lunes, 1 de diciembre de 2008

Sobre el nuevo cine negro

Yerba mala nunca muere


Si bien se pueden rastrear las raíces del cine negro en las primeras obras de Fritz Lang y en el expresionismo alemán, los estudiosos datan su surgimiento en 1941 con la aparición de El halcón maltés de John Huston. Sin embargo no existe tal consenso en lo que suele interpretarse como su punto final. Algunos señalan a Sed de mal (Orson Welles, 1958) como un insuperable réquiem, pero otros aseguran que el género acabó mucho antes.
Lo cierto es que el cine negro (también llamado film noir) se rehusó a morir del todo, y si bien desapareció de los Estados Unidos en la década del sesenta, siguió tan vivo como siempre en otros países, europeos y asiáticos fundamentalmente. Por ejemplo, Jean-Pierre Melville continuó transitando tranquilamente el género con obras brillantes durante los sesenta y setenta hasta el día de su muerte, y también se acercaron al registro directores de renombre como François Truffaut (con Disparen sobre el pianista, 1960), John Boorman (A quemarropa, 1967), André Téchiné (Barocco, 1976), y Wim Wenders (El amigo americano, 1977).
En Hong Kong, una ola de cine negro pobló las carteleras durante los setenta y ochenta, con directores como Kuei Chi Hung y Hua Shan a la cabeza, y en Japón a partir de los años sesenta directores tan dispares como Akira Kurosawa, Shohei Imamura, Seijun Suzuki o Teruo Ishii supieron defenderse a la perfección en el registro. En ambos países el cine negro dio lugar a géneros de mafias suburbanas: los yakuza en Japón y las tríadas en Hong Kong.
En Estados Unidos, los años 90 y 2000 dieron resurgimientos esporádicos y notables: De paseo a la muerte (Joel Coen, 1990), Perros de la calle (Quentin Tarantino, 1992), Tiempos violentos (Tarantino, 1994), Los sospechosos de siempre (Brian Synger, 1995), Seven (David Fincher, 1995), Fargo (Joel Coen, 1996), Los ángeles al desnudo (Curtis Hanson, 1997), Memento (Christopher Nolan, 2001), La noche del crimen (Daniel Algrant, 2002), Sin city (Robert Rodríguez, 2005). También hubo películas donde se satirizó y homenajeó al noir -toda sátira es a su vez un homenaje- como la insuperable El gran Lebowski (Coen, 1998), las británicas y más que divertidas Juegos, trampas y dos armas humeantes (Guy Ritchie, 1998), y Snatch (Ritchie, 2000), y Entre besos y tiros (Shane Black, 2005).


Pero lo más insólito es lo que ocurre ahora. Y es que el cine negro ha vuelto, y con más fuerza que nunca. Este 2008 le ha deparado al público uruguayo unos cuantos ejemplos: No country for old men (2007), personalísima reinvención del género por parte de los Coen; El sueño de Cassandra (2007) inédita incursión de Woody Allen; Antes que el diablo sepa que estás muerto (2007), un Sidney Lumet más implacable y oscuro que nunca; y ese notable ejercicio cinematográfico que es Los dueños de la noche (James Gray, 2007). Por si fuera poco -y también a un nivel más que digno- Gone baby gone (2007), la muestra de que Ben Affleck dirige y muy bien, y la no tan buena pero bizarrísima y angustiosa Lonely hearts (2006) de Todd Robinson. No es un paquete desdeñable, y estos no son simples “homenajes”, se trata de cine negro con todas las de la ley.
Es algo común confundir al noir con el thriller policial; los límites son difusos y se pisan permanentemente. Pero el cine negro puede reconocerse por tres características básicas: la figura del antihéroe, el acercamiento a la criminalidad y su contenido truculento.
Los antihéroes parecen estar tomando nuevas formas en este último cine negro, especialmente en el de los Coen, donde una señora embarazada puede ser más inteligente y efectiva que todo un departamento de policía junto (Frances McDormand en Fargo), y un viejo Sheriff de pueblo (Tommy Lee Jones en No country…) puede ser tan naïf como inoperante y obsoleto. Otro caso extremo de antihéroe puede verse en la italiana Arrivederci amore ciao (Michelle Soavi, 2006), que se centra en un protagonista absolutamente despiadado, abusivo, cruel y traicionero, rasgos que quizá lo vuelvan más atractivo. Drogadictos, policías corruptos (o directamente incapaces), outsiders a la deriva, jugadores empedernidos, egoístas irredimibles son la fauna que habita los nuevos noirs.
Y el género siempre se ha caracterizado por exponer las facetas más oscuras y en apariencia desagradables del ser humano. Podríamos llamar mirada “hustoniana” a aquella que caracteriza a los abordajes de los filmes de John Huston y que pretende justificar, generar empatía por las mentes criminales, volver a los delincuentes seres comprensibles y queribles, humanos por encima de todo. Por otra parte, se puede denominar mirada “languiana” al abordaje propio de Fritz Lang, aquel que muestra, con distancia, las mentes criminales sin querer tomar parte, sin explicar, sin dar a conocer los torbellinos internos que transforman a un humano en un demonio sediento de sangre. Lang no se preocupaba tanto por exponer psicologismos sino en mostrar sus metamorfosis. “Que el espectador se horrorice, piense al respecto y especule”, parecía decir.


Ambos maestros dieron obras inmensas, e hicieron escuela. A uno y otro lado del espectro pueden situarse las obras de sus discípulos: en el extremo hustoniano: Tarantino, Allen, Lumet. Al lado languiano: los Coen, Robinson. A medio camino entre ambos, otros tantos, la gran mayoría. El triunfo de la mirada languiana fue el triunfo de los Coen -cuatro óscars incluyendo mejor película para No country for old men, ochenta y nueve premios más en otras academias, asociaciones y festivales-. En esa película se aborda al mal con mayúsculas, encarnado de forma magistral por Javier Bardem, una fuerza incomprensible y sin precedentes que opera ciegamente, al azar, sin una moral clara y aprehensible. La mirada de los Coen, alarmista y alarmante, es la mirada de mucha gente que hoy se ve inerme, desamparada ante nuevas amenazas. Casualmente, Batman: El caballero oscuro (2008) plantea una noción del mal muy similar, con la diferencia de que, por fortuna, aparece también un paladín armado con tecnologías de destrucción y vigilancia, una mano dura capaz de darle su merecido a los terroristas y a los psicópatas.
El sueño de Cassandra y Antes que el diablo sepa que estás muerto parten de premisas idénticas. Ambas presentan a un par de hermanos desesperados por obtener dinero, que se prestan para dar un golpe que podría librarlos definitivamente de sus problemas. Como el cine negro es un género esencialmente pesimista, sus acciones delictivas traen imprevistos, dolor, tragedia in crescendo. Intensas y sufridas, ambas películas muestran a hombres cercados por circunstancias y que apelan a una salida rápida y directa, encontrándose sólo con el camino a su perdición. Si los personajes de Lumet y Allen son inmensamente cuestionables, también son comprensibles, entrañables. Uno puede verse reflejado en ellos, razonar como ellos y verse agobiado por esa inmensa ola oscura que los encierra.
Podrá interpretarse como una señal de malestar por parte de los cineastas, como reverso artístico de la decadencia americana y de una potencia que se ve al borde del colapso. Lo cierto es que el cine negro ha llegado para quedarse, y mientras siga manteniendo estos niveles de calidad, eso es algo que hay que celebrar.

Publicado en Brecha 28/11/2008

15 comentarios:

Ariel Luque dijo...

Me quedo con el antaño cine negro ajaja este nuevo no le llega ni a los talones para mi jajaja. Che, muchas gracias por tu comentario, no he podido perder el conocimiento pero estoy agradecido de ello, ya que me desperte en excelentes condiciones jajaja. Un abrazo grande amigo!

Ariel

Diego Faraone dijo...

Ariel, te noto un tanto risueño, quizá sea una señal de que ayer te fue bien y de que la resaca está siendo amable, o que todavía no llegó.
Como sea, el cine negro de antaño tiene una inmensa cantidad de obras brutales y quizá por eso los analistas se apuran en decir que "murió". Pero no hay nada menos cierto.
Yo no sabría decir con qué noir quedarme: el francés, el japonés, el norteamericano? Ni idea, todos me parecen iguales de disfrutables.

Gran abrazo.

Alvaro G. Loayza dijo...

Faraway, muy buen post dando un panorama del cine negro de sus inicios y como por aquí y por allá nos llegan joyas que no para de citarlo, homenajearlo o reinventarlo. Creo que a los rasgos distintivos que señalas como inherentes al noir, falta como ingrediente el dinero mezclado con esa codicia desboradante, ese deseo irrenunciable que permite la aparición de uno de los grandes y suculentos placeres del noir, la femme fatale (ahora pienso en su versión moderna las aspiraciones de los hermanos en la última de Lumet, con Marisa Tomei metida en todos los entresijos).
Dentro de los actuales creo que en la lista falta David Lynch, que a mi entender en uno de los que relecturas más fabulosas ha hecho del género, convirtiéndolo casi en una dicotomía concupiscente entre las morenas y las rubias.
Tengo un post que trata el noir en relación a Lynch y a la femme fatale, te lo linkeo por si te interesa: http://el-lar.blogspot.com/2007/02/la-femme-fatale-en-el-reino-de-david.html

Un abrazo desde La Paz city!!!

Anónimo dijo...

Muy completito e interesante el post, sí señor. Pero... Y ¿"Reservoir Dogs"? Je, je...

Saludos

Manuel Márquez dijo...

Tengo que felicitarte, compa Diego, por lo profundo y extenso del análisis que desarrollas, aunque no en todos sus puntos coincida con tus apreciaciones. Las "derivaciones" del film noir clásico que calificas como tales, en algunos casos no me parece que se puedan asociar tan claramente. Pero, bueno, es una cuestión de etiquetas, y ya se sabe lo que pasa con éstas; no siempre son sencillas de colocar...

Un abrazo.

Diego Faraone dijo...

Alvaro, leí tu post y está buenísimo, claro que sí, olvidé colocar a Lynch, pero quizá el olvido se deba a que Lynch siempre me pareció muy difícil de encasillar en un género específico. Para mí siempre Lynch es primero Lynch, y luego sus relaciones con tal o cual género.

Si bien la femme fatale fue siempre uno de los personajes característicos del género, su aparición no me parece un "must" indispensable del noir. De hecho, creo recordar algunas películas preponderantemente masculinas(sobre todo las de atracos frustrados como Rififí o The killing), en el que no hay lugar para ellas.

Quizá lo que decís de la codicia y el dinero como móvil sea un rasgo más general, pero aún así no me resulta un distintivo. Hace tiempo que no veo Detour, quizá mi noir favorito de todos los tiempos, pero si mal no recuerdo los personajes no eran movidos por codicia alguna, ¿o sí?... no puedo recordarlo ahora.

Babel, gracias por el cumplido. Te juro que Reservoir dogs lo incluí, aunque con el título que le pusieron en sudamérica: "Perros de la calle"

Manuel, gracias a ti también. Eso que te pasa me sucede a menudo, yo había leído en otro sitio hace poco lo de El gran Lebowsky y su sátira al noir, y al principio me pareció poco convincente, pero leyendo más al respecto, acabé por incorporarla como homenaje al género.
Otra que puede sonar extraña es Sin city, pero luego de pensármela bien, me resulta más noir que ninguna. En fin, en estas cuestiones no hay nada escrito, y como decís, las etiquetas nunca son muy justas.

Un abrazo a todos!

Alvaro G. Loayza dijo...

Faraway, primero dime como se puede conseguir Detour, que no he tenido el privilegio y ya son demasiadas referencias que la hacen muy jugosa para el paladar; segundo en The Killing creo que la que trunca todo el plan es la turbia esposa del vendedor de boletos, lo que trunca toda la operación, y aunque no sea una femme fatale central creo que opera como tal; y tercero estoy de acuerdo contigo en el tema de Lynch, que antes que nada es David Lynch y por ende o primeramente lyncheano, aunque si hay un género recurrente en su cine, sin que en él se lo pueda encasillar, es el noir, sino pensar en Mullholland Dr., Lost Highway o Blue Velvet.

Abrazos!!!!

Diego Faraone dijo...

Alvaro. Sobre Detour, es cuestión de buscar. No cuelgo el enlace directo: política del blog y miedo a las represalias, je. En el sitio cine-clásico de seguro está, además.

No me acordaba de la esposa del vendedor de boletos, aunque ahora que la nombras... Definitivamente tengo que ver de vuelta The killing, qué gran película.

Lynch y el noir, sí, la mejor conjunción. Ahora me dieron ganas de ver por décima vez Carretera perdida, lástima que no tengo tiempo ni para cagar.

Un abrazo!

Josep Lloret Bosch dijo...

Excelente comentario, Faraway, abarcando la inmensidad de un género cinematográfico que, desde luego, no está ni muerto, ni caduco.

Siempre he pensado que esas manifestaciones respecto a que un género cinematográfico está finiquitado proceden de mentes débiles que han llegado a la crítica cinematográfica porque tienen algún amiguete que los ha colocado ahí, un lugar "poco importante".

Unas "boutades", vamos, para llamar la atención y tratar de crear polémica.

Lo mismo se ha dicho del western hasta la saciedad, y luego viene tito Clint con Sin Perdón (Unforgiven) y todos a clamar que el western ha resucitado.

Esos requisitos que proclamas del cine negro son acertados y coincido en casi todo, aunque, como Manuel, me resultan chirriantes las etiquetas, para mí únicamente referencias a la hora de poner sobre el tapete las sensaciones que una película genera, porque ya sabemos que se tiende a crear referencias de todo.

Si justamente, leyendo el texto, la referencia a Melville me venía a la mente como ejemplo de film noir...

Lo que me parece más cuestionable es el último apunte que haces, respecto a las condiciones sociales que pueden favorecer la aparición de una nueva hornada de cine negro. Tengo para mí que la profusión de algún género en especial proviene, más que nada, de la taquilla, mal que me pese...

Un abrazo.

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

Genial, hacía falta un artículo de ese calibre y quizás me extienda en este comentario. El cine negro o film noir tiene una cosa en común con el simbolismo y el expresionismo: es arte decadente. Corresponde, por ende, a una época de desencanto. Hay dos acepciones: una amplia y una cerrada. La última remite a la corriente de cine norteamericano que apareció en los años cuarenta. La versión amplia es una tergiversación del nombre de la mentada corriente extendiéndose a narrativas oscuras, ominosas o psicológicamente perturbadoras, lo que es fuente de confusión. La acepción cerrada congrega filmes como El halcón maltés, The big sleep, Criss Cross, The Killers, Scarlet Street, Out of the past, Night and the city, Asphalt Jungle, The Set Up, etc. El film noir se caracteriza por una gramática compleja que ahonda de una manera sutil, metafórica y estilizada (a través de símbolos) en los aspectos más ruines del ser humano moderno. La susodicha gramática no se extiende a todos los filmes "oscuros". Generalmente contamos con un héroe ambiguo, corrompido ya, o a punto de corromperse, un objeto de deseo irresistible, a la imagen de una mujer irresistible, sin escrúpulos, peligrosa hasta para sí misma y una trama que los liga trágicamente. Las variantes a partir de esa estructura son ilimitadas. Hay un aspecto sociológico que caracteriza muy bien al cine negro y lo separa categóricamente de todo expresionismo o surrealismo (sin negar las sutiles influencias de estos dos maravillosos movimientos). El cine negro trata de marginales, fugitivos de la ley, retrata el mundo del hampa y del policía corrupto. El matón, el abusivo y el maleante caracterizan al cine negro, hay una vocación de mostrar las cosas como son (sin caer ni en idealizaciones ni en excesivo subjetivismo): la interioridad de los personajes es sugerida, está en el ambiente, jamás evidenciada. Quizás por eso fue que a esa serie de películas les cayera el apelativo (en Francia) de noir (negro), porque la realidad de nuestra humanidad es mucho menos radiante que aquellos ensueños hollywoodianos y verla cara a cara puede significar ver mucha oscuridad.
Como bien dices, si bien la serie de film noir a rajatabla empezó y terminó en los cuarentas, ha tenido infinidad de derivados y se ha negado a morir del todo, poblando el cine contemporáneo con muchos de sus elementos ya sea narrativos, estilísticos, musicales, ambientales, etc.
Yo pienso que las peliculas contemporáneas más directamente ligadas con el noir de antaño por su estilo, narrativa, estructura, ambiente, etc., son las siguientes: Blue Velvet (Lynch), Carlitos Way, Scarface (De Palma), Blood Simple, The Big Lebowsky, Fargo, The Man who wasn´t there (Coen), L.A. Confidential (Hanson).
De Palma, de homenajeador roza con plagiador, sin embargo, Carlitos Way ilustra matemáticamente ese aspecto trágico del cine negro que tanto remarcaron Siodmack y Tourneur. Blue Velvet es un caso especial para ilustrar la esencia del noir. Esta es la única película de Lynch, que a mis ojos, entraría bajo el apelativo de neo-noir: todas las piezas están puestas sobre el tablero: la mujer fatal, la tentación, el archiperverso abusivo, además, aquí Lynch se resiste a excederse en material onírico e irracional y se mantiene a un mismo nivel ontológico, etc. Eraserhead e INLAND EMPIRE que son las pelis quizás más "oscuras" del mago de Missoula, tienen poco o nada del film noir, en su sentido prístino.
Al enumerar esta lista me doy cuenta de que probablemente, hoy por hoy, los hermanos Coen son los más cercanos neo-noirs, dominando tanto el género que son capaces de darle tres vueltas y disfrazarlo de otra cosa sin dejar de lado la esencia.

Saludos desde Bolivia. ¡VIVA EL FILM NOIR Y SUS DERIVADOS!

Diego Faraone dijo...

Josep, es inteligentísimo lo que decís, eso del género conformado no tanto por tal o cual elemento sino por las sensaciones que provoca. Me hiciste pensar mucho.
Quizá el hecho de que el noir no muera nunca, su triunfo, haya sido el haber logrado vincularse a esa sensación opresiva -que a su vez viene ligada con contenidos truculentos y personajes ambiguos- y que cada vez que aparece se establezca esa conexión inmediatamente.

El último apunte lo dejé picando pero no lo sostengo con firmeza ni convicción. Las razones del resurgimiento de un género pueden ser muchísimas, y lo mejor para un buen análisis de causas es tomar una buena distancia, y me refiero a distancia temporal. En unos cinco o diez años será más fácil estudiar el fenómeno (esto si el resurgimiento no muere pasado mañana, claro).

Diego!!! Buenísimos tus apuntes, no sabía que fueras un experto en la materia. Ayer vi precisamente Criss cross, una de las pelis que nombrás, buenísima, la verdad sea dicha.
Me había olvidado de Carlito's way. Omití deliberadamente otras de De Palma como The black dahlia porque no me gusta nombrar películas que en particular no me llegan o no me interesan demasiado.

Muchísimas gracias por dejar tu aporte, este post se está enriqueciendo soberanamente con tantos buenos comentarios.

Gracias amigos por leerme y seguir aportando info interesante en estos temas. Son todo. Un gran abrazo!

Equinox Fin de Semana dijo...

Y Rockanrolla, andá a verla, te va a encantar, saludos

Equinox Fin de Semana dijo...

me olvidaba de Intermission de John Crowley, está en DVD, muy buena

Diego Faraone dijo...

Bocha! Genial, no vi ninguna de esas todavía. Apunto y las veré ni bien pueda. A Rockanrolla ya se la tengo jurada desde hace un rato. Salú, un abrazo.

Equinox Fin de Semana dijo...

Agrego: "Burn after reading" de los Cohen!!! hay que verla