La asociación que defiende los intereses de los grandes estudios cinematográficos de Estados Unidos, la omnipresente MPAA, (Motion Picture Association of America) no sólo se toma las libertades de pedirle a los cineastas que corten sus películas sino que además oficia de regulador de todo el paquete de difusión de las mismas: teasers, trailers, posters, avisos publicitarios. Hasta ha llegado a exigir la reelaboración de algunas páginas web, como en el caso del portal oficial de la película británica Severance, al cual se le debió rebajar considerablemente sus niveles de hemoglobina. Los criterios que utiliza la MPAA no siempre son claros, y mientras benefician a los paquetes promocionales y las películas provenientes de las majors, suelen coartar al cine extranjero e independiente.
La MPAA considera que los posters, por estar ubicados en lugares públicos, deben ser apropiados para ser vistos por niños, y esto puede sonar como una exigencia sensata. Pero resulta curiosa la desigual tolerancia para unas películas y otras, y el rechazo tajante a la aparición de sangre en los carteles, sea cual fuere su contexto.
Si los censores son coherentes consigo mismos en su histeria por eliminar la sangre, no lo son tanto a la hora de explicar qué es lo que consideran imágenes truculentas. Aquí pueden verse los posters censurados de Severance, Skinwalkers y El camino a Guantánamo, y los mismos “rebajados” y aceptados para su difusión en Estados Unidos.
Aquí abajo, en cambio, posters que la MPAA tolera y que gozaron de difusión sin trabas: en el primero, un sujeto al que se le taladra el suelo bucal, en el segundo un acercamiento a una boca a la que se le arrancaron varios dientes. En ninguno de las dos hay sangre, pero ¿son acaso más “leves” que los que fueron censurados?
En lo referente a los desnudos, el puritanismo de la MPAA alcanza niveles irrisorios, como puede comprobarse en el póster del documental sobre el grupo Dixie Chicks Shut up and sing.
Aunque quizá el caso más asombroso es el que se puede ver comparando el trailer estadounidense de Indiana Jones y la calavera de cristal con su par internacional: ambos duran lo mismo y tienen los mismos planos exactos, pero existen dos diferencias, la primera es que al comienzo de la versión estadounidense puede verse una inmensa bandera de Estados Unidos flameando al viento, ocupando la pantalla por completo. Es un arranque más digno de una película de Michael Bay que de Steven Spielberg. La segunda diferencia está en un plano en que un grupo de soldados norteamericanos rodea a Indiana Jones y a un acompañante, apuntándoles con sus armas. Pero el acompañante de Indiana en el trailer estadounidense no es demasiado digno que digamos, porque levanta las manos cuando nadie le apunta. Lo que sucede es que algunas de las armas que aparecen en el trailer internacional fueron eliminadas digitalmente y otras aparecen apuntando hacia el piso.
Esta actitud de la MPAA es comprensible si se considera que responde a intereses de una porción del stablishment ligada a
grandes conglomerados de medios y al partido republicano. Un grupo de poder que le preocupa la unidad patriótica y hace presión por que se introduzcan anticlimáticas banderas, que en tiempos de sangrientas intervenciones en países tercermundistas hacen lo imposible por dar una buena imagen de los soldados de su país, y sienten que es necesario ocultar que sean capaces de apuntar a gente inocente. Resulta llamativo que exista una preocupación por eliminar las armas de la vista del público por parte de los mismos grupos religiosos y conservadores que apoyan soluciones armamentistas a los conflictos y no creen necesario cuestionar las leyes que permiten la tenencia de armas de fuego a casi todos los civiles que así lo desean.
Tristar pictures[1] ha difundido para un concurso de posters una lista de directivas a seguir para que los diseños sean aptos para todas las audiencias. Considerando los retoques al avance de Indiana Jones, es deducible que esas mismas reglas impuestas por la MPAA se están aplicando a los trailers, y son asimismo sumamente ilustrativas para comprender mejor los criterios que se utilizan frecuentemente para calificar las películas.
1. Ninguna desnudez o actividad sexual.
2. Ningún arma apuntando a cámara / disparando a cámara.
3. Ningún arma apuntando a una víctima / disparando a una víctima.
4. No pueden aparecer más de dos armas.
5. Ninguna referencia a drogas / utensilios para drogas.
6. Nada de lenguaje o gestos ofensivos.
7. Nada de sangre.
8. Nada de violencia hacia mujeres.
9. Nada de crueldad hacia animales.
10. Nada de mutaciones / mutilaciones / cadáveres.
11. Nada de violencia excesiva ni brutalidad.
12. Nada de violaciones / abusos.
13. Ninguna persona en llamas.
14. Ninguna persona en una explosión / volando por una explosión.
15. No explotar / sacar provecho de una calificación (ej. “R¨[2] nunca había llegado tan lejos ”, “Prohibida en Boston”).
16. Ninguna degradación por religión, raza o nacionalidad
Es claro que muchas de estas reglas se flexibilizan cuando existen vínculos de los miembros de la MPAA con la producción de los filmes. Puede causar cierta gracia la especificidad de alguno de los puntos, “ninguna persona en llamas”, que permite que algunos productores encuentren hábiles formas de “esquivar” las directivas: ¿un zombi es un cadaver?, ¿se prohibe mostrar personas bañadas en ácido? Y cuidado, porque las imágenes de un hippie fumando marihuana o un recatado desnudo pueden causar más daño emocional que las de individuos en plena sesión de tortura.
[1] Tristar pictures pertenece a la empresa Sony pictures, una de las protegidas por la MPAA.
[2] “R” significa “restringido” y es la calificación aplicada a películas en las que hay algunos desnudos, malas palabras, uso de drogas o ciertos grados de violencia. Es la última calificación antes del NC-17, la cual implica la “muerte” comercial de la película.
Publicado en Brecha 8/5/2008