Por acá aclaro que no es mi top 10 de mejores películas del año, sino simplemente otra selección personal de esas que hago cada varios meses con lo mejor que he visto recientemente. Si a alguien le interesan mis diez mejores del año, pueden ver el listado en Facebook, y de paso le dan el "me gusta" a la página, que siempre vienen bien las nuevas adhesiones. En fin, les deseo a todos un 2015 con mucho cine del mejor... ¡Salú!
Omar (Hany Abu-Assad). Palestina.
Las fuerzas del Mossad obligan bajo amenazas a muchos jóvenes palestinos a trabajar para ellos y que les faciliten información sobre cualquier posible ataque, lo que genera un ambiente de tensión y cautela total entre la población. Si a la incertidumbre de no saber si tu mejor amigo está contigo o con los otros le sumamos la incertidumbre imperante en las relaciones amorosas incipientes, el resultado es una paranoia potenciada, plasmada notablemente en esta película. En clave de género, una excelente aproximación al conflicto israelí-palestino que más que un conflicto es un asedio constante, una mortificación intolerable y una verdadera masacre.
Relatos salvajes (Damián Szifrón). Argentina / España.
El taquillazo rioplatense del año y probablemente el futuro óscar a mejor película extranjera es también, sorprendentemente, una gran película. Szifrón propone una serie de cortos referidos a la violencia urbana, colocando a los personajes en situaciones límite en las que se pierde la brújula, los manuales de comportamiento y la compostura, y se comienza a dar rienda suelta a los instintos. Plagada de momentos inolvidables y equilibrando notablemente el humor con el drama, alcanza un brillante clímax almodovariano en un casamiento en el que se patean todas las buenas formas y se resume en minutos el recorrido que muchas parejas despliegan a lo largo de años. Una película incómoda y al mismo tiempo adictiva, que reúne además a un elenco formidable.
El tigre blanco (Karen Shakhnazarov). Rusia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, un tanque invencible apodado "El tigre blanco" diezma completamente a todos aquellos que le hacen frente. Pero lo más asombroso del asunto es que, si bien causa estragos en las filas soviéticas, los nazis, igualmente sorprendidos, no lo manejan ni comprenden de dónde diablos salió. Pero el aspecto fantástico no se termina allí. El único ruso sobreviviente a este tanque "fantasma" es un tipo que, pese a haberse incinerado completamente de pies a cabeza, continúa vivo y se ha regenerado completamente, sin quedarle un rasguño en todo su cuerpo. Con un atípico abordaje histórico-realista, una alegoría descomunal.
The Imposter (Bart Layton). Reino Unido.
El tipo es un mitómano tan bueno, un profesional de la mentira tan eficiente que logró convencer a una familia de Texas de que él era su niño desaparecido, a pesar de ser siete años mayor que el susodicho, tener acento francés, ojos marrones y pelo oscuro. La propuesta documental desconcierta desde el primer minuto, está llevada con un ritmo endiablado, y la narración es demasiado inquietante. El acercamiento a perfiles psicológicos tan complejos –y no estoy hablando solamente del impostor, sino también de la familia que lo "adoptó"– conduce a reflexiones mayores sobre ciertas razas de gente, de las que todos conocemos algún ejemplar.
El pasado (Asghar Farhadi). Francia.
El gran Farhadi arremete una vez más con una película que, quizá no sea tan importante como La separación o About Elly, pero que está llevada con su maestría característica. Un reencuentro de un padre divorciado con su antigua familia empieza a destapar reproches y broncas guardadas, secretos ocultos y errores gravísimos. Pocos cineastas logran meterse en la cúspide de un conflicto con tal elocuencia, desplegando todas las razones, las implicancias, los miedos de los personajes enfocados, dotando de profunda humanidad a un cuadro complejo de esos que alguna vez toca enfrentar en la vida.
Nymphomaniac (Lars Von Trier) Dinamarca, Alemania, Bélgica, Reino Unido, Francia.
Von Trier vuelve a arremeter con otra película pretenciosa, deliberadamente provocativa, multirreferencial y trascendental. Y lo hace con dignidad. Nunca el director danés se pareció tanto a Bergman, con diálogos graves y recargados, ambientes hipnóticos y de ensueño y una profundidad conceptual envidiable. La historia que Joe le relata a Seligman está dotada de un atractivo constante, y supone el enfrentamiento moral entre una adicta al sexo y un hombre asexuado y virgen, una trotamundos experiente y un biblófilo desconectado. La que recomiendo es la versión completa, que dura 5 horas y media. No se asusten, está dividida en dos volúmenes, y se pasa volando (una temporada de serie les insume muchísimo más, no sean vagos...).
What We Do in the Shadows (Jemaine Clement, Taika Waititi). Nueva Zelanda.
Los geniales creadores de la serie Flight of the Concords dirigen y actúan en este desternillante mockumental. Una aproximación a la convivencia de cuatro vampiros en una casa, cada cual nacido en una época distinta (el mayor tiene 8 mil años) y con hábitos propios, que chocan con los de los demás. Pese a las discrepancias y a algunos enfrentamientos, el grupo debe asegurarse la supervivencia e integrarse a la noche de Wellington, aguzando sus armas de seducción, tratando de comprender los nuevos hábitos y confrontándose con los hombres lobos, eternos antagonistas que también merodean las calles.
Jîn (Reha Erdem). Turquía / Alemania.
Una muchacha kurda de 17 años, harta de un conflicto inacabable, desierta de la guerrilla e intenta retornar a su casa con su familia, pero es muy difícil esconderse y trasladarse entre pueblos, esquivando el fuego cruzado de ambos lados, las bombas y los militares turcos. Jin se las ingenia para sobrevivir a la intemperie, pero el entorno es hostil y seguramente el mayor de los peligros sea el propio ser humano. Muy bien filmada y agradable a los sentidos, de esas películas que suponen un acercamiento diferente a una situación insalubre de la que hoy ya ni siquiera nos llegan los titulares.
Searching for Sugar Man (Malik Bendjelloul). Suecia, Reino Unido.
Esa clase de documentales que cuentan historias increíbles, de las que uno no puede terminar de dar crédito. Un músico mexicano que grabó un par de discos a fines de los años sesenta en Detroit sin llegar a nada, se convirtió en un éxito masivo en Sudáfrica, en un símbolo de lucha contra el apartheid y en un referente ineludible para toda una generación. Pero el artista nunca se enteró de todo esto y, de hecho, nadie en Sudáfrica parecía saber nada de su vida ni de su paradero. Este documental durante su primera mitad es una búsqueda y una investigación, y luego se convierte en otra cosa, pero no pienso arruinarles la sorpresa.
Oculus (Mike Flanagan). Estados Unidos.
Un antiguo espejo esconde una fuerza ancestral maligna. La anécdota puede parecer manida y hasta irrisoria, pero en el cine a veces importa más el qué que el cómo. Y cómo asusta esta película. Ya es la decimocuarta de terror psicológico yanki de la temporada, con fenómenos paranormales, maldiciones familiares, casas amplias, demonios hostigadores, espíritus que aparecen al fondo y atrás de los protagonistas, puertas que se cierran, oscuridad y sobresaltos inesperados. Pero puta madre, qué bien que viene funcionando este género. Desde que Hollywood les "robó" la fórmula del miedo a los asiáticos, la viene plasmando de maravillas.
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