miércoles, 20 de mayo de 2015

Crímenes ocultos (Child 44, Daniel Espinosa, 2015)

Un lenguaje extraño



Ya de entrada, esta película plantea un par de escenarios horrendos, sumamente estremecedores. En primer lugar, nos sitúa en pleno Holodomor (período en el que la URSS sometió a la hambruna a Ucrania en 1932-1933, y que supuso un lento genocidio que se cobró millones de vidas), y en un orfanato que alberga a niños supervivientes, donde abundan los llantos y el bullying. En seguida llegamos al Berlín de fines de la Segunda Guerra, y luego saltamos a la década del cincuenta, cuando el protagonista, ya un respetado miembro de la policía militar soviética, observa cómo uno de sus colegas asesina a un par de supuestos traidores al régimen frente a sus dos hijas. Toda esta intro se encuentra apelmazada en unos pocos minutos, con un pianito que reclama constantemente gravedad y tristeza, un montaje que parece haber sido perpetrado a machetazos y una puesta en escena general compuesta con la sutileza de un troll. 
El otro impacto negativo de esta película es una opción estética profundamente desacertada: los personajes hablan en inglés pero con un acento ruso bastante ridículo, tosco y desconcertante. Se trata de un obstáculo constante para el visionado, una forma de distraer al espectador (es difícil no enfocar la atención en cómo los actores, mayoritariamente ingleses, se desempeñan en este extrañísimo dialecto) y, por supuesto, una forma de quitarle al abordaje toda posibilidad de verosimilitud. Pero claro, hay que pensar en todos los angloparlantes que no saben leer o no quieren hacerlo, y pagan la entrada. 
El guión, basado en una novela de Tom Rob Smith, tiene sus puntos llamativos, y no deja de ser interesante el abordaje de una serie de asesinatos seriales de niños en un contexto en el que las investigaciones de los crímenes estaban vedadas por el estalinismo, precisamente porque "no hay crímenes en el paraíso"; la negación del régimen a que pudiesen ocurrir cosas negativas llevaba a que, al abrir una pesquisa, los investigadores se estuvieran involucrando en una actividad clandestina. También es curioso que el protagonista sea en un comienzo funcional al régimen, justamente el encargado de salir a la caza de disidentes y traidores. Pero pese a esos puntos de interés, la anécdota se colma de situaciones forzadas (el encuentro casual de un libro ensangrentado en la casa de un "amigo", la prueba de que es un colaborador, es un buen ejemplo) y lugares comunes muy baratos (como cuando el villano, en vez de matar al protagonista cuando puede, se queda haciendo tiempo pistola en mano). 
Ambiciosa, regargada, curiosa mezcla de géneros, esta película no termina de funcionar ni como drama histórico ni como policial: los baches son grandes, hace falta oficio, y la credibilidad se perdió desde el momento en que el primero de los personajes abrió la boca.

Publicado en Brecha el 15/5/2015

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