la serie. Inequívocamente el interpelado, tenga información o no, morirá en cuestión de segundos. Estos fragmentos, en los que corrientes civiles son asesinados a sangre fría y casi azarosamente, se imponen de forma abrupta, algo descolgados del resto. Y funcionan como shock, una manera espectacular de constatar un estado de emergencia, de sugerir la dimensión de una amenaza por la cual los personajes deben tomar precauciones extremas. Utopia, producida por el canal británico Channel 4, es de esas series que comienzan con muchas incógnitas y casi ninguna respuesta. Pero también de la clase de planteos que van dosificando información, saciando paulatinamente esa necesidad de saber de qué va eso que uno está viendo.
Los integrantes de un grupo de aficionados a los comics, que sólo habían interactuado entre sí a través de un foro virtual, se juntan para conocer una extraña e inédita novela gráfica. Se trata de la continuación de "The Utopia Projects", la obra escrita desde el manicomio por un delirante maníaco depresivo, que supo anticipar sucesos catastróficos posteriores. Sin comerla ni beberla, los muchachos se ven de pronto perseguidos por una agencia secreta llamada "The network", incriminados en delitos terribles, envueltos en una descomunal trama de conspiraciones, y obligados a esconderse y escabullirse de matones de todo tipo y color. Desde un comienzo asaltan las dudas: ¿qué mensajes trae encriptados la novela gráfica para desatar tanta demencia?, ¿qué es The network?, y por supuesto: ¿Quién demonios es Jessica Hyde?
Quizá uno de los puntos que en un principio despiertan el interés es que los personajes principales son justamente personas ordinarias y de a pie, un tanto defectuosas y hasta patéticas de a ratos, individuos que no tienen idea de qué hacer o cómo es que fueron a parar allí. En contraposición, quienes ya estaban envueltos desde antes en el asunto son seres casi marcianos, figuras implacables y temibles. La brillante música de Cristobal Tapia de Veer aporta la sonorización perfecta para redondear una atmósfera desconcertante, onírica, envolvente. Por su parte, la dirección artística es otro prodigio y dispone trajes, paisajes, habitaciones y objetos en una atractiva gama de colores chillones.
Por cada enigma que se va resolviendo, aparecen unos cuantos más. Y los personajes mismos depiertan cierta intriga, ya que la mayoría parecería esconder dimensiones ocultas. Este aspecto propicia una desconfianza permanente, aún entre los mismos protagonistas, aportando un persistente clima de paranoia. Por ahora Utopia sólo ha dado seis capítulos de cincuenta minutos, en una sóla temporada. Pero ya está en proceso la segunda, a estrenarse en el correr del año.
Otro de los puntos más llamativos tiene lugar cuando se da a conocer el "Proyecto Jano" (el que no haya visto la serie quizá debiera dejar de leer por aquí, porque se anticipan detalles apenas revelados en los últimos capítulos), una iniciativa que busca esterilizar a la mayor parte de la humanidad mediante una alteración genética masiva, con el objetivo de frenar las tasas de natalidad y terminar así con el hambre en el mundo. Jano es un personaje mitológico de dos caras, el dios romano de las puertas, de los comienzos y los finales, y por tanto de los cambios y las transiciones y de los momentos en los que se traspasa el umbral que separa el futuro del pasado. Un aspecto curioso es que aquí los "malos" tengan una argumentación perfecta para llevar a cabo su plan, que lo hagan con fines "humanitarios" y que hasta terminen convenciendo a alguno de los protagonistas de que se trata de una causa justa. Claro que para llevar a cabo esta "revolución", en el camino muchas personas deben de ser sacrificadas. Lo que quizá nos pinte con mayor precisión por qué son los villanos.
Publicado en revista "Dossier" el 3/2014
Publicado en revista "Dossier" el 3/2014