La adulación como norma
Hace 15 años se estrenaba en nuestro país una película brillante: Lo mejor de nosotros, del director Jan Hrebejk, una gran historia de miedos y solidaridad durante la ocupación nazi en un pueblo checo. Se trataba de una historia mínima, con ciertas dosis de humor negro y centrada en unos pocos personajes, pero que desde su anécdota recreaba notablemente una tensa situación en la que los habitantes se debatían entre colaboracionismo y resistencia, y todo lo que en ello se jugaban.
En Uruguay no volvimos a oír hablar de este notable director. Pero lo cierto es que no podría ser más prolífico; hasta el día de hoy ha filmado 20 largometrajes –17 desde aquella película estrenada en Montevideo–, entre los que se incluye Zahradnictví (2017), una trilogía sobre la ocupación checa. La mayoría de estas películas las realizó junto a su habitual y muy meritorio guionista, Petr Jarchovský.
Como en Doce hombres en pugna, como en Dos días, una noche, esta película propone una situación límite y una reunión de personas que deben votar para tomar una resolución. En este caso la acción se ambienta en un colegio de un suburbio de Bratislava, en la Checoslovaquia del año 1984. El intento de suicidio de una alumna y varias acusaciones de abuso de poder ponen en tela de juicio la idoneidad de una maestra nueva, quien se desempeña en varias asignaturas y además ostenta un cargo jerárquico en el Partido Comunista local. Esto coloca a los padres en una situación incómoda: los vínculos políticos de la profesora suponen una amenaza, incluso para la misma directora de la institución. Ponerse a la maestra en contra y fallar en el intento de solicitar su traslado a otro colegio podrían generarles, a todos, consecuencias funestas.
Como en Doce hombres en pugna, como en Dos días, una noche, esta película propone una situación límite y una reunión de personas que deben votar para tomar una resolución. En este caso la acción se ambienta en un colegio de un suburbio de Bratislava, en la Checoslovaquia del año 1984. El intento de suicidio de una alumna y varias acusaciones de abuso de poder ponen en tela de juicio la idoneidad de una maestra nueva, quien se desempeña en varias asignaturas y además ostenta un cargo jerárquico en el Partido Comunista local. Esto coloca a los padres en una situación incómoda: los vínculos políticos de la profesora suponen una amenaza, incluso para la misma directora de la institución. Ponerse a la maestra en contra y fallar en el intento de solicitar su traslado a otro colegio podrían generarles, a todos, consecuencias funestas.
Pero quienes están más expuestos a los abusos son, por supuesto, sus hijos. Constantes flashbacks retrotraen a las clases impartidas el año anterior, y un notable montaje paralelo inicial en el que los padres se ubican en la sala de la misma forma que los alumnos propone una yuxtaposición notable de un drama compartido tanto por los adolescentes como por sus progenitores. Avanzada la anécdota comprendemos todo lo que se juega en esta reunión, incluida la propia dignidad.
Como en mucho cine rumano reciente, como en Afterimage, el brillante último opus del maestro polaco Andrzej Wajda, una anécdota pequeña, alejada de los grandes conflictos políticos, expone con sorprendente acierto y claridad las graves injusticias sociales ocurridas en los países del bloque soviético. En este caso, abusos de poder camuflados, amiguismos y favoritismos, un sistema de favores basado en la adulación y la aceptación acrítica del jerarca de turno dan cuenta de estructuras de poder que favorecen la corrupción en todos los ámbitos.
Además, como bien decía Hitchcock, cuanto mejor caracterizado el villano mejor la película, y la profesora, interpretada brillantemente por Zuzana Mauréry, es, con su presencia invasiva, sus comentarios sardónicos, momentos de ingenuidad impostada y una forma sutil pero implacable de exigir obediencia irrestricta, un personaje tan nefasto como imposible de olvidar.
Publicado en Brecha el 8/6/2018
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