Hoy me pasó algo bastante singular. A quienes lean esto les podrá parecer irrelevante y nada digno de mención, pero lo cierto es que a mí me despertó todo tipo de cuestionamientos sobre la no siempre gratificante labor de crítico. Supongo que alguno que esté metido en todo este rollo del cine podrá tomarlo como sugerencia. A los otros, probablemente no les sirva para nada. Quién sabe, capaz que para otras disciplinas, digamos meditación astral, lo que voy a escribir tiene una trascendencia mayúscula, pero no, no creo, igual.
El punto es que hoy me dispuse a ver Barking dogs never bite, una peli del gran Bong Joon-ho (sí, el de Memories of murder y The host). Por aquí y por allá había oído que era una buena película y para rellenar huecos me dispuse a verla. El que esté más o menos familiarizado con el cine coreano sabrá que por lo general las películas surcoreanas tienen un timing de la gran puta, son de una superficie increíblemente atractiva y uno no puede desprenderse de ellas ni por cinco minutos para ir al baño. Son películas que desde un comienzo te agarran del cogote, que te paralizan y sin darte respiro te obligan a verlas de principio a fin.
Nada de eso ocurrió, en principio, con
Barking dogs never bite, yo estaba esperando uno de estos ritmos infernales y mirá que no, se trataba de una peli bien filmada, con circunstancias bastante predecibles al comienzo, y de ritmos algo distendidos. Lo único que me entusiasmaba era la radiante actriz Du-na Bae, que estaba bárbara como siempre (es la cantante de
Linda linda linda y la arquera en
The host). A los veinte minutos un viejo se pone a contar una historia y queda como por cinco minutos hablando, quieto, en un primer plano fijo. Ahí me di cuenta de que yo tenía un sueño atroz, ya que estaba durmiéndome sentado, y le eché culpas a la película por mi estado de ánimo. Qué Barking dogs de mierda, dije, y me fui a dormir una buena siesta, que era lo que necesitaba. Cuando me desperté hice cuentas, había dormido una siesta de tres horas (me tomé una semana de licencia de mi trabajo y por eso tengo tanto tiempo libre... y no, no soy un maldito ocioso) y claro, la noche anterior el insomnio me había impedido dormir más de cuatro horas seguidas. En otras palabras, me dispuse a ver la película más dormido que despierto.
Bien descansado y fresco como una lechuga la película repicaba en mi mente, la historia era realmente buena, y de verdad necesitaba saber como terminaba. Así es que empecé a ver de vuelta Barking dogs...
El resto es predecible. La película resultó ser muy buena, y estaba compuesta con un notable y distendido ritmo. No es imprescindible, pero sí más que interesante y recomendable.
Acá viene lo duro, y lo voy a decir de una y sin tapujos: el faraway que vio la primer parte cansado y esperando encontrarse con algo que la película no tenía (y no pretendía tener, tampoco) si hubiera tenido que escribir una crítica se habría ensañado con la pobre peli, hubiese puesto que no, que era algo predecible, arrítmica, y que en definitiva, no le hacía justicia al "gran" cine surcoreano.
Al faraway descansado, desprejuiciado, interesado y demandante, la película le gustó mucho mucho, y sólo podría escribir elogios sobre ella.
En Brecha tengo dos compañeros críticos que deben andar entre los cincuenta y los sesenta años, y que están en el oficio desde hace unos 30, más o menos. Yo a veces me pregunto si el cine les seguirá gustando, si la rutina de la crítica semanal no se les habrá vuelto una necesidad estrictamente alimentaria, si no será para ellos una absoluta pérdida de tiempo ir a ver un estreno. Yo estoy seguro de que si tuviera que fumarme todas las mierdas yankis que se estrenan semanalmente, me convertiría, en breve, en el más abominable y gruñón de los críticos. Lo juro.
El personaje del crítico en Ratatouille está buenísimo. Un tipo que se olvidó lo mucho que adoraba la comida, que detrás de una deleznable fachada aristocrática esconde a un niño inquieto que disfruta como un mono de un simple y nada sofisticado plato familiar. Como ese, todos los críticos tienen a un adorador del arte agazapado en su interior, pero muchas veces, por culpa de carteleras abyectas, de indigestas varias, del mal sueño y de la maldita rutina, les salta lo peor de ellos mismos.
¿Como llegar a una pretendida objetividad dentro de la más subjetiva rama del periodismo? Así, de golpe, se me ha vuelto imprescindible ver las películas descansado, y preferentemente sin ninguna idea preconcebida. Es más, si pudieran verse las películas sin saber de qué carajo va el argumento, mejor. Y cuando toque cubrir un festival de esos que obligan ver 7 películas diarias, bueno, a dormir bien.
Y mi amigo Guilherme De Aléncar Pinto, -un referente para mí en esto de la crítica- tiene razón. Por cada afirmación que se hace en una reseña, una correspondiente justificación.
Las últimas tres críticas que tuve que hacer para Brecha eran de películas indefendibles. El cine norteamericano cada día viene peor y lo que se estrena de otros países muchas veces es basura comercial intragable. El que lea esas tres semanas seguidas la sección cine de Brecha va a decir, "a estos tipos no les viene bien nada", y lo peor de todo es que los críticos de Brecha amamos al cine como pocos. Es lamentable tener que seguir una cartelera, de ahí quizá la verdadera razón de ser de este blog.
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Esto no viene a cuento, pero si no lo pongo me voy a sentir mal. Alguien me mandó un comment anónimo interesantísimo, que bueno, no tenía nada que ver con la entrada original. Mails personales plis a faraone.diego@gmail.com y de allí podré responder como es debido.
5 comentarios:
buenísimo el post. y no creo que solo interese a los críticos. como consumidor nomás me pasa que la sobreexposición digamos, por ejemplo, a muchas bandas diferentes o a muchos estilos o a lo que venga, suele saturar y eventualmente distorsionar la perspectiva con la que uno se acerca a la obra, en tu caso una peli. siempre viene bien tener presente esa cuestión. arriba.
Madre mia, menuda esquizofrenia, amigo... yo lo resumiria brevemente: es nefasto tratar de convertir un hobby en profesion. Los efectos a medio plazo son evidentes: desidia, amargura, distanciamiento, "pose".
No se asuste: ¡todo esto es señal de que todavia le gusta el cine! Mueran los criticos, vivan los opinadores ;)
Sep. Quizá sea miedo a convertirme en lo que me resulta más odioso. Ya el nombre "crítico" da un poco de asco.
Hasta hoy no he encontrado ningún eufemismo que me satisfaga para definir la maldita profesión.
Tal vez "crítico" no se use como "persona que critica" (habla mal de algo) sino en el sentido kantiano ("Crítica de la razón pura").
Carolina
Convertir un hobby en profesión es lo mejor que te puede pasar en la vida con la condición de que no pierdas el espiritu lúdico, esa inocencia primera con la que iniciaste tu actividad y la pasión y la constancia que deben hallarse presentes en uno u otro. ¿Quién no ha tenido momentos chatos en un hobby? ¿nunca te dolió una muela en la vida?
Falklandstroll
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