miércoles, 29 de enero de 2014

El Mayordomo (The butler, Lee Daniels, 2013)

Viva Obama

 


Al comienzo de la película, el protagonista aún niño observa como en un algodonal el patrón viola a su madre y acto seguido mata de un tiro en la cabeza a su padre, siendo la segunda de las acciones un acto absolutamente incomprensible y poco pertinente –a ningún patrón, por déspota que fuere, le conviene eliminar a su mano de obra sin buenas razones–. Pero quienes vimos Preciosa ya sabemos como es el director Lee Daniels; allí una adolescente negra, obesa y analfabeta era violada por su padre, engendrando en ella un hijo down y para más lindezas contagiándole el SIDA. Es decir, se trata de un cineasta que parece tener muy claros sus objetivos, y que no le hace asco alguno a los trazos gruesos con tal de manipular a su audiencia en determinada dirección. 
Es así que Cecil Gaines (Forrest Whitaker), luego de un cúmulo de penurias, logra por fin hacerse de un trabajo digno, y finalmente pasa a ser uno de los “flamantes” mayordomos de la Casa Blanca. Durante su servicio, ve pasar a siete presidentes, (Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter y Reagan) cada uno de los cuales hace sus apariciones estelares, hablando siempre de temas políticos-raciales cruciales que, claro está, en vez de hacerlo en completa reserva, deciden charlarlo justo cuando su mayordomo negro viene a servirles. Por supuesto que la mayoría de ellos también establecerá un vínculo personal con su mayordomo y lo utilizarán para descargar sus confesiones. 
Al mismo tiempo, el hijo del protagonista va convirtiéndose paulatinamente en un militante por los derechos civiles de los negros, por lo cual la película también va dando cuenta de los hitos históricos en ese sentido, en un recorrido combativo mucho más interesante e intenso que el de su padre. Lamentablemente se trata de apenas flashes, pequeños tramos de metraje en los que se ve al muchacho en acciones contestatarias, en los viajes interraciales del “autobús de la libertad” o más adelante cuando se involucra con el socialista Partido Panteras Negras, diezmado en 1969. 
Si bien la película mantiene cierto interés durante sus más de dos horas, se vuelve cansino el tono pedagógico en que es presentada, con subrayados especialmente irritantes. Cuando el ya veterano protagonista se da cuenta que su hijo subversivo y revoltoso fue realmente un gran revolucionario, su pensativa voz en off arremete: “Lois nunca fue un criminal, fue un héroe que luchaba por salvar el alma de nuestro país”. Y cuando finalmente vemos a los personajes, la familia entera apoyando con fervor a Obama en su campaña presidencial, ya no nos quedan dudas del carácter panfletario de esta película. 
De todos modos es interesante ver, en una oscarizable superproducción histórica mainstream, cierto revisionismo histórico y espíritu autocrítico en frases proferidas como: “nos asomamos a ver el resto del mundo y juzgamos. Nos enteramos de los campos de concentración, pero estos campos existieron por 200 años aquí mismo, en Estados Unidos.” Un síntoma de nuestros tiempos, y de los grandes cambios sucedidos recientemente en la potencia. 

Publicado en Brecha el 24/1/2014

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