jueves, 19 de febrero de 2009

El inesperado ascenso de David Fincher y Danny Boyle

Dos vías para el éxito (sigan a Boyle)


Se dieron a conocer y gozaron de reconocimiento internacional casi simultáneamente, Fincher en 1995 con Seven y Boyle en 1996 gracias a Trainspotting. De Fincher llamó la atención el uso de filtros que ensuciaban y palidecían los colores, su galería de horrores y su particular forma de encuadrar los planos, Boyle asombraba con su lisérgica puesta en escena, su ritmo desbocado, el cockney que escupían sus personajes y el insistente uso de la música electrónica. Ambas películas fueron íconos ineludibles del cine de los noventa, quedaron grabadas en la psiquis de varias generaciones y las dos influyeron sobremanera en mucho cine que fue surgiendo después: Seven sentó las bases del nuevo thriller, Trainspotting de las posteriores drug movies. Hubo quienes acusaron a Fincher de ser un esteta superficial (su pasado como director de publicidad y videoclips marcaba la pauta), a Boyle le achacaron filmar un manifiesto a favor de las drogas (la satisfacción que por momentos mostraban los personajes daba argumentos a tal afirmación).


Ambos mantuvieron un buen nivel a lo largo de su obra, pero nunca lograron el poder de impacto de esas películas. El club de la pelea, de Fincher, así como el debut de Boyle, Tumbas al ras de la tierra, son obras de culto vibrantes, eufóricas y adictivas. El paso de ambos por los géneros resultó provechoso, siendo The game (Fincher) y Sunshine (Boyle) notables ejemplos de entretenimientos filmados con inteligencia y buen pulso. También dieron algunos traspiés: Fincher con la fallida La habitación del pánico, Boyle con su más bien irrelevante Exterminio.
En la 81 edición de los oscar no hay directores de renombre nominados en las categorías de mejor película o mejor dirección, y todos los autores que allí figuran (Daldry, Van Sant, Fincher, Boyle y Howard) parecen haber alcanzado el éxito más por acumulación que por grandeza. En los casos de Boyle y Fincher el paso a las grandes ligas obedece a un viraje respecto al cine que pergeñaban con anterioridad, los coloca en una posición de privilegio que les asegura un futuro laureado y una estrecha relación con la industria. Lo temible es que presumiblemente provoque el surgimiento de más películas “oscarizables” de sus autorías, y esto debe comprenderse -especialmente para el caso de Fincher- como todo lo contrario a la irreverencia y a la voluntad de innovación que los llevó a la fama.
El curioso caso de Benjamin Button es la sorpresa más lamentable que podría habernos deparado Fincher, un pastiche empalagoso y redundante que parece burlarse todo el tiempo de la inteligencia del espectador, y que busca que los personajes se vuelvan adorables a fuerza de hacerlos sonreir como simios. Una película que, en definitiva, es igual a Forrest Gump sólo que mucho peor: no sólo es difícil encontrar en ella algo original sino que además es imposible localizar un rasgo autoral del director, como si hubiese renunciado a toda pretensión de transmitir algo propio, como si siguiera los estrictos pasos de un manual de éxito. El tiempo parece querer darle la razón a los primeros detractores de Fincher, aquellos que lo señalaban como un mero publicista artífice de la nada.


Por su parte Boyle continúa siendo Boyle, y su viraje ha consistido en separarse de sus guionistas habituales y de su Europa natal, para trasladarse con su equipo a la India, basarse en una novela local y filmar integramente en las ciudades de Agra y Mumbai, contando sólo con actores indios. Slumdog millionaire parece un regreso al frenesí de sus orígenes, una experiencia intensa, luminosa, rabiosamente atractiva. Los contreras de siempre ya están hablando de que el director hace una “pornografía de la pobreza” al estetizar un entorno miserable, al crear una ficción festiva en un lugar donde la necesidad es la constante. Lo que podría interpretarse como que todo los abordajes a la pobreza deberían ser ocres, tristes y deprimentes, y que tendrían que filmarse personajes sufrientes y malheridos en lugar de seres humanos que aún en las peores penurias sueñan, aman, se expresan y hasta sonríen. Que viven, en definitiva. Boyle le hace un gran favor a ellos, al cine, y a nosotros, sus espectadores.

Publicado en brecha 20/2/2009

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola:

Sí. Opino lo mismo respecto a El curioso caso de B. B. Creo que está demás mencionar que las nominaciones que tiene son un regalo. Como dije a mi enamorada al salir del cine después de ver la película: "Solo el maquillaje puede competir".

Una pregunta, Faraway. La película de Di Caprio y Winslet por qué no ha sido nominada. Particularmente es un peliculón. Tanto Leonardo como Kate la hacen de maravilla.

Saludos, y esperemos los resultados.

Anónimo dijo...

Buena entrada, esta del dibujo en paralelo de ambos directores. En mi opinión, no te falta razón respecto a la película nominda de Fincher, además de que me pareció abusiva en cuanto a lo largo del metraje(su primera parte es brillante)y se me escapó algún bostezo.
Respecto a la de Boyle, también coincido contigo en lo principal y me gustó la película, la disfruté. Hay otro lado de la crítica que la encumbra y no creo que sea ni para lo uno ni para lo otro, y que está en ese sentido bastante sobrevalorada. Vamos, que los Oscar de este año son muy de andar por casa.

Saludos!

Anónimo dijo...

Creo que Benjamin Button no es tan mala como señalas, pero aún así le falta calidad, y Pitt no está ni mucho menos como para ganar un Oscar. Vi Slumdog Millionarie con bajas expectativas- ya que tenía la impresión de que era una película muy sobrevalorada, y no me equivoqué. Ojo, esto no quiere decir que no me haya gustado.

Al igual que dice Jesús, me pregunto por qué demonios no habrán nominado Revolutionary Road, que es de las mejores películas de este año, con diferencia.

Diego Faraone dijo...

Jesus, Bueno, son típicas arbitrariedades de tío Oscar, lo de Revolutionary Road la verdad que es poco comprensible. En especial por Winslet, que está mejor que nunca y que no fue nominada. Claro que su nominación para The reader, y su casi segura premiación, le hará justicia, aunque sea de un modo rebuscado.

Babel: No creo que sea un oscar especialmente malo. Digo, por lo general siempre hay un par de películas buenas, otro par muy malas, y otra que ni fu ni fa. En este caso creo que se puede sacar un trío de buenas pelis, y eso creo que es un promedio aceptable.

Deyre, hay unos cuantos que piensan como tú, y está bien que se impongan así, ya me encontré con algun amigo que nada de acuerdo con mis observaviones, asì que gracias por el comentario.

Un abrazo!<

David Cotos dijo...

Aunque pareciera indicar que mañana la Academia se inclinara por Slumdog Millonaire

Juniper Girl dijo...

No sé puede evitar el paso del tiempo, Fincher y Boyle son parte del grupo que se vuelven "solemnes". Fijate que la mayoría de los directores no vuelven sobre sus pasos.